- El territorio indígena de la Amazonía colombiana está dividido en 162 resguardos que albergan a 64 pueblos o etnias. En los departamentos de Putumayo, Caquetá y Guaviare la expansión de las actividades económicas, legales e ilegales, tiene sitiadas a las comunidades que luchan por sobrevivir.
- La alianza periodística de Agenda Propia, Vorágine, Zona Franca y Mongabay Latam visitó cuatro resguardos en Caquetá, Putumayo y Guanía para conocer cuáles son esas actividades que amenazan su existencia y los bienes naturales que hay en su territorio.
- Mantener la forma de vida y la cultura se ha convertido en un desafío de las comunidades indígenas ubicadas en Vichada, Amazonas y Vaupés, en donde las condiciones económicas son precarias pese a la rica biodiversidad. Tienen tierras ricas en minerales y el Estado ya dio concesiones y permisos de explotación.
En un territorio donde los colonos, ganaderos y madereros amenazan a la comunidad, arrasan los bosques, ahuyentan a los animales que servían de alimento y, por décadas, han robado sus bienes con el apoyo de los grupos armados ilegales, el mayor temor de Dagoberto García no está en lo terrenal: “Sentimos esa amenaza, la de perder nuestra esencia espiritual y la conexión con los seres de la naturaleza”. Su sentir es tan solo uno de los saberes que sus mayores insisten en transmitir a él y a otros jóvenes de la etnia coreguaje que habitan en el resguardo Maticurú. Es una de las acciones con las que buscan ahuyentar al fantasma de la extinción.
La frontera “oficial” del resguardo Maticurú, ubicado en tierras del municipio de Milán, en el Caquetá, solo existe en el papel. Hace quince años, un colono movió las cercas y se quedó con ocho hectáreas; otros más también se expandieron y ahora 400 indígenas coreguaje ocupan un pequeño terreno que más bien parece un lunar verde entre enormes manchas de potreros. Junto con Dagoberto García, el pueblo entero sigue resistiendo.
En Colombia, 64 de los 115 pueblos indígenas viven en la amazonía, repartidos territorialmente en 162 resguardos. Ocupan una extensión de 24 699 414 hectáreas, el 75 % del total del territorio étnico, área que las autoridades consideran insuficiente para su pervivencia porque no es la misma que ocuparon ancestralmente y, a medida que se achica su espacio, se amplían las zonas que ocupan la ganadería extensiva, la agricultura, los cultivos ilegales y los proyectos mineros o de extracción de hidrocarburos.
Hoy la Amazonía, como lo explica Mauricio Chavarro, profesional social de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), vive una intensidad inédita en la avalancha de proyectos económicos, legales e ilegales, que avanzan por los territorios ancestrales reconocidos.
“Ya los resguardos han perdido territorio; en muchos casos, lo que se les ha reconocido desde el Estado es el refugio donde las comunidades lograron protegerse. Aun así, la invasión se materializa, por ejemplo, con la minería ilegal que no mide fronteras o con procesos legales de extracción de hidrocarburos que llevan décadas de operación en territorios étnicos, con la excusa del bien común que se traduce en mayores rentas para el Estado”, puntualiza Chavarro.
Un análisis geoespacial de la Amazonía, que hizo la alianza periodística ManchadosXelPetróleo con la información reunida por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), mostró que 106 resguardos en Colombia tienen presencia de bloques petroleros, la mayoría en Caquetá, Vichada y Putumayo; al menos 84 de esos resguardos tienen el 100 % de su territorio cubierto por lotes petroleros.
Carreteras que hacen la diferencia
La Amazonía colombiana, de acuerdo con la división político-administrativa, está ubicada en seis departamentos: Caquetá, Guaviare, Putumayo, Amazonas, Guanía y Vaupés. La mayoría de la población indígena del país vive allí, bajo total autonomía, en resguardos que son las entidades territoriales reconocidas por el Gobierno nacional, bajo la gobernanza de los cabildos que representan legalmente a la comunidad y de las autoridades tradicionales que son quienes mantienen los usos y costumbres.
En la región, la forma de acceso, ya sea terrestre o fluvial, marca la diferencia entre los resguardos. A los departamentos de Caquetá, Guaviare y Putumayo se accede por esos caminos, con todo lo que ello implica. Los tres, además, están en el arco de la deforestación, tienen municipios con aumento en los cultivos de coca y las fronteras agrícolas y ganaderas llevan años ganando espacio.
Los límites de los resguardos que ocupan esta región han sido permeados por los procesos de apropiación de tierras consideradas baldías por el gobierno. Y alrededor de las nuevas ocupaciones, explica Harol Rincón Ipuchima, coordinador secretario general de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía (Opiac), se generan dinámicas de economías ilícitas. “No solo es el narcotráfico, que existe, sino toda una diversidad de negocios ilegales porque las condiciones se prestan para eso”.