Guardianes de la Naturaleza en una excursión se dirigen a bucear en los arrecifes de coral. Foto cortesía de Miguel Hernández
Los departamenos colombianos norteños de Córdoba y Bolívar son el hogar de una abundancia de arrecifes de coral, estuarios, manglares y bosques. Es una zona rica en vida marina y terrestre, y las comunidades locales dependen del mar y la tierra para su supervivencia. Sin embargo, dichos ecosistemas están en peligro debido a la explosión demográfica, la sobreexplotación, y la gestión de recursos no sostenible. Desde 2007, un programa regional de educación innovador, los Guardianes de la Naturaleza, ha trabajado para enseñar a los niños locales sobre la ecología de la región, con la esperanza de inspirar éticas conservacionistas que ayuden en el presente y el futuro.
“Estos niños viven en algunos de los ecosistemas más hermosos y productivos del planeta, pero los desconocen; para ellos tan sólo son como el jardín de su casa”, le contó a mongabay.com Miguel Hernández, conservacionista y creador de los Guardianes de la Natualeza. “Tradicionalmente, la gente local ha explotado su medio sin preocuparse apenas por la sostenibilidad; y con razón, ya que su densidad poblacional era baja y los recursos naturales eran muy abundantes. En las últimas décadas, no obstante, lo opuesto es cierto: la población ha crecido y los recursos escasean. Lo cual ha resultado en la desaparición, parcial o total, de algunos de estos hábitats”.
Hernández afirma que el programa Guardianes de la Naturaleza trabaja para “enseñar a los niños que viven en ecosistemas costeros fundamentales cómo apreciarlos y cómo proteger su propio ambiente. Nosotros educamos y concienciamos a los niños”, continúa Hernández, “no sólo para que aprendan sobre y hagan algo por su hábitat, sino también para se conviertan en líderes comunitarios y por lo tanto en catalistas de un cambio positivo”.
El programa incluye a estudiantes de 14 a 18 años, y se compone de horas de clase formal, y de trabajo de campo. Este incluye proyectos ecológicos tales como reforestaciones y conservación de la tortuga marina. El programa intenta proveer conocimiento básico sobre los ambientes en donde los niños viven. Por ejemplo, Hernández afirma que los estudiantes son educados en la ecología de los arrecifes de coral, de tal manera que puedan ver los arrecifes como algo más que las “rocas” de una cantera, que se rompen con facilidad.
“Hacer estas conexiones es vital no sólo para la preservación de medio sino también para el bienestar de las comunidades locales. En el contexto de Colombia, el papel de la comunidad es muy importante, teniendo en cuenta que las regulaciones ambientales son débiles o difíciles de implementar en algunas regiones”, explica Hernández.
Los arrecifes en la región están en peligro debido a la sobrepesca, al uso de determinados métodos de pesca, y a la erosión. La costa caribeña de Colombia también cuenta con manglares que son talados para conseguir carbón y materiales de construcción, y también con el fin de levantar edificaciones costeras. El cambio climático también es una preocupación creciente. Tanto los arrecifes como los manglares son vitales para las abundantes poblaciones de peces y por lo tanto, también, para la vida diaria de las comunidades.
El ecosistema más especial de la región, no obstante, es el bosque seco tropical. Ya se ha perdido el 98% de los bosques secos tropicales del mundo. En Colombia, de acuerdo con Hernández, sólo queda el 5 por ciento. Al igual que los bosques secos tropicales de todo el mundo, los últimos fragmentos que existen en Colombia están en peligro por la expansión de la agricultura y la ganadería.
Una de las claves es dar a los estudiantes la oportunidad de conectar con la naturaleza de formas que, sin la ayuda del programa, no podrían hacer.
“El buceo en los arrecifes de coral o la liberación de una cría de tortuga que volverá a la misma playa 20 años después, es algo que esperamos permanezca en la memoria [de nuestros estudiantes] durante el resto de sus vidas, para su propio crecimiento personal y para que se lo comuniquen a otros”, afirma Hernández. “También esperamos que nuestros estudiantes sean Guardianes de la Naturaleza donde quiera que estén e independientemente de lo que hagan en el futuro”.
Según Hernández, hay muchas maneras de ayudar a los Guardianes de la Naturaleza, incluyendo las donaciones al programa. Además, este cuenta con voluntarios extranjeros, tanto de habla inglesa como española, que trabajan allí durante periodos que van desde siete días a tres meses.
Los estudiantes trabajan en un proyecto de reforestación. Foto cortesía de Miguel Hernández
Liberación de tortugas en la Isla Fuerte. Foto cortesía de Miguel Hernández