Una inexplorada isla de la costa de Papúa Nueva Guinea podría ser pasto de la explotación forestal
Niños en la isla Woodlark. Imagen de Simon Piyuwes.
La isla Woodlark es un lugar poco común en el planeta hoy en día. Esta isla de la costa de Papúa Nueva Guinea, tan solo un poco más grande que Nueva York, sigue cubierta de un rico bosque tropical, un ecosistema que han compartido durante miles de años pueblos tribales y una plétora de especies, incluyendo al menos 42 que no se encuentran en ningún otro lugar. Sin embargo, como muchos páramos, la isla de Woodlark se enfrenta ahora a grandes cambios: al hecho de que se está planeando talar la mitad de la isla.
“Todas las maquinarias están en Woodlark. Han acabado de construir un campamento en Wanum. Han mostrado un creciente interés en cubrir más de la mitad de la isla de Woodlark,” dijo Simon Piyuwes, médico que nació y se crió en la pequeña isla.
La empresa que ostenta la autoridad forestal se llama Karridale Limited. Hay poca información disponible sobre la empresa, aunque algunas fuentes afirman que se trata de una “empresa malasia”. Aún así, Karridale Limited tiene una oficina en Boroko, un suburbio de Puerto Moresby, la capital de Papúa Nueva Guinea. Hace unos meses se rumoreaba que la empresa planeaba talar 17.600 hectáreas de la isla, cerca del 22% del total. Ahora, Piyuwes afirma que la empresa ha ampliado su propuesta de cubrir más de la mitad de la isla, “desde Talpos Mountain hacia el este”, aunque la empresa no se ha pronunciado al respecto.
“Woodlark es una preciosa y apartada isla del Pacífico. Incluso su nombre es bonito; recuerda a un pájaro de voz melodiosa. Como muchas islas tropicales, Woodlark es un teatro de la evolución en sí misma, y sus bosques de tierras bajas son el hogar de especies raras, amenazadas y endémicas,” contó a Mongabay.com el especialista en mamíferos del Instituto Smithsoniano, Kristofer Helgen.
Dijo también que “talar la mitad de los bosques de Woodlark acabaría con un gran porcentaje del hábitat disponible para plantas y animales únicos en la isla”.
Foco de biodiversidad y especies desconocidas
Una nueva especie de rana que sólo puede verse en la isla Woodlark: Barygenys apodasta. Imagen de Fred Kraus.
Nadie sabe realmente cuántas especies pueden encontrarse en la Isla Woodlark, conocida también como Muyua. Ni tampoco cuántas de estas especies sólo pueden verse allí. Pero hasta la fecha, los científicos han identificado al menos 42 especies endémicas, esto es, aquellas que son autóctonas del lugar y son exclusivas de la isla. La más conocida es el cuscús de Woodlark (Phalanger lullulae). Los cuscuses son marsupiales arborícolas endémicos de Papúa Nueva Guinea, Australia y otras islas vecinas.
Helgen describe el cuscús de Woodlark como un “precioso mamífero arborícola único entre los marsupiales, con su moteado pelaje marrón oscuro, anaranjado y blanco—una preciosa comadreja coloreada, como un gato calicó”. Dada la reducida extensión geográfica de su hábitat, la especie está clasificada actualmente como “En Peligro de Extinción” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El cuscús de Woodlark, sólo visto en la isla. Dibujo de Peter Schouten. |
Las 41 especies restantes descritas hasta la fecha incluyen siete ranas, cuatro reptiles, siete plantas, cuatro insectos (de los cuales, dos aún no tienen nombre), y 19 caracoles de tierra. También puede haber al menos un nuevo roedor, algunas ranas más y un par de nuevas serpientes en la isla aún por confirmar. Pero probablemente, ni siquiera estas sean las últimas. De hecho, muchos científicos con los que Mongabay llegó a contactar fueron optimistas respecto a que la isla todavía alberga especies desconocidas.
“Por supuesto que habrá más especies desconocidas en la isla,” afirmó Fred Kraus de la Universidad de Michigan en Ann Arbor. El propio Kraus ha descubierto cuatro nuevos anfibios y reptiles en Woodlark. Señala que la estimación actual de más de 40 especies es “reservada”.
Bruce Beehler, que estudia ornitología en el Museo de Historia Natural, añadió que “cualquier gran extensión boscosa en la región de Papúa Nueva Guinea es única y probablemente alberga cientos de especies especializadas y quizá endémicas, mayormente de invertebrados y pocos vertebrados”.
A pesar de ser más grande que dos archipiélagos juntos de las Galápagos, la isla Woodlark nunca ha sido objeto de reconocimiento por parte de los biólogos y es prácticamente una desconocida para el público a nivel mundial.
Leñadores en la costa
Un geco sólo visto en la isla Woodlark: Cyrtodactylus murua. Imagen de Fred Kraus.
