- Los reporteros de Mongabay Latam investigaron sobre los conflictos socioambientales que causan la extracción petrolera y la minería, además de los terribles impactos que generan la deforestación o la invasión y apropiación de tierras en zonas de bosque virgen. Todo desde primera línea, en el lugar donde ocurren las historias.
- Se internaron en las selvas y llegaron hasta algunos de los lugares más apartados y desconectados que existen en América Latina. También encontraron algunos de los proyectos de conservación más exitosos que se están dando en la región, con grandes resultados que muchas veces no son visibilizados.
“Lo más complicado es el ambiente de desconfianza que se vive en las regiones, mucho más agudo en el caso de la meseta Purépecha de Michoacán (México) porque allí los grupos delictivos son diversos y están en conflicto”. Este es el testimonio de uno de los más de 40 periodistas que colaboraron con Mongabay Latam durante el 2022. Gracias a su cobertura pudimos contar qué está pasando en América Latina en materia ambiental.
Muchas de sus historias sucedieron en zonas de difícil acceso: pueblos indígenas afectados por la minería en Colombia y por el petróleo en Ecuador, la expansión menonita en los bosques de Perú y Bolivia o la deforestación para los agronegocios en México, pero también historias positivas como la recuperación de especies en peligro de extinción en Argentina y Bolivia.
Le pedimos a algunos periodistas que narren las historias detrás de sus publicaciones, aquellas trabajadas en zonas alejadas, que implicaron tratar temas peligrosos o que los llevaron a conocer proyectos que fueron motivo de esperanza.
1. La mina de oro en la que trabajan de la mano Eln, disidencias y la Guardia venezolana: una investigación de José Guarnizo
Esta misión periodística se hizo con contactos previos y una visita de seis días a Inírida, en el departamento de Guainía y la zona del cerro Mavicure. Lo más difícil de la misión, estando en la zona, era encontrar fuentes que aún off the récord pudieran hablar de la minería ilegal con datos precisos que luego se pudieran contrastar. Casi nadie quería hablar del tema. Afortunadamente, al final logré encontrar las personas adecuadas que me contaron específicamente cómo se manejaba la minería ilegal tanto en la frontera de Colombia como en el lado venezolano.
En las noches tuve que ir a los bares de Inírida para comenzar a hablar con migrantes. Ese fue el único escenario que encontré para obtener información de primera mano de mineros que regresaban de Venezuela a gastarse el dinero en Inírida. Allí obtuve entrevistas muy importantes con fotografías de lo que pasa al otro lado de la frontera. Gasté muchas horas en las noches para conocer gente dispuesta a hablar. Cuando regresé de mi viaje, tuve que reunirme con un militar de inteligencia que me proporcionó información clasificada sobre minería ilegal en Guainía (Colombia) y Venezuela.
Lea aquí el reportaje La mina de oro en la que trabajan de la mano Eln, disidencias y la Guardia venezolana de José Guarnizo. En alianza con Vorágine.
2. Los proyectos mineros que amenazan áreas protegidas en Chile: los reportajes de Barinia Montoya
Una colega perteneciente al pueblo aymara, que conoce muy de cerca el tema de uno de los reportajes, me proporcionó varios contactos. Esto me ayudó a entender la cosmovisión de su pueblo para reflejar la afectación que produce la minería en esos lugares. El proceso para llegar hasta las zonas en conflicto fue duro, pero a la vez muy interesante. Cubrí dos reportajes en un mismo viaje. Además, ambas historias involucraron subir cerros ubicados a casi 5 mil metros de altura. Tuve que prepararme física y mentalmente para esos desafíos, de hecho, sufrí un pequeño desmayo cuando subí hasta el salar de Maricunga, a casi 4 mil metros de altura. La puna o soroche (mal de altura) me atacó y caí al suelo por unos segundos. Todo terminó bien pero tomé conciencia de que debía prepararme mejor para el próximo desafío, el Cerro Anocarire, con una altura de 5 mil metros. Estuve dos días bebiendo chachacoma, una planta que sirve para ese malestar y haciendo una dieta especial.
