- Un nuevo estudio ha destacado un tema por mucho tiempo desatendido por los científicos y por aquellos que hacen las políticas: el aumento rápido de las minicentrales hidroeléctricas.
- A nivel global, existen casi 83 000 minicentrales hidroeléctricas en 150 naciones. Sin embargo, el impacto de las minipresas ha sido tan poco estudiado por los científicos como poco regulado por los gobiernos.
En enero Brasil hizo un anuncio sorpresivo al terminar con sus políticas de construcción de megarrepresas, después de años de impulsar proyectos controvertidos como la presa Belo Monte (la tercera más grande del mundo) y el complejo Tapajós. Aunque esas noticias fueron bien recibidas por los ambientalistas, fueron eclipsadas al mismo tiempo por malas noticias: un incremento quíntuple de las llamadas minicentrales hidroeléctricas en Brasil en los últimos 20 años, según identificó un estudio nuevo.
Los impactos crecientes de estas numerosas minicentrales hidroeléctricas no deben pasar desapercibidos, advierten los científicos.
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La investigación, dirigida por Thiago Couto, de la Universidad de Washington, examinó la magnitud y la expansión de minicentrales hidroeléctricas por todo el mundo. En total, se registró que hay 82 891 de ellas en operación o en construcción en 150 países —es decir, 11 minipresas por cada una de las grandes a nivel global—. Este número podría triplicarse, de acuerdo al estudio, si se desarrolla toda la capacidad posible; ya hay otras 10 569 minipresas en fase de planificación. China va por delante, con más de 47 000 de ellas ya en operación.
No solo la cantidad y la amplia distribución de las minipresas fueron inesperadas, también fue “una gran sorpresa que las políticas ambientales y el cuerpo existente de conocimiento científico sean insuficientes para guiar e informar respecto a la rápida expansión del sector de minicentrales hidroeléctricas”, dijo Couto.
El incremento en el desarrollo de minicentrales hidroeléctricas surge en un momento en que las presas grandes están perdiendo popularidad como fuente de energía renovable: cada vez hay más evidencias de sus impactos sociales y ambientales directos e indirectos, que van desde la deforestación y la amenaza a la seguridad alimentaria hasta la contribución a las emisiones de carbono y el trastorno de las migraciones animales.
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Sin embargo, las minicentrales hidroeléctricas no necesariamente deberían verse como más seguras y ecológicas, argumentan los investigadores: el término por sí mismo es arbitrario y no guarda relación con la magnitud de los impactos negativos que una presa podría causar.
Las minihidráulicas se definen como tal por su capacidad de generación, pero estas definiciones “varían sustancialmente, desde un 1 megawatt (MW), para las instalaciones en Alemania y Burundi, hasta los 50 MW para aquellas en Canadá, China y Pakistán”, escriben los investigadores.
“No hay soporte científico para la clasificación de minipresas que está en uso actualmente y [aun así] el criterio está siendo aplicado en las regulaciones ambientales de la mayoría de los países”, explicó Couto. “Para ser más eficientes, las regulaciones deben disolver el calificativo ‘mini’ y ver más allá del criterio basado en la capacidad”.
Las llamadas minicentrales hidroeléctricas varían no solo en tamaño, sino también en su método de operación. Pueden ser clasificadas ampliamente según si almacenan o no agua en un depósito y según si el agua se desvía para llegar a la central eléctrica; ambas clasificaciones pueden afectar significativamente la magnitud de la influencia que tiene una presa en los niveles de agua y en los regímenes de flujo.
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Estos factores, entre otros, se vuelven más relevantes al momento de evaluar los probables impactos ambientales de las presas planificadas, dijo Couto. “Métricas como la altura de la presa, el área del depósito y la alteración del flujo son ignoradas generalmente por las políticas ambientales, pero la literatura científica las ha identificado como indicadores de los efectos ecológicos de las presas”.
Otro problema señalado por el estudio fue la falta de planificación coordinada y de evaluación de impacto dentro de cuencas enteras. “Muchas cuencas están absorbiendo múltiples minipresas, pero las regulaciones y políticas le dan una atención muy limitada a los impactos acumulativos que causa la suma de presas en conjunto”, dijo Couto.
David Kaplan, quien dirige un grupo de investigación ecológica de cuencas en la Universidad de Florida, está de acuerdo con que se trata de un problema ambiental que se pasa mucho por alto. Existe “el potencial de sustanciales impactos acumulativos provenientes de miles de sistemas pequeños y no regulados en la hidrología ribereña y en la ecología, particularmente en las corrientes principales y en los ríos pequeños”, dice.
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Kaplan señala otras preocupaciones: “Mientras que algunos impactos de las minicentrales hidroeléctricas son más pequeños en magnitud que los de los proyectos más grandes, también [es cierto que las minicentrales] producen mucha menos electricidad, lo cual significa que se necesita construir muchas más de ellas para satisfacer las demandas energéticas”. Aunado a eso, la investigación de Kaplan ha demostrado que por cada unidad de energía generada, las minipresas pueden causar diez veces los impactos en la hidrología de los ríos que causarían las presas grandes.
El crecimiento descontrolado del desarrollo de minicentrales hidroeléctricas ha sido ayudado por la ausencia de legislación y licenciamiento rigurosos en lo que respecta a su construcción. En muchos países, incluyendo Brasil, el proceso de licencia es simplificado o está ausente para presas por debajo de cierta capacidad de generación; hasta dos tercios de los países podrían carecer de requerimientos ambientales específicos para las minipresas hidroeléctricas, reportan los investigadores.
Se trata de una inadvertencia seria, dicen, dado el apetito global por la expansión del sector. “Los planes futuros para las minicentrales hidroeléctricas se concentran en Asia, las Américas, el sur y este de Europa y África oriental, lo que incluye muchos de los países megabiodiversos de los trópicos y subtrópicos, como China, India, Malasia, Filipinas, Brasil, Colombia y Perú”, dijo Couto. “Algunas regiones, como el Himalaya, la meseta tibetana y los Andes son de gran interés para el desarrollo hidroeléctrico, pero estas regiones también hospedan un alto número de especies endémicas de agua dulce”.
En el caso de Brasil, un alejamiento de la construcción de megarrepresas llevará a un “impulso todavía más fuerte al desarrollo de minihidráulicas”, advierte Kaplan. El paso rápido y la escala del desarrollo de las minipresas demandan el incremento de la atención científica a los impactos ambientales y unas políticas y regulaciones más robustas —prioridades urgentes no solo para Brasil.
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Referencias:
Couto, T. B. A. and Olden, J. D. (2018) Global proliferation of small hydropower plants – science and policy. Front Ecol Environ 2018; doi: 10.1002/fee.1746