- Las partículas finas de humo de los incendios en la Amazonía pueden viajar grandes distancias. Esto afecta la calidad del aire en varios países de América del Sur. Sin embargo, un nuevo estudio revela el impacto desproporcionado en las poblaciones indígenas, un tema que hasta el momento no había sido estudiado.
- El estudio encabezado por la doctora Eimy Bonilla —ingeniera medioambiental de la Universidad de Harvard—, sugiere que, dada su proximidad a los incendios y su acceso limitado a la atención médica, los pueblos indígenas amazónicos tienen el doble de probabilidades de morir prematuramente por exposición al humo, en comparación con la población urbana de América del Sur.
Los incendios en la cuenca amazónica representan una grave amenaza no sólo para la selva, sino para la salud humana en América del Sur. Sin embargo, poco se sabe sobre los impactos directos en la salud de las poblaciones indígenas que viven en estos territorios. Para ellas, las finas partículas en el humo que emite el fuego son un riesgo latente.
Un reciente estudio publicado en la revista científica Environmental Research: Health pone el foco en estos efectos y cuantifica una mortalidad prematura: por lo menos 230 muertes de indígenas al año pueden estar relacionadas con la exposición al humo de los incendios en la Amazonía.
El documento señala que las investigaciones anteriores sobre esta amenaza se han centrado, principalmente, en los impactos en la salud de los países en su conjunto o se han basado en datos de ingresos hospitalarios para dimensionar la respuesta sanitaria. Esto ha dejado un hueco en lo referente a los pueblos indígenas, pues se sabe que comúnmente estas poblaciones carecen de acceso a atención médica y a los hospitales.
El equipo de expertos liderado por Eimy Bonilla, ingeniera medioambiental especializada en ciencias atmosféricas de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, se basó en el modelo de transporte de química atmosférica GEOS-Chem —impulsado por la NASA y con sede en la universidad—, para simular las partículas PM2.5 de los incendios, es decir, aquel material con un tamaño inferior a 2.5 micrómetros. Así se cuantificó la distribución del humo en América del Sur y su efecto en la salud pública entre los años 2014 y 2019, lo que mostró que esta amenaza tiene un gran efecto negativo en las personas que viven en territorios indígenas.
“Estimamos que el humo de los incendios en América del Sur representó aproximadamente 12 000 muertes prematuras cada año entre 2014 y 2019, y alrededor de 230 de estas muertes ocurrieron en tierras indígenas”, cita el estudio. Anualmente, la exposición al humo representó dos muertes prematuras por cada 100 000 personas en América del Sur, pero se duplicó en los territorios indígenas, con cuatro muertes prematuras por cada 100 000 personas.
En Brasil, Argentina y Colombia, la mayor cantidad de muertes relacionadas con la exposición al humo ocurrió en poblaciones urbanas. Sin embargo, Perú y Bolivia lideran en cuanto al exceso de muertes en los territorios indígenas, por su proximidad al humo. En el periodo estudiado, las muertes en Perú fueron alrededor de 500 sólo para los territorios indígenas.
“El promedio de muertes indígenas por año es de 82 en Perú, 71 en Bolivia y 40 en Brasil”, detalla Bonilla. Estos valores sugieren “una influencia descomunal de la exposición al humo en los pueblos indígenas en comparación con otras poblaciones”, destaca el artículo científico.
El impacto desproporcionado en la Amazonía
Eimy Bonilla, científica originaria de El Salvador pero radicada en los Estados Unidos, inició el proyecto en 2019, cuando se encontraba estudiando el humo y los incendios forestales relacionados con la cordillera de los Andes. Pronto se dio cuenta de que buena parte del humo y las partículas que afectan a esta región provienen de incendios que ocurren en la Amazonía.
Poco después inició la pandemia del COVID-19. Bonilla leyó varios artículos sobre la imposibilidad de las personas indígenas para acceder a hospitales, así como a medicamentos, materiales básicos de higiene y agua limpia. “Es algo que uno sabe, pero nunca lo lee comúnmente. Debían viajar entre 200 y 700 kilómetros para atenderse y eso me puso a pensar en cómo los incendios pueden afectarles más si no tienen acceso a clínicas”, dice. Si muchos de los estudios sobre la salud son hechos con datos de los hospitales, “¿cómo vamos a saber si los indígenas son afectados, si no tienen acceso a ellos? Por eso surgió el proyecto”, comenta la científica.
El estudio se basó en el análisis de las partículas finas PM2.5 —material particulado o particulate matter en inglés— que el humo deja en el aire. Miden sólo 2.5 micras de diámetro y tienen la capacidad de entrar directamente a los pulmones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) las relaciona con la generación de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como cáncer pulmonar. El artículo científico agrega la posibilidad de enfermedades neuropsicológicas, disfunción metabólica, salud mental, pérdida de días de trabajo y aumento de los costos médicos, entre otras afectaciones.
“Si las partículas son grandes —como polvo o tierra—, los vellos nasales las retienen y no entran al cuerpo. Pero las partículas más finas son las que viajan y llegan más adentro de los pulmones, pueden llegar a la sangre y esas son las que más afectan a la gente”, detalla Bonilla.
