- Para sobrevivir, los cauquenes colorados han tenido que esquivar desde las balas de los cazadores y el envenenamiento de viejo antaño hasta las hélices de los molinos de viento modernos. De una población de 36 000 en 1976, hoy apenas se cuentan 700 ejemplares vivos.
- En Argentina, existen varias estrategias de conservación para salvar a esta ave migratoria, en el momento de la anidación, durante la invernación y en sus espacios de estancia.
En los años cincuenta, los especialistas en ornitología consideraban al cauquén colorado como “el más común entre los gansos en los alrededores de la estepa norte de la isla de Tierra del Fuego”. Lo que ocurrió durante las siete décadas siguientes fue una acumulación de sucesos que condujo a que hoy los científicos reporten la supervivencia de apenas 700 ejemplares vivos de estas aves que siguen migrando entre la Patagonia Austral y la provincia de Buenos Aires.
El cauquén colorado (Chloephaga rubidiceps) es un ave acuática, de apenas 50 centímetros de longitud, con la cabeza pardo-rojiza; tiene el pico negro, el vientre gris cruzado por finas barras negras y las patas de tonalidad naranja. Se encuentra en la Patagonia Austral a ambos lados de la frontera argentino-chilena. Entre abril y mayo, viajan alrededor de 1300 kilómetros hacia el norte para pasar el invierno en la provincia de Buenos Aires y el norte de Río Negro.
Esta especie fue incluida en la categoría de Peligro Crítico en el Apéndice I de la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS). Su disminución ha sido dramática: De 36 000 ejemplares que había en 1976, pasó a 16 000 en 1984 y a 8900 en 2007, cuando se prohibió su caza, medida que no bastó para que en 2015 se contaran apenas 6419 aves.
La disminución de la población de esta especie ha sido multifactorial. En los años treinta, el gobierno aceptó la solicitud de declararla como plaga y con ello implementó planes de control en los sitios de hibernación y erradicación del ave en los lugares de reproducción ubicados en la Patagonia. Llegaron a envenenarlos, cazarlos y dispersarlos en aviones hacia el mar.
Dos décadas después llegaron las especies invasoras que los persiguieron y luego, el sobrepastoreo y la explotación petrolera y gasífera impactaron negativamente sobre el territorio y la especie.
Desde el 2007, se prohibió disparar a los cauquenes migratorios en la provincia de Buenos Aires y cuatro años después, la medida alcanzó a todo el país. En Chile, su caza aún no ha sido prohibida.
¿Qué se ha hecho para recuperar la población de esta ave migratoria? Aquí te presentamos tres estrategias de conservación para salvar a esta especie de la extinción:
LEE MÁS | Una gran orquesta canora: aves de Colombia son protagonistas de una canción experimental
Cuidar los nidos: Estancia Cullen
Las hembras de los cauquenes colorados son monógamas y ponen entre 4 a 12 huevos una sola vez por año; sus pichones demoran alrededor de unos 50 días en empezar a volar. Durante este período, están indefensos frente a los múltiples depredadores ya que para sobrevivir requieren contar con la suficiente cobertura vegetal para resguardarse. En la actualidad, estos parajes con mayor presencia de vegetación han desaparecido del paisaje patagónico austral.
Por ello, en el noreste de Tierra de Fuego, se delimitó un área de 5.3 hectáreas clausurada especialmente para alentar la reproducción de cauquenes. Tiene una vegetación alta para que las aves estén más tranquilas. En este lugar se cuenta con uno de los dos únicos nidos activos de parejas reproductoras registrados en el país. El otro está en Santa Cruz.
Y adicional a ello, el Centro de Rehabilitación de Aves Leñadura (CRAL) ha creado un proyecto de reproducción en cautiverio en que los padres crían a los pichones que después son liberados y anillados.
LEE MÁS | Mariposa monarca, la pequeña migratoria que ya resiente los efectos del cambio climático
Conservar el ecosistema: San Cayetano
El área de invernación en Argentina se ha convertido en un territorio vital para la supervivencia del cauquén colorado. Ahí se han llevado a cabo esfuerzos de conservación para protegerla. En 1999, Daniel Blanco, el actual director de la Oficina Regional de Wetlands International en Argentina, estableció una “zona de alta densidad” de 13 000 hectáreas en San Cayetano, donde se unen los humedales, campos de trigo y potreros con pastura que ahora están designados como Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (AICA) y es esencial para la supervivencia de la especie durante el invierno.
Durante diez años hicieron conteo de ejemplares en ese sitio y se dieron cuenta de que esos potreros eran ideales para la invernación de la especie
Esto, lamentablemente, no solo lo saben los científicos. Los cazadores que llegan desde diversos países conocen el lugar y pese a las prohibiciones, siguen llegando al aeropuerto cercano. Las autoridades junto con las comunidades locales se han unido para intentar erradicar esta costumbre e incluso han hecho campañas con las Embajadas. Su idea es cambiar la cacería por el aviturismo, y con ese objetivo a largo plazo ya crearon un santuario dentro de un campo privado para la observación no invasiva de aves.
LEE MÁS | Visón americano: un carnívoro voraz de piel sedosa que se hizo dueño de la Patagonia argentina
El avistamiento: El Tamarisco
Una iniciativa que buscaba mejorar la relación de los cultivadores de trigo con los cauquenes colorados, terminó en una estrategia de conservación que busca atraer turistas y promover el cuidado de las aves.
En las comunidades de Tres Arroyos, una ciudad ubicada 60 kilómetros al norte de la zona de alta densidad, firmaron un convenio con una empresa molinera en el sureste de la provincia que se comprometió a incluir en sus contratos firmados con los proveedores de granos, una cláusula en la que se asegure que no van perseguir ni matar cauquenes.
Lo cumplían agricultores cuyos campos estaban —en el invierno — repletos de cauquenes colorados, como El Tamarisco, donde contaron 1057 en una ocasión. Ahora, los reciben y les hicieron una construcción de madera donde se posan y se volvió escenario perfecto para los avistadores de aves. Incluso pintaron un emblemático mural donde el cauquén funge como un poderoso símbolo del compromiso de las localidades por preservar y proteger a la especie.
Lee la historia completa aquí.
Imagen principal: Un pequeño bañado sirve de lugar de descanso para este grupo de cauquenes colorados. La presencia de superficies de agua es vital para determinar los sitios para pasar los inviernos. Foto: Pablo Petracci.