Aunque poco se sabe de la biodiversidad de la isla, Karridale Limited ya ha llegado a la costa. Se ha construido un campamento y la empresa aguarda la última esperanza antes de poder empezar la explotación.
“La Autoridad Forestal Nacional ha aprobado la renovación de la autoridad maderera, y ahora espera la revisión y aprobación final por parte del Comité Forestal Provincial para su revisión y aprobación final. Tan pronto como se apruebe aquí a nivel provincial, comenzará la tala,” sentencia Piyuwes.
Mientras Piyuwes ejerce la medicina en el continente, visita Woodlark siempre que puede. Pero en sus esfuerzos por salvar los bosques de la isla, Piyuwes se ha visto frustrado por la falta de transparencia de la empresa.
“Literalmente, en la isla no existe información alguna sobre la empresa. Tampoco una sucursal en la provincia,” afirma. “No hay permiso medioambiental ni convenio de compensación [Memorando de Acuerdo) ni ningún grupo de tierra incorporado para recibir las cuotas, si las hubiera”.
Tras meses de investigación, Mongabay.com buscó y encontró información sobre Karridale Limited en una página web hospedada en un directorio empresarial para Papúa Nueva Guinea.
Danny Chiu, el gerente de operaciones de la empresa, confirmó que Karridale Limited se proponía llevar a cabo la explotación forestal de la isla. Pero cuando se le preguntó si dicha explotación sería indiscriminada o selectiva, Chiu dijo: “Esta operación va despacio. Sólo talamos lo que sea necesario para abastecer el mercado local, y creamos puestos de trabajo para los lugareños porque la explotación forestal es sólo una pequeña parte de lo que estamos haciendo”.
Árbol tropical en la isla Woodlark. Imagen de Simon Piyuwes. |
Mientras que cualquier operación de explotación industrial dejaría huella en el medio ambiente, una explotación selectiva cuidadosamente dirigida causaría mucho menos daño a la biodiversidad de la isla—y a sus servicios de ecosistemas—que la tala indiscriminada.
“Si ha de ser una tala selectiva, entonces se deben emplear las mejores prácticas silvícolas, algo que rara vez logran los madereros en Papúa Nueva Guinea,” dijo Beehler.
Aún así, Chiu no dio más detalles sobre las operaciones de explotación.
“Las empresas prefieren una tala indiscriminada porque les resulta más rentable, dejando que los daños ecológicos y sociales se exterioricen a las comunidades vecinas o del mundo en general,” afirmó Kraus, que añadió que una explotación selectiva bien dirigida probablemente no pondría en peligro a la mayoría de las especies de la isla.
“[Sin embargo]” dijo, “Una explotación indiscriminada a gran escala sería una amenaza potencial para muchas de estas especies porque implica simplemente una destrucción total del hábitat con una posibilidad de reunir semillas (para una replantanción) mucho más limitada. No es muy diferente a demoler una ciudad y esperar que tras ello sus habitantes se lleven bien. Si se destruye el hábitat, los animales (y plantas) que allí viven, simplemente acabarían exterminados; la mayoría no podría migrar a otra parte. E incluso si migraran, lo más probable es que no sobrevivieran en otro bosque, ya repleto de sus propios animales”.
La isla se enfrenta ahora a un dilema que ya se está desarrollando en muchas partes del llamado mundo desarrollado. ¿Extraen los lugareños sus abundantes recursos naturales para el tan necesario efectivo—y los sueños de ‘desarrollo’— o intentan mantenerlos para futuras generaciones? Por un lado, las comunidades locales desean una vida mejor y más segura. Pero por el otro, la extracción de recursos naturales puede degradar rápidamente el medio ambiente del que dependen, dejándolos en peores circunstancias que antes de la llegada de la empresa.
Gorgojo azul de la isla Woodlark, posiblemente el gorgojo azul de Bennett (Eupholus bennetti). Imagen de Simon Piyuwes.
“El patrón general en otra parte de los trópicos parece ser uno de aumento de la pobreza porque los bosques de los que dependen para obtener una gran variedad de recursos (caza, construcción de viviendas, etc.) desaparecerían,” afirmó Kraus.
En el caso de los isleños de Woodlark, llevan miles de años dependiendo casi exclusivamente de los bosques de su isla.
“En la isla, queda algo de un ejemplo único de un sistema social y ecológico regional que mantuvo la vida humana y otras durante 2.000 años,” contó el antropólogo F.H. Damon a Mongabay.com en el año 2008 el antropólogo. Damon pasó más de 30 años estudiando la cultura de la isla. Hoy, la gente se gana la vida mayormente con la jardinería, la caza y la crianza de cerdos.
