- La región en donde se unen los ríos Tapiche y Blanco, en la Amazonía de Perú, alberga ecosistemas frágiles de bosque de arena blanca, chamizales y turberas que son importantes para la gran biodiversidad existente en la zona.
- Este 2023, comunidades indígenas y campesinas buscan la creación del Área de Conservación Regional Tapiche Blanco, un área natural protegida que permitirá la protección de los bosques más biodiversos de Loreto.
En la región de Tapiche Blanco, el paisaje boscoso está enmarcado por dos ríos que se juntan. Los afluentes del río Tapiche y el río Blanco le dan vida a un enorme ecosistema compuesto por diversos cuerpos de agua, animales, plantas y comunidades nativas y campesinas que habitan en sus márgenes. Es un espacio único en Perú, considerado un paraíso amazónico por sus pobladores, quienes lo han cuidado a lo largo de su historia y que hoy buscan que sea un territorio protegido.
Esa región alberga a los bosques más biodiversos de Loreto. Tiene una superficie de más de 263 062 hectáreas que, este 2023, podrían convertirse en un Área de Conservación Regional (ACR), lo cual permitirá el cuidado de sus fuentes de agua y a una gran diversidad biológica. Esa zona es hogar de por lo menos 11 mamíferos en peligro de extinción.
Su ubicación está en plena Amazonía peruana, entre los distritos de Alto Tapiche, Soplin y Tapiche en la provincia de Requena, departamento de Loreto. Esta región ha sido históricamente amenazada por la tala ilegal. De no concretarse su protección, se calcula que en los próximos 20 años serían deforestadas aproximadamente 3 450 hectáreas a consecuencia de actividades ilegales, de acuerdo con el Centro para el Desarrollo del Indígena Amazónico (Cedia), organización que desde 2016 acompaña a la Federación de Comunidades de los Ríos Tapiche y Blanco (Fecoritayb) en el proceso de creación de la ACR.
“Toda esta diversidad es muy importante y por eso estamos tratando que se garantice su protección. De cualquier manera, nosotros estamos cuidando y, gracias a las comunidades, se han formado comités de vigilancia y custodios forestales. Tenemos la buena iniciativa de conservarlo, porque el mundo lo necesita”, dice Roberto Tafur Shupingahua, presidente de la Fecoritayb.
Este es un recorrido fotográfico por los asombrosos rincones de Tapiche Blanco.
Primera parada: el paisaje
El color verde predomina por doquier. Sus tonalidades son parte del paisaje rodeado de agua y ecosistemas frágiles, como los bosques de arena blanca —conocidos como varillales—, chamizales y turberas, que son importantes para la biodiversidad y para contribuir en la lucha contra el cambio climático.
“Ves el árbol del aguaje, que es una fruta emblemática de Loreto. También los varillales en una gran extensión de una sola altura, en una sola espesura de sabana. Al fondo, ves los cerros de bosque virgen, con todos los animales. Es un lugar que se está conservando de una manera muy importante”, describe Tafur Shupingahua.
La propuesta de ACR también busca proteger los humedales de los ríos Tapiche y Blanco —dos importantes afluentes del río Ucayali—, así como una variedad de quebradas negras, blancas y claras, indispensables para mantener el ciclo normal del agua a nivel local y regional.
“Al interior se visibiliza un hermoso paisaje de humedal. También hay cochas inmensas —dos, tres, cuatro, cinco, una tras otra— que parecen un continuo conjunto de cuerpos de agua que no se secan. Es un espacio inundado todo el año, el recurso hídrico se mantiene y por esa particularidad encuentras caimanes, reptiles y peces, que los mismos pobladores aprovechan de manera sustentable”, explica Melody Linares, ecóloga y coordinadora del Proyecto de Ecosistemas Frágiles al sureste de Loreto, de Cedia.
Segunda parada: la biodiversidad
Tapiche Blanco tiene la mayor diversidad de mamíferos, aves, reptiles, flora y fauna registrada en esa región. Aquí habitan 12 mamíferos amenazados como el manatí (Trichechus inunguis), el oso hormiguero (Myrmecophaga tridactyla), el jaguar (Panthera onca) y el tigrillo (Leopardus tigrinus), entre otros. Varias de estas especies se encuentran amenazadas en muchas partes de la Amazonía.
También habita el ronsoco o capibara (Hydrochoerus hydrochaeris) —considerado el roedor más grande del mundo— y hay primates como el pichico barba blanca (Saguinus fuscicollis), el huapo colorado (Cacajao calvus ucayalii) y el pichico diablo (Callimico goeldii).
“En el bosque, en tierra firme, es en donde existe la mayor reproducción de mamíferos, como los primates existentes que usan esa zona para reproducirse. También se hizo un inventario biológico rápido, con apoyo de The Field Museum, y se encontraron nuevas especies en reptiles, sobre todo ranas, y se identificaron especies ictiológicas y de aves en la variedad de cuerpos de agua y quebradas en la parte sureste y noreste”, describe Melody Linares.
