- El sudeste asiático se está quedando sin tierras. La altura y clima tropical de gran parte de América Latina, la convierte en una zona ideal para el cultivo de palma.
- Una expansión sin control puede poner en riesgo a los bosques tropicales. La deforestación, la contaminación de las aguas y la disputa por las tierras son las principales amenazas en los países de la región.
“El aceite de palma está aquí para quedarse”. Esa es una de las principales conclusiones del informe Aceite de Palma y Biodiversidad, elaborado por la UICN en el 2018 y que representa uno de los más recientes y completos esfuerzos por entender el papel que juega hoy en el mundo la industria de la palma aceitera.
Los datos son contundentes. La demanda mundial de aceite de palma al año está en 165 millones de toneladas y se estima que, para el 2050, esta se dispare a 310 millones de toneladas, es decir, que casi se duplique. El problema global es que, sobre todo en países del sudeste asiático, como Malasia e Indonesia —que en su conjunto representan el 85 % de la oferta de aceite—, los cultivos se han expandido a una enorme velocidad y han terminado por destruir bosques tropicales naturales. La preocupación es tan grande que la Unión Europea (UE) estableció, en marzo de este año, nuevos criterios para el uso del aceite de palma en los biocombustibles.
Esta decisión se alinea en la batalla contra el calentamiento global de la UE, donde uno de sus objetivos es reducir las emisiones en al menos 40 % para 2030, en comparación con los niveles de 1990. Actualmente, el 46 % de las importaciones totales de aceite de palma en esa región se destina a la elaboración de biocombustibles, según la asamblea de la UE. Sin embargo, comienzan a notarse algunos cambios como, por ejemplo, en Noruega, que en enero pasado se convirtió en el primer país en prohibir el aceite de palma que causa deforestación, y su Parlamento votó a favor de prohibir la compra de biocombustibles que no demuestren que fueron producidos con una palma trabajada de manera sostenible.
El problema ahora es que esta amenaza en lugar de ser controlada podría migrar a otra región. Las fuertes restricciones de varios países al aceite de palma proveniente de Asia, está haciendo que los productores miren hacia otras regiones para establecer sus cultivos. Sumado a esto, las proyecciones de disponibilidad de tierras en Indonesia y Malasia son cada vez menores. Latinoamérica, debido a su extenso territorio —aunque gran parte pertenece a ecosistemas boscosos nativos y prístinos— y a sus condiciones tropicales, se ha convertido entonces en la primera opción para el nuevo despegue del negocio de la palma.
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El mismo cultivo en un contexto diferente
La UICN llega a conclusiones que pueden calificarse como inesperadas. Una de ellas es que prohibir el aceite de palma podría aumentar la producción de otros cultivos aceiteros para cubrir la demanda, lo que desplazaría, en vez de detener, las considerables pérdidas de biodiversidad que genera la palma en el mundo. “Si se toma en cuenta que otros cultivos aceiteros necesitan hasta nueve veces más tierra que el aceite de palma, reemplazarlo por otros cultivos aumentaría notablemente el total de tierras empleadas para producir suficiente aceite vegetal para satisfacer la demanda mundial”, dice el informe.
Por ejemplo, para producir una tonelada de aceite de palma se necesitan 0.2 hectáreas, mientras que para una tonelada de aceite de canola se necesitan 1.25 hectáreas, 1.43 para los cultivos de girasol y 2 hectáreas para los cultivos de soya.
Aun así, la UICN también indica que la producción de aceite de palma es la amenaza principal para 193 especies en Peligro Crítico, En Peligro o en estado Vulnerable, según la Lista Roja de especies de la misma organización.
Malasia e Indonesia son los principales productores pero cuatro países latinoamericanos están dentro de los 10 primeros: Colombia (4), Ecuador (7), Brasil (9) y Honduras (10). En Colombia, por ejemplo, preocupa la situación del mono tití cabeciblanco (Saguinus oedipus) considerado como en Peligro Crítico, que habita en ecosistemas donde se está plantando palma.
A escala industrial, según datos de la FAO utilizados por UICN en su informe, Colombia tiene 290 600 hectáreas sembradas, Ecuador 24 503, Brasil 114 188 y Honduras 64 084. Sin embargo, las cifras finales varían pues en ese análisis no se consideran las hectáreas sembradas por los pequeños productores.