- La comunicación a través de rutas y senderos ha sido común y milenaria tanto en la selva como en los andes. Su impacto ambiental era reducido, a diferencia de la deforestación que originan las carreteras modernas y asfaltadas.
- Para Killeen, la deforestación ocurre cuando los gobiernos abren carreteras troncales, ya que dan señales de otros objetivos: un nuevo asentamiento humano, una nueva actividad productiva o un yacimiento mineral descubierto.
- Sin embargo, las vías secundarias que desembocan en estas troncales son menos atendidas y reciben menor inversión, a pesar de ser las más afectadas por las lluvias y estar a cargo de gobiernos locales y/o regionales.
Todo comienza con un camino. En Brasil, el gobierno federal se encargó, desde hace mucho tiempo y en remotos afluentes amazónicos, de construir senderos para mulas y líneas de telégrafo para conectar sus ciudades costeras con asentamientos ya establecidos. En los Andes, la comunicación entre las tierras altas y las bajas se ha producido, durante milenios, a través de sendas que atraviesan las estribaciones utilizando rutas dictadas por la topografía.
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La mayoría de estos primeros caminos tuvieron poco impacto en los asentamientos y estaban asociados con apenas una cantidad limitada de deforestación; sin embargo, la mayoría de las carreteras modernas son construidas a través de la selva. La deforestación ocurre cuando el gobierno envía una señal clara de que está invirtiendo en una importante carretera troncal. Los objetivos varían: pueden ser estrategias para integrar un centro de población aislado; incluso abrir una región para el asentamiento; o crear el acceso a un activo mineral valioso. De hecho, los colonos se trasladan a una región solo cuando existe el compromiso de mantener los caminos estables de manera permanente.
Han existido excepciones, particularmente en Brasil durante la década de los años 80, cuando la promesa del pavimento no se materializó. Pero en general, la gente invierte tiempo y dinero en desforestar solo cuando cree que puede transportar su producción a los mercados. Los ejemplos son abundantes y evidentes. Todos menos seis de los cincuenta paisajes modificados por el hombre, se han establecido alrededor de una carretera troncal.
Asimismo, la existencia y calidad de las redes de caminos secundarios es más importante que las de las carreteras troncales, ya que ello determina la extensión espacial y la intensidad del uso de la tierra dentro de un área de frontera. De esta manera, los caminos de acceso transforman un vector lineal de deforestación en un frente bidimensional que puede desencadenar una expansión geométrica en la tasa de deforestación.
Ahora bien, no es suficiente contar con una red vial secundaria, sino que sea accesible al tránsito todo el año y así garantizar que los cultivos no se pudran en el campo. Una red vial secundaria funcional exige inversión en puentes, alcantarillas y terraplenes; pero más importante aún es el presupuesto asignado para mantener estos frágiles activos en una región caracterizada por altas lluvias estacionales.
Como se ve, la producción económica de las tierras deforestadas depende mucho de la calidad de las carreteras secundarias porque conectan ranchos, granjas y plantaciones con la infraestructura industrial esencial para las cadenas de suministro agrícola, en particular silos de granos, molinos de arroz, refinerías de extracción de aceite de palma y plantas de producción de carne. Por tanto, un excesivo énfasis en las carreteras troncales a expensas de la inversión en carreteras secundarias en las fronteras consolidadas es una mala asignación de la inversión pública, cuyo resultado es un poco óptimo crecimiento económico.
En resumen, las carreteras secundarias requieren una mayor inversión que los sistemas de carreteras troncales, pero la responsabilidad de construir y mantener estos activos clave de transporte recae casi siempre en los gobiernos locales, cuyos fondos son siempre insuficientes. Los gobiernos centrales tienen acceso a los presupuestos nacionales y al capital de inversión internacional, que financian la construcción de carreteras troncales, pero los gobiernos locales tienen ingresos limitados que dependen del pago de impuestos locales o de transferencias de ingresos desde el gobierno central. Con frecuencia, los colonos construyen caminos secundarios por necesidad, y fuera del marco del sistema de revisión y concesión de licencias ambientales.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons -licencia CC BY 4.0).