Desde que se iniciara el Operativo Mercurio 2019 para desalojar a la minería ilegal de la zona conocida como La Pampa, en Madre de Dios, la Reserva Comunal Amarakaeri ha visto incrementar la actividad minera en sus periferias.Vigilantes comunales utilizan ahora tecnología —drones e imágenes satelitales— para proteger su territorio. Mongabay Latam los acompañó en su último patrullaje.La semana pasada, tropas combinadas del Ejército y la Marina, lograron recuperar por encargo de la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) de Madre de Dios 26 hectáreas invadidas por la minería ilegal en la zona de amortiguamiento de Amarakaeri. Fue en el año 2008 cuando la minería del oro, una actividad tan antigua como la historia misma de Quincemil, la capital de un distrito del Cusco suspendido literalmente sobre los bosques de nubes que descienden hacia la Amazonía, se desbordó convirtiendo la apacible villa de colonos y campesinos en un típico poblado inspirado en La Pampa. El enclave de minería ilegal que el Gobierno peruano intervino militarmente en febrero pasado con la intención de acabar con la delincuencia, la prostitución y la degradación ambiental. Son las 6 de la mañana y frente al local del municipio distrital de Camanti, en Quincemil, se ha reunido un nutrido contingente de vigilantes comunales que ha llegado desde las diez comunidades nativas que cogestionan con el Estado la Reserva Comunal Amarakaeri (RCA) —un área natural protegida de más de 402 mil hectáreas que protege las cabeceras de los ríos Madre de Dios y Colorado— para llevar a cabo un patrullaje de rutina. A bordo de tres ‘saltamontes’ —como se denomina en la jerga local a las camionetas todo terreno con tracción en las cuatro ruedas que se mueven por la selva—, la patrulla comunal toma la ruta en dirección a los sectores Santa Isidora, Jucuchamayo y Maravilla-Colorado en el interior de la Reserva Comunal Amarakaeri, un territorio ancestral para los indígenas harakbut que colinda con Quincemil, la capital del distrito de Camanti. A bordo de tres saltamontes, Mongabay Latam acompañó en uno de su últimos patrullajes a los vigilantes comunales. Foto: Lucas Dourojeanni. A esta comitiva, a la que sigue Mongabay Latam, se han unido guardaparques del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), técnicos del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) y de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) con el objetivo de visitar una zona contigua a la reserva donde la actividad minera, según las denuncias recibidas, ha rebrotado. Lee más | Perú: por primera vez sentencian con cárcel a mineros ilegales en Camanti Voces desde el bosque Los poderosos ‘saltamontes’, los mismos camiones que paradójicamente aprendieron a utilizar los mineros para penetrar y dejar cicatrices en el corazón de la selva, transportan esta vez a los vigilantes comunales y funcionarios del Estado que buscan confirmar si la actividad ilegal ha penetrado en el área protegida. “Dos son los sectores más vulnerables de la Reserva Comunal Amarakaeri —comenta el periodista local Manuel Calloquispe que viaja en uno de los ‘saltamontes’— este [señala la zona], el del río Nusinuscato y el de la frontera opuesta, en el límite con San José de Karene, la comunidad harakbut que sin saber lo que les podía ocurrir abrió sus puertas a la minería ilegal”. Se cree que el rebrote de la minería ilegal en los sectores que colindan con la Reserva Comunal Amarakaeri puede ser una consecuencia directa del Operativo Mercurio 2019 en La Pampa. Que la represión en un punto generó el desplazamiento de hombres y maquinarias hacia Camanti. Lo llaman ‘Efecto globo’: cuando las fuerzas del orden reprimen a la minería ilegal en un lugar, esta se traslada a otro. En este caso, a los bordes de la reserva Amarakaeri.