Para analizar los efectos, el equipo de científicos utilizó un modelo para conocer el movimiento del aire y el humo en la atmósfera, combinado con datos demográficos de la cuenca amazónica y una ecuación matemática para estimar el impacto de las PM2.5 respecto a las muertes prematuras. Así determinaron que las personas más expuestas, de manera desproporcionada, son las indígenas de la Amazonía.
“En Brasil hay más tierras, por lo tanto, hay más gente en las poblaciones indígenas. Lo mismo en Bolivia. En la frontera entre ambos países hay muchos incendios; las poblaciones que están cerca de esa región son las que probablemente tienen mayores efectos negativos en su salud”, agrega Bonilla.
El estudio cita que, en el caso de Brasil, el gobierno implementó nuevas regulaciones para reducir la deforestación ilegal en 2004. En los años posteriores, de 2005 a 2013, las tasas de deforestación en la región amazónica se redujeron en un 70 % y el número de incendios se redujo aproximadamente en un 60 %. Sin embargo, estas tendencias se revirtieron a partir del 2018.
El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) —citado en el estudio—, estimó que aproximadamente 10 000 kilómetros cuadrados (1 millón de hectáreas) de la Amazonía brasileña fueron eliminados entre julio de 2018 y agosto de 2019, un aumento del 34 % con respecto al periodo anterior, de julio 2017 a agosto 2018. Además, en 2020, la actividad de incendios aumentó cerca del 74 % y, en 2021, la deforestación en esta región creció unos 13 000 kilómetros cuadrados (1,3 millones de hectáreas) por año, casi el doble de la tasa de 2012. Cerca del 56 % de todos los incendios ocurridos en Sudamérica, entre 2014 y 2021, sucedieron en Brasil.
“Lo que hemos visto es que, recientemente, ha habido más incendios forestales y eso puede ser por muchas cosas. En parte, puede ser por las políticas (de protección de los bosques y selvas), pero también por los cambios en el clima y en la vegetación. En los últimos 20 o 30 años ha habido muchos estudios que identificaron que había menos incendios después de la ley del 2004, cuando se lograron más tierras protegidas en la Amazonía. Otros científicos con los que he hablado dicen que, conforme ha pasado el tiempo, estas leyes no han traído mucha protección realmente”, asevera la experta.
Involucrar a las comunidades
Los científicos concluyeron que, para obtener una mayor comprensión de las formas en que los incendios afectan la salud y el bienestar públicos, el trabajo futuro debería involucrar más de cerca a las personas que viven en los territorios indígenas amazónicos. En particular, desde la academia buscan llevar sus resultados a estas poblaciones y generar acercamientos para escuchar sobre las afectaciones en primera persona, en una nueva fase del proyecto de investigación.
Además, recomendaron que los gobiernos deberían brindar asistencia financiera para monitorear la calidad del aire. Esto podría lograrse con el despliegue de monitores de referencia y sensores de bajo costo en los territorios indígenas para estudiar el impacto de la exposición al humo a corto y largo plazo.
En sus conclusiones, el equipo de Bonilla recordó que el fuego no sólo afecta la calidad del aire, sino también la seguridad alimentaria en estas comunidades con la destrucción de la vegetación tropical. Asimismo, cuando la erosión aumenta, el fuego también puede contaminar las fuentes de agua, distribuyendo escombros, toxinas y nutrientes nocivos por toda la cuenca amazónica.
Desde el año 2000 —agregan los científicos—, la deforestación, los incendios, la construcción de carreteras y los cambios en el uso de la tierra han provocado una cuenca amazónica más seca y menos resistente al fuego, una tendencia que persistirá si la deforestación sigue aumentando. Sin embargo, investigaciones previas han sugerido que existen beneficios sustanciales cuando a las comunidades indígenas se les otorga la posibilidad de crear políticas ambientales y regular los recursos naturales por separado de los gobiernos estatales.
El estudio destaca que los pueblos indígenas han actuado como guardianes de la biodiversidad, la calidad del agua y los recursos naturales, al limitar la deforestación y la propagación de incendios.
“Pienso que, así como sucedió con el COVID-19, se pueden hacer muchas cosas para mejorar la situación. No me gustaría hablar por la gente que vive en las tierras indígenas; desde mi perspectiva, lo primero es preguntarles a ellos qué es lo que realmente necesitan”, concluye Bonilla.
REFERENCIA
Bonilla, E. X., Mickley, L. J., Raheja, G., Eastham, S. D., Buonocore, J. J., Alencar, A., … & Castro, M. C. (2023). Health impacts of smoke exposure in South America: increased risk for populations in the Amazonian Indigenous territories. Environmental Research: Health, 1(2), 021007.
* Imagen principal: Esta fotografía de incendios forestales a lo largo del Río Xingu, en Brasil, fue tomada por astronautas de la Estación Espacial Internacional en 2011. Observatorio de la Tierra de la NASA.
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