- “La pérdida de bosques tiende a propagarse de manera contagiosa alrededor de carreteras recientemente construidas y/o pavimentadas”, explica la bióloga Mónica Moraes.
- Hace unos años la Amazonía Boliviana era la zona menos intervenida de este enorme bosque. Hoy, el panorama ha cambiado drásticamente debido al desarrollo de proyectos agrícolas, energéticos, mineros y de explotación de hidrocarburos.
El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) representa no solo un punto clave de biodiversidad en Bolivia, sino también del mundo, por sus altos niveles de endemismo y poblaciones de megafauna de importancia global. Su posición estratégica, entre los Andes y la Amazonía, es responsable de la existencia de este ecosistema tan particular en Bolivia.
Y aunque esto debería ser suficiente para asegurar su conservación, el TIPNIS se encuentra amenazado. Un polémico proyecto, para la construcción de una carretera que atravesaría el núcleo del parque, ha provocado un importante conflicto socioambiental que se mantiene vigente hasta ahora. Precisamente este escenario es el que estudia la bióloga boliviana, Mónica Moraes, quien publicó en el 2018 junto a un equipo internacional de científicos un estudio que evalúa los impactos que podría causar en el ecosistema la construcción de esta vía. Además, el estudio calculó que entre el 2000 y 2014 ya se habían perdido 46 000 hectáreas de bosque en la zona del TIPNIS.
Aunque actualmente el proyecto vial se encuentra detenido, el debate sobre la deforestación en la Amazonía boliviana continúa latente y preocupa a científicos y conservacionistas del mundo entero.
Mongabay Latam conversó con Mónica Moraes acerca de pérdida de bosque en la Amazonía boliviana y de su pasión por las palmeras, plantas a las que les ha dedicado años de estudio a lo largo de su carrera. Moraes es docente desde hace 28 años, vinculada a la carrera de Biología de la Facultad de Ciencias Puras y Naturales de la Universidad Mayor de San Andrés, y es también investigadora del Herbario Nacional de Bolivia que depende del Instituto de Ecología de la misma universidad. Además, ha participado en más de 20 proyectos de investigación nacionales e internacionales. Es autora de un importante número de libros, editora en jefe de la Revista Ecología en Bolivia, académica de la Academia Nacional de Ciencias, punto focal por Bolivia del Grupo de Mujeres en Ciencias de la Asociación Interamericana de Academias de Ciencias y, en 2016, el Concejo Municipal de La Paz le otorgó la Condecoración Prócer Pedro Domingo Murillo, en el Grado de Honor Cívico, un reconocimiento a su trayectoria y su aporte a la ciencia.
¿Por qué decidió dedicarse a la biología?
Supongo que mi padre me influenció mucho con las historias que nos contó de cuando él vivió en Riberalta de niño y también cuando nos llevaron en familia para vacacionar en los Yungas. La naturaleza y, especialmente, el bosque tropical fueron un imán permanente en mi vida.
Entiendo que se ha especializado en el estudio de las palmeras en Bolivia. ¿Por qué decidió ese camino?
Hubo muchos factores que me hicieron conectar con ese grupo de plantas: un viaje largo por el río Madre de Dios donde vi muchas especies en paisajes amazónicos y un estudio de campo para la elaboración de un mapa de la vegetación de la Estación Biológica Beni en Bolivia, en que por sorteo me tocó ocuparme de las formaciones de palmeras.
Empecé por la taxonomía, es decir, por la agrupación de estas plantas. Seguí con su distribución, después con la etnobotánica y más tarde con la conservación y manejo, pero ese orden fue más una acumulación de componentes para comprender mejor estas plantas.
¿Qué tienen de particular las palmeras de Bolivia? ¿Por qué le parece importante estudiarlas?
Después de las gramíneas y leguminosas son las más importantes para la gente en todo el mundo. Son fuente de alimento, material de construcción, de artesanías, de utensilios y otros. Como no son tantas especies a nivel mundial, es la familia de plantas que mejor se ha documentado, aunque también ha cambiado recientemente su taxonomía. En Bolivia son casi 100 las especies que son nativas, 10 de ellas son endémicas, es decir, que son únicas en el mundo, y más del 60 % tiene al menos una categoría de uso.
Participó de la publicación sobre el TIPNIS New law puts Bolivian biodiversity hotspot on road to deforestation, ¿podríamos hablarnos de esta investigación?
Sí, fui parte del grupo de autores que discutió la situación de inminente peligro derivado de la construcción de la carretera que cruza por el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) entre Cochabamba y Beni. Esta presenta consecuencias irreversibles en la región amazónica de Bolivia, donde el paisaje es mayormente muy frágil, con una resiliencia muy lenta y con una diversidad biológica muy valiosa, especialmente, cuando interactúa con zonas transicionales como la subandina, en el pie de monte de la Cordillera de los Andes, o en conexión con formaciones del bosque chiquitano y del precámbrico en el este de Bolivia.
¿Puede contarnos más de esta experiencia?
No todos los autores realizamos una expedición conjunta, pues cada uno conocía el área de influencia del TIPNIS. Pero la verdad es que nos sentimos convocados a realizar un análisis como este, pues existe evidencia bien establecida (p.e. en Brasil) de que la pérdida de bosques tiende a propagarse de manera sinérgica alrededor de carreteras recientemente construidas y/o pavimentadas, generando redes de carreteras secundarias que aumentan la extensión espacial de la interrupción del hábitat. Una muestra precisamente es el Acre brasileño, que muestra un patrón a modo de “esqueleto de pez”.
