- Hay expectativa por la reactivación de una vía que conecta las cuencas alta y baja del río Putumayo, en Colombia, y que pasará por una reserva forestal que es corredor de animales en peligro de extinción como el oso de anteojos y la danta de páramo.
- Uno de los riesgos de la variante es la posible activación de la minería de cobre en área protegida. Hay un título listo para ser explorado y que se superpone con la reserva forestal. Algunos procesos de colonización e invasión de territorios podrían consolidarse.
Varios días por semana, con cámara en mano, Arcesio Gómez emprende camino desde la vereda Campucana, en el municipio de Mocoa (Putumayo), a la Reserva Forestal Protectora de la Cuenca Alta del Río Mocoa (RFPCARM), un área protegida ubicada en el piedemonte amazónico, en el suroccidente de Colombia. Arcesio gasta casi todo un día en ir y volver hasta la quebrada la Tortuga, punto en el que se divide Mocoa de San Francisco, otro pueblo vecino. Toma tiempo para registrar lo que ve a su paso: monos churucos, tinamúes —o la gallineta azul, como también le dicen—, y los odontophorus, unas pequeñas perdices. Ha encontrado rastros del oso de anteojos, como sus huellas, pelos y las palmas quebradas a las que este mamífero les saca la miel. A la danta de páramo nunca la ha visto. Sueña con fotografiarlos a ambos y comprobar que esta selva tupida que conecta la cuenca alta y baja del río Putumayo sigue siendo el corredor de estos animales en vía de extinción.
Este guardabosques, contratado por Corpoamazonía, la autoridad ambiental en esta región del país, ha visto cómo la colonización, la ganadería, la deforestación, la extracción ilegal de madera y la minería pueden amenazar los bosques primarios y la fauna que allí habita. Por eso, no le gusta la idea de que se termine la variante San Francisco – Mocoa, una vía nacional a cargo del Instituto Nacional de Vías (Invías) que lleva más de 15 años planeándose y casi una década desde que se empezó a construir. Una vía de 45,6 kilómetros que quedó estancada en 2017 y que prometió no solo llevar desarrollo económico al sur de Colombia, sino también convertirse en un ejemplo de infraestructura verde para toda América Latina.
Pasó a ser un elefante blanco en el que se invirtieron más de 359 000 millones de pesos (unos 97 millones de dólares) que hoy se están perdiendo entre el monte y el óxido, tal como se contó en la primera entrega de este especial. El proyecto se encuentra parado a la espera de que la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) apruebe los permisos que darían vía libre a la construcción de los tramos que pasan por la Reserva Forestal y que representan prácticamente el 60 % de la obra. Actualmente, la vía solo tiene construidos sus extremos y falta el tramo intermedio, la parte más difícil, la que pasa por el área protegida.