El análisis de los años de mayor pérdida boscosa en la región permiten conocer cómo se relacionaron estos hechos con las decisiones políticas que adoptaron los gobiernos en las últimas dos décadas. En Brasil, por ejemplo, la tasa de deforestación había logrado mantenerse a la baja hasta que Jair Bolsonaro llegó al poder.Países como Brasil, México y Bolivia cedieron a las presiones de la demanda ganadera y agroexportadora, facilitando el marco legal o creando programas para el avance de esta industria. En Colombia la deforestación se elevó tras la firma del Acuerdo de Paz, y en Perú la mayor pérdida boscosa se registró en un contexto de asesinato de líderes ambientales. “En la gestión de Bolsonaro se dio una verdadera licencia social a los deforestadores e invasores de tierras públicas, dejando claro que no actuaría para reprimir actividades ilícitas”, dice Juliana de Paula Batista, abogada de la ONG brasileña Instituto Socioambiental (ISA). Su testimonio resume lo que significó el desmantelamiento de las instituciones ambientales en Brasil durante los últimos cuatro años. El gobierno de Bolsonaro es un caso representativo que muestra claramente la relación entre las decisiones políticas y el incremento de la deforestación, pero no es el único. Para profundizar en esta conexión, comparamos el avance de la pérdida boscosa en la región con las principales decisiones políticas que adoptaron los gobiernos en las últimas dos décadas. Un solo árbol queda de pie en un campo de soja junto a la selva tropical, al sur de Santarém y a lo largo de la autopista BR-163. Foto: Daniel Beltrà/Greenpeace. Con este fin, se seleccionaron los tres países que contaban con cifras oficiales de deforestación completas para el período 2001 a 2021 (Brasil, México y Perú), dos que iniciaron su monitoreo anual a mitad del periodo (Colombia y Bolivia) y uno que mantiene el desfase y opacidad en sus datos (Ecuador). Esto nos permitió asociar los momentos más críticos de la deforestación con los gobiernos de turno y entender qué factores fueron determinantes (Lee aquí la primera parte del especial Los bosques que perdimos). Hitos políticos y económicos detrás de la deforestación Una de las primeras medidas de Jair Bolsonaro al asumir la presidencia en 2019 fue propiciar la salida del director de la entidad gubernamental que mide la deforestación, tras acusarlo de presentar cifras elevadas y sensacionalistas. Incluso anunció que cambiaría su metodología de cálculo, pues consideraba que los datos publicados dañaban la imagen del país. Juliana de Paula Batista de la ONG brasileña ISA recuerda que el gobierno intentó impedir o retrasar la publicación de los resultados del aludido Instituto de Investigaciones Espaciales (INPE), pero la agencia continuó con su seguimiento anual. “Se desmantelaron organismos ambientales, se colocó a militares sin conocimientos técnicos en el liderazgo, incluso se trabajó para tratar de legalizar la minería en tierras indígenas, pero fracasó”, explica. La información recabada en la plataforma oficial de Brasil muestra que, en las últimas dos décadas, este país perdió más de 24,9 millones de hectáreas de bosque, es decir, una extensión similar a la del Estado de Sao Paulo. El análisis histórico de los datos evidencia que el país afrontó picos de deforestación entre 2002 y 2004, cuando se perdieron hasta 2,7 millones de hectáreas en un año. El periodo corresponde al último año del gobierno de Fernando Henrique Cardoso y el inicio del primer mandato de Lula da Silva. El mismo 2004 se aprobó el Plan de Acción para la Prevención y Control de la Deforestación en la Amazonía Legal para intentar frenar la deforestación impulsada, en parte, por las extensiones de cultivo de soya en zonas como Mato Grosso. Desde entonces, la tasa de pérdida boscosa mantenía una tendencia a la baja hasta que Jair Bolsonaro llegó al poder.