Estos isleños han salvado ellos mismos partes de su bosque una y otra vez, pero nunca con una habilidad industrial a gran escala. Por ejemplo, desde el año 2000 y hasta el 2012, los isleños han salvado 1.437 hectáreas según Global Forest Watch, lo cual asciende a menos del dos por ciento de la totalidad de la isla. Durante el mismo período, han vuelto a crecer 287 hectáreas de bosque.
“Sólo la tala sostenible por parte de la población local es aceptable, no la tala masiva como la que quiere llevar a cabo Karridale”, dijo Piyuwes, señalando que el plan Karridale Limited sería “malo para el medio ambiente y perjudicial para las especies raras de flora y fauna de la isla”.
La extensión del bosque de la isla del 2000 al 2012. En rosa, la pérdida forestal y en azul, el crecimiento forestal. Mapa cortesía de Global Forest Watch. Clic para agrandar.
Es difícil hacer un sondeo de las opiniones de los isleños sobre la explotación que se avecina, la cual recibió luz verde por parte de algunas tribus de la isla. No obstante, en abril, un anciano de la isla contó a Mongabay.com que tan solo una minoría de los isleños había aprobado la tala forestal.
Piyuwes dijo que, en el mejor de los casos, la información sobre la isla sigue siendo escasa, por lo general, dejando a la gente a un lado.
“Hay confusión acerca de los planes en los que Timber Authority está involucrado. No han presentado ningún documento válido aquí. No sabemos más que lo que oímos por rumores, y las palabras se las lleva el viento”.
Dada esta situación, Piyuwes “hace un llamamiento al gobierno, a las ONGs y a la población para que destierre este tipo de empresas mientras que intentamos con nuestro mayor esfuerzo devolver [nuestras] tierras a su propiedad habitual”.
De hecho, para Piyuwes, la cuestión primordial es asegurar los derechos nativos de los isleños de Woodlark para que puedan decidir su futuro de forma colectiva. Si bien la gran mayoría de la tierra en Papúa Nueva Guinea es comunitaria, esto es, legalmente es propiedad de los lugareños que residen allí, la isla Woodlark es diferente. Aquí, la tierra sigue ligada, técnicamente hablando, al gobierno, unos 320 kilómetros por el mar en el Puerto Moresby. Los isleños de Woodlark llevan décadas luchando por los derechos de sus bosques, pero sin éxito.
“La explotación forestal en Papúa Nueva Guinea es un tema difícil,” dijo Allen Allison, un experimentado geólogo para la Encuesta Biológica en Hawái. “La tala legal por lo general no debería conducir a la extinción de las especies. Si se tala una zona y no se hace nada con ella, el bosque se regenerará. No obstante, lo que ha estado ocurriendo en Papúa Nueva Guinea es que sucesivamente se talan una y otra vez en periodos de tiempo ilegales y el bosque se destruye, y en muchas zonas se sustituye por el aceite de palma”.
¿Vuelve a repetirse la historia?
Isleños de Woodlark. Imagen de Simon Piyuwes.
Para Piyuwes, el plan de Karridale Limited de talar media isla es un poco un déjà vu.
En 2008, cientos de lugareños, incluido Piyuwes, hicieron campaña contra el plan de una empresa llamada Vitro Plant, que pretendía convertir el 70% del bosque de la isla Woodlark en una plantación masiva de aceite de palma. Tras varios meses luchando contra la empresa, los isleños de Woodlark finalmente consiguieron que fracasara el plan, pero recibió sobre el terreno una firme oposición, una cobertura en los medios extranjeros y una campaña internacional por correo electrónico.
Pero incluso aunque se asentase el polvo de esa batalla, pocos pensaron que ese fuera a ser el final de la historia. Y tenían razón.
“El bosque de Woodlark ha de conservarse y que solo se permita la explotación por parte de los propietarios de los recursos ” exclamó Piyuwes.
Pero con los leñadores listos para empezar, con la maquinaria y los campamentos montados y con poca atención de los medios en esta ocasión, parece que aquellos que se opusieron a los planes se les está haciendo cada vez más cuesta arriba. En cuanto a las especies endémicas y todavía desconocidas, puede que tengan que arreglárselas solas.
Se puede encontrar un artículo anterior sobre este tema en el siguiente artículo: Loggers plan to clear 20 percent of tropical island paradise
Aves marinas sobrevolando la isla Woodlark. Imagen de Simon Piyuwes.
Una preciosa rana azul moteada sólo vista en la isla Woodlark: Cophixalus amabilis. Imagen de Fred Kraus.
Una desconocida flor amarilla en la isla Woodlark. Imagen de Simon Piyuwes.
Árbol de la selva tropical en la isla Woodlark. Imagen de Simon Piyuwesyuwes.
Una especie de rana vista sólo en la isla: Cophixalus clapporum. Imagen de Fred Kraus.
Playa en la isla Woodlark. Imagen de Simon Piyuwes.