Esta publicación se basó en un análisis geoespacial de imágenes satelitales e información de libre acceso en bases de datos de áreas protegidas a nivel mundial, mapa de caminos, capas hídricas, datos de deforestación de bosques a nivel mundial, entre mucha información más. Todos los procedimientos de este análisis están detallados en el material suplementario de esta publicación, que es actualmente una de las principales referencias disponibles sobre cambio de cobertura forestal para la Amazonía boliviana.
¿Por qué ocurre ese efecto “sinérgico”?
Un sendero y luego un tramo carretero facilita la conexión entre pobladores locales que luego desarrollan su comercio e incrementan en número, por lo que esa presión concentrada en un solo trazo posteriormente se ramifica y amplía, tanto en número de asentamientos como en importancia de acceso.
¿Cuáles fueron las principales conclusiones de esa investigación?
El desarrollo asociado a las políticas económicas basadas en la extracción generó impacto en el TIPNIS (y en varias otras áreas protegidas) porque se incrementa la degradación de los paisajes naturales. Lamentablemente la repercusión ha causado también la reducción de tamaño y la eliminación de áreas protegidas en la Amazonía.
Bolivia es miembro de la Convención de Biodiversidad de las Naciones Unidas y junto a otros países hemos asumido el compromiso en conservar el 17 % de nuestro territorio en un sistema nacional de áreas protegidas. Pero con las altas tasas de deforestación, los elevados niveles extractivos (minería, hidrocarburos, madera, fauna y otros, será muy difícil cumplir con este objetivo.
Pero la construcción de la carretera está detenida. ¿Le parece que es algo permanente?
Hace poco se ha conocido que varios puentes ya han sido construidos. Es solo cuestión de tiempo.
¿Qué tan evidente es la deforestación cuando sale al campo?
En cada salida de viaje de campo a la Amazonía boliviana aparece la deforestación en menor o mayor escala, ya sea para habilitar pastizales y ganadería o para la instalación de asentamientos humanos, que parecen incipientes y temporales pero que luego se desarrollan y amplían en forma muy desordenada, carentes de planificación y sentido lógico.
Las migraciones que se dan en el interior del país no cuentan con ninguna orientación ni vigilancia para mitigar impactos desfavorables en el entorno natural, especialmente cuando la roza, quema y tumba de árboles es la práctica más ampliamente difundida en la Amazonía.
¿Cómo ve el futuro? ¿Le parece que se están tomando medidas para detener la deforestación en Bolivia o que se intensificará?
Se ha destacado que antes Bolivia estaba entre los países que contaba con un porcentaje cercano al 50 % de cobertura de bosques, pero en los últimos años esto ha disminuido drásticamente. Lamentablemente, las políticas desarrollistas son muy irresponsables, solo proyectan los esfuerzos a corto plazo y no miden las consecuencias, a mediano o largo plazo, porque creen que el futuro no está bajo la gestión gubernamental de turno. Son esquemas demasiado simplistas y que se desmarcan de hacer algo bueno para que duren los recursos y nuestro patrimonio natural, y así las generaciones que vienen puedan disfrutar de ellos.
¿Qué nivel de conciencia existe entre la población boliviana acerca de las consecuencias de la deforestación del Amazonas?
Habría que hacer una evaluación al respecto para tener un reconocimiento más preciso para responder sobre el nivel de conciencia que existe actualmente. Sin embargo, me temo que todavía es muy incipiente y fraccionada como para sumar fuerzas y consolidar la voz de reclamo de la sociedad boliviana cuando los gobernantes se equivocan.
¿Cómo impacta, a nivel personal, trabajar el tema de la deforestación?
No solo la deforestación, también la tala ilegal de maderas preciosas, el saqueo de nuestra fauna, la contaminación y tantos procesos que amenazan a nuestro patrimonio natural son temas que desafían a seguir haciendo ciencia, desde donde se puede y aunque no se note.
¿Aunque no se note?
La investigación científica no necesariamente se genera para resolver problemas y que luego sea de conocimiento público presentada por los medios. También hay grupos de investigadores que participan en equipos de trabajo que igualmente producen información original, procesada en forma confiable, y que documenta los experimentos o fenómenos que son analizados. El objetivo es desarrollar investigación y producir publicaciones que demuestren el avance científico. Sería pertinente que esa información sea fundamental y conceptual para la toma de decisiones.
Algunos científicos bolivianos aseguran que existe una cierta persecución gubernamental hacia las instituciones que se dedican a la ciencia y que denuncian, a partir de ella, malas prácticas medioambientales. ¿Qué opina de eso?
La política procura imponer el poder y peor si es de orden hegemónico, porque no le interesa ser cuestionada ni condenada. Mientras que la ciencia, al contrario, intenta generar información confiable y fidedigna validada por pares académicos. Entonces se esperaría que sean reducidas o casi nulas las oportunidades de interacción.
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Referencias:
Fernández-Llamazares, Á., Helle, J., Eklund, J., Balmford, A., Moraes, R. M., Reyes-García, V., & Cabeza, M. (2018). New law puts Bolivian biodiversity hotspot on road to deforestation. Current Biology, 28(1), R15-R16.
Moraes, M. (1991). Contribución al estudio del ciclo biológico de la palma Copernicia alba en un área ganadera (Espíritu, Beni, Bolivia). Ecología en Bolivia, 18, 1-20.
Pintaud, J. C., Galeano, G., Balslev, H., Bernal, R., Borchsenius, F., Ferreira, E., … & Noblick, L. (2008). Las palmeras de América del Sur: diversidad, distribución e historia evolutiva. Revista peruana de biología, 15, 7-30.
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