- La explotación petrolera y la palma de aceite se abastecen de las mismas fuentes de agua que son usadas por la comunidad para su consumo y sus proyectos productivos. La comunidad denuncia contaminación y escasez.
- Autoridades ambientales aseguran que es necesario incluir la carga contaminante que genera, trata y vierte el sector de la palma.
*Este reportaje es una alianza periodística entre Rutas del Conflicto y Mongabay Latam.
Cuando Modesto Paredes compró 10 hectáreas de la vereda Rubiales en Puerto Gaitán, Meta, pensó que viviría en un paraíso, lugar perfecto para establecer su finca Costa Brava. En esta zona rural, ubicada en los Llanos Orientales de Colombia, abundan la tierra rojiza y las extensas llanuras, que tienen como límites el río Tillavá al sur, y el Caño Rubiales al norte, principales afluentes de la zona.
Han pasado diez años desde que Modesto llegó a la vereda, y de aquel paisaje de guacamayos, dantas, ciervos y venados que recorrían sus cultivos de caña, yuca, plátano y árboles frutales, no queda nada. Cuando puso su finca, Rubiales ya era una zona enmarcada en complejos de explotación petrolera que producen miles de barriles de crudo a diario, en la actualidad a cargo de la empresa Ecopetrol. Hoy, además de la infraestructura del crudo, se ven en el horizonte más de 3000 hectáreas de palma de aceite, un monocultivo que se ha extendido en la vereda reemplazando a bosques de galería y palmas de moriche, ecosistemas nativos de la zona.
Actualmente, la explotación petrolera y la palma de aceite se abastecen de las mismas fuentes de agua que son usadas por la comunidad para su consumo y sus proyectos productivos. Este panorama ha convertido el agua de Rubiales en un recurso escaso, especialmente para las familias y habitantes de la vereda que han visto cómo la agroindustria y la extracción petrolera han modificado el paisaje natural y han cambiado las formas de habitar el territorio. En verano, el agua para el consumo humano llega a la comunidad por carrotanques, también conocidos como camiones cisterna, pues los habitantes de la vereda aseguran que el agua del río está contaminada.
Para la comunidad, la contaminación y la sequía se han incrementado desde la llegada de la palma de aceite a la zona. Según Rosalbina Ramírez, miembro de la Asociación Comité Ambiental, Agrario y Comunitario de Puerto Gaitán, “el cultivo de palma lo rocían con agua que les sobra de la explotación petrolera. Pasan el agua por un procesamiento y la echan a las palmeras que escurren hacia el río Tillavá y los brazos del río y nacederos. Todos esos residuos llegan al agua. Por más que le hagan tratamiento, el agua siempre lleva algún residuo de la palma y el petróleo”.