Su abundante vegetación incluye 11 especies de plantas amenazadas, como la punga de varillal (Pachira brevipes) y el pashaco de varillal (Macrolobium limbatum). Según The Field Museum hay tres posibles especies nuevas para la ciencia de los géneros Platycarpum, Guarea y Laxoplumeria, además de dos nuevos registros para el Perú: la hierba Monotagma densiflorum y la orquídea terrestre Palmorchis sobralioides.
Sus bosques incluyen los de terrazas bajas o restinga y bosques de planicie inundable, así como bosques, varillales y chamizales sobre arena blanca, y bosque de terrazas y colinas.
“No es un bosque para producción forestal, sino un ecosistema frágil. Las especies que habitan son de madera redonda, conocidas como varillas que, al ser deforestadas, se perdería toda la importancia biológica presente”, agrega Linares.
Tercera parada: las comunidades
En la región de Tapiche Blanco habitan más de 4 000 personas de los pueblos indígenas Capanahua, Kichwa y Kukama Kukamiria, en su territorio ancestral, además de cinco comunidades campesinas. Ellos han liderado, desde 2015, un proceso para proteger la zona.
Su objetivo es que se garanticen los recursos para las nuevas generaciones y que el área sirva como “escudo” contra actividades ilegales que ponen en riesgo la integridad de las personas que viven en la zona, pues además de la tala, se han sumado la pesca, la minería y los cultivos ilícitos. Por ello, la Fecoritayb busca que las autoridades peruanas prioricen la protección de Tapiche Blanco como un Área de Conservación Regional por considerarse una zona altamente vulnerable ante las actividades ilegales.
“Las comunidades se organizaron para hacerle frente a estas amenazas, porque este espacio les brinda los recursos necesarios para su subsistencia. Tienen sus comités de control y vigilancia en las cuencas del Blanco y del Tapiche, para que no puedan ser sorprendidos y amenazados, por ejemplo, por los cultivos ilícitos de hoja de coca. El año pasado detuvieron a un grupo de origen colombiano que pretendía entrar al territorio a practicar esta actividad”, agrega Melody Linares.
La creación de la Fecoritayb —desde el 8 de julio de 2016— les ha permitido trabajar en su empoderamiento y compromiso para proteger el área. Su intención fue formalizar y tener todas las herramientas para que sus actividades económicas sean sostenibles en el tiempo, así buscaron el apoyo de Cedia y la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).
“Esta ACR se vio necesaria desde hace ocho años y desde entonces venimos trabajando, pero el proceso está atrasado, no sabemos por qué. Como Federación, hemos presentado los documentos y estamos haciendo incidencia”, explica Roberto Tafur Shupingahua.
La propuesta del Área de Conservación Regional Tapiche Blanco les permitirá aprovechar los recursos naturales disponibles para autoconsumo y de manera sostenible —con planes de manejo— como flora silvestre, fauna y productos no maderables con fines de comercialización, para así generar beneficios económicos y ambientales.
“Las poblaciones realizan una buena y loable labor, porque su único beneficio es seguir obteniendo sus recursos. Eso es muy emocionante porque, por ejemplo, antes no había siquiera quelonios y ahorita hay un repoblamiento numeroso a raíz de la conciencia de los habitantes de ambas cuencas. Muchas de ellas se dedican a la repoblación de charitos —crías de tortuga— porque antiguamente Tapiche era el mayor proveedor de huevos tortuga taricaya (Podocnemis unifilis) en el mercado de Iquitos y Requena”, narra Linares.
Tafur Shupingahua recuerda que, en el pasado, cuando existía la presencia continua de madereros ilegales, los animales estaban disminuyendo. La diferencia inició cuando las comunidades tomaron las riendas del territorio. Allí vieron que los animales volvieron a ser libres, a alimentarse y a coexistir con los humanos.
“Ahora tenemos planes de manejo de peces como la arawana (Osteoglossum bicirrhosum), los cuidamos y sabemos cómo hacer el trabajo, tanto en los peces ornamentales como de consumo. Las comunidades están capacitadas y casi todas, las 24, están equipadas con motores o barcos, y GPS. Por eso es importante la creación de la ACR, para que lleguen recursos para seguir cuidando la vida de los animales, pero también la vida a nivel mundial, porque todo esto nos da oxígeno”, concluye Tafur Shupingahua.
Imagen principal: La rana Boana punctata tiene una distribución extensa y áreas de hábitat grandes que permanecen intactas. Sin embargo, hay pérdida localizada de hábitat por actividades humanas como la tala de árboles y la agricultura. Foto: Diego Pérez / SPDA
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