- Killeen en esta entrega explica cómo las industrias avícola y porcina pueden considerarse impulsoras indirectas de la deforestación, pues contribuyen a la expansión de los cultivos para alimentar a estos animales, sin olvidar al sector vacuno.
- En Brasil, la demanda por carne de pollo y carne de cerdo ha crecido exponencialmente en los últimos años, transformando la economía rural en dicho país.
- De hecho, Brasil es el segundo productor mundial de aves de corral y el mayor exportador de carne de pollo procesada
El cultivo de soya y maíz aporta a la economía agrícola de Mato Grosso una serie de beneficios adicionales gracias a la asequibilidad y al aumento del suministro de raciones alimenticias para los ganaderos. Y aunque existe un sólido mercado internacional para ambos productos, el beneficio potencial del maíz en Mato Grosso comparado con el de la soya no es lucrativo. ¿A qué se debe? Principalmente a los rendimientos en los Estados Unidos, pero también a los elevados costos de transporte que limitan la rentabilidad de los productores. En consecuencia, la industria agropecuaria tiene un fuerte incentivo para crear sistemas de producción ganadera que convierten los productos básicos de los cultivos en bienes con mayor valor agregado.
El panorama es el siguiente. En Mato Grosso, las industrias avícola y porcina se han expandido aproximadamente al mismo ritmo que el complejo de soya y maíz. Por el contrario, la producción avícola en Rondônia y Pará (que por ahora no cultivan áreas significativas de soya) disminuyó durante el mismo período en ambos estados. Aún así, Brasil es el segundo productor mundial de aves de corral y el mayor exportador de carne de pollo procesada. Los más grandes productores son los estados de Paraná, São Paulo, Santa Catarina y Rio Grande do Sul, todos ellos próximos a los mercados urbanos y puertos de exportación.
Siguiendo con las comparaciones, pese a ello, Mato Grosso disfruta de la mayor tasa de crecimiento de la producción avícola de Brasil: entre los años 2000 y 2020, la población total de pollos creció una media del 7% anual, pasando de 10 millones a 60 millones de aves. Cabe destacar que alrededor del 75% corresponde a pollos para carne con un proceso de engorde de entre 6 y 7 semanas. Ello significa que Mato Grosso produjo, en el 2020, 330 millones de pollos para sacrificio. Más concreto aún, esto se traduce en aproximadamente 700.000 toneladas de carne, cifra que representa cerca del 5% de la producción avícola anual de Brasil.
Además, el volumen de maíz y de soya consumida en la producción de pollos de engorde depende de dos factores: la composición de la ración y el Índice de Conversión Alimenticia (ICA), que son fórmulas utilizadas para calcular la cantidad de alimento necesario para producir un kilogramo de carne. Los pollos se alimentan con 60% de granos y 20% de torta de soya, donde el ICA de los pollos de engorde es de 1,67; mientras que el ICA de las gallinas es de 2,0 por kilo de huevo. Esto sugiere que la industria avícola de Mato Grosso, en el año 2015, consumió alrededor del 0,8% de la producción de soya del estado y alrededor del 1,9% de su cosecha de maíz.
La situación de la industria porcina es similar, excepto que los cerdos de engorde viven entre seis y ocho meses con un ICA de aproximadamente 2,5. Teniendo en cuenta la ingesta de alimento de las cerdas, el total de los 3 millones de cerdos de Mato Grosso consumiría alrededor de un millón de toneladas de alimento, lo que constituiría aproximadamente el 1% de la soya y el 1,7% de la producción anual de maíz.
Aunque el consumo local de soya y maíz por parte del sector ganadero no es enorme, es significativo si se contempla desde una perspectiva económica. Las industrias porcina y avícola generaron 1.000 millones de dólares en ventas brutas en 2020, valor 3 veces superior al del maíz y la soya sin procesar. Por ello, el sector ganadero que inyecta importante capital en la economía rural donde la mayor parte del cual se reinvertirá para ampliar la producción, puede considerarse un componente importante de valor agregado del sistema de producción de soya y maíz.
El crecimiento del sector ganadero ha ido acompañado con la construcción de infraestructura vinculada a estas industrias, concretamente instalaciones dedicadas a las distintas fases del ciclo de vida del ganado: cría, recría, engorde, plantas de envasado y logística asociada. El crecimiento de estas industrias aumenta la demanda de soya y maíz, que se atenderá mediante el crecimiento por extensificación o intensificación.
En el primer caso, esto provocará nueva deforestación o, lo que es más probable, la conversión del hábitat remanente del Cerrado. La intensificación también conlleva el riesgo de degradación medioambiental, ya sea por la conversión de remanentes forestales dentro de las fronteras agrícolas o por el desplazamiento de las explotaciones ganaderas vacunas a la frontera forestal. En este sentido, las industrias avícola y porcina pueden considerarse impulsoras indirectas de la deforestación, ya que contribuyen a la expansión tanto del sector agrícola como del vacuno.
Imagen principal: La asequibilidad de los cereales forrajeros en Mato Grosso (soya + maíz) y Santa Cruz Bolivia (soya + sorgo) ha permitido el auge de la industria porcina y avícola. Crédito:© Rafael Tomazi / Shutterstock.com
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons – Licencia CC BY 4.0).