Lo más difícil fue armar la nota Chile: ocho proyectos mineros cercan el Parque Nacional Nevado Tres Cruces debido a que eran muchos datos duros que involucran el código de minería y la legislación medioambiental. Los temas mineros son complejos, por ende, contarlos en un lenguaje más simple para que lo entienda cualquier lector, muchas veces no es fácil. En Chile, se acostumbra a darle cobertura a lo que sucede en la capital, Santiago, invisibilizando problemáticas graves que ocurren en otros territorios del país pero me impactó ver la fuerza que tienen las comunidades de pueblos originarios frente a la minería para defender la invasión de sus territorios ancestrales.
Lea aquí los reportajes de minería en Chile de Barinia Montoya
3. El aguacate que causa gran deforestación en México: una historia de Agustín del Castillo
Para este trabajo recorrimos zonas boscosas de los estados de Jalisco y Michoacán. Como se sabe, las zonas rurales de México están dominadas por grupos criminales, por lo que ayuda mucho tener contactos en los territorios para moverse seguro. Las zonas donde se da el cambio de uso de suelo se ubican en las partes medias y altas de las montañas, a donde hay que moverse por caminos de terracería. Lo más complicado es el ambiente de desconfianza que se vive en las regiones, mucho más agudo en el caso de la meseta Purépecha de Michoacán porque allí los grupos delictivos son diversos y están en conflicto.
El modelo de negocio del aguacate ha generado una amplia transformación del paisaje en el occidente de México por la enorme popularidad de este fruto en los mercados de los países desarrollados. La destrucción en algunos puntos es brutal. El impacto negativo, sobre todo en el tema del agua está presente en gran parte de las cuencas bajas de los paisajes alterados y los recorridos a nivel tierra y con dron revelaron una realidad desoladora.
Me impactó que en la pequeña población de Gómez Farías, sur de Jalisco, el gerente de una empacadora reconoció que habían sido sancionados por clientes de Europa por no garantizarles aguacate libre de deforestación, pero ya después no se pudo dar la entrevista formal. Por su parte, la responsable del programa de sustentabilidad de la Asociación de Aguacateros de Michoacán desdeñó las críticas por el tema de la deforestación y, en resumidas cuentas, se ufanó de que les interesa básicamente el mercado de Estados Unidos y aseguró que este no les exige normas ambientales.
Lea aquí el reportaje Aguacate: el oro verde que borra del mapa bosques del occidente de México de Agustín del Castillo
4. Los delitos que invaden al río Putumayo en la frontera entre Perú y Colombia: un reportaje de Michelle Carrere
Llegamos a Iquitos en vuelo desde Lima y al día siguiente volamos en avioneta hasta la pequeña ciudad del El Estrecho, el lugar más poblado del Putumayo peruano. Por esos días se estaba realizando allí una reunión de los líderes de las comunidades del bajo Putumayo, la zona del río que va desde El Estrecho hasta la triple frontera con Colombia y Brasil. La zona es territorio de muchos conflictos con presencia del narcotráfico y grupos armados por lo que fue primordial la ayuda de una ONG que trabaja desde hace años en la región. Ellos nos acompañaron durante toda la reportería y nos ayudaron a entrar en contacto con los líderes y comuneros para obtener la información necesaria para la investigación.
Lo más difícil fue lograr que los comuneros y líderes indígenas quisieran hablar sobre las amenazas a las que están expuestos. Es una zona de mucho conflicto, con presencia del narcotráfico, de grupos armados que se disputan la presencia en el río para movilizar la droga, y por lo tanto existe mucho temor y desconfianza a la hora de entregar información.
A pesar de las dificultades se hicieron más de 20 entrevistas que nos permitieron comprender a profundidad lo que ocurre en el territorio. Lo que más me impactó es la certeza con la que viven las personas de estar siendo observadas en todo momento. Los informantes de los grupos armados están en todas partes, incluyendo El Estrecho. No son evidentes a simple vista, pero los habitantes del lugar saben quiénes son. Eso dificultó en ciertos casos realizar entrevistas en ese lugar porque las personas se sentían más expuestas. Con una de ellas tuve que reunirme en la oficina de una ONG para poder conversar, ya que miembros de su familia son informantes y en cualquier otro lugar de la ciudad podría haber sido peligroso para la fuente reunirse conmigo.
Lea aquí el reportaje Narcotraficantes, ex FARC y mineros ilegales amenazan a las comunidades del río Putumayo en Perú de Michelle Carrere.
5. El poder económico y político de comunidades menonitas que deforestan en Paraguay: una investigación de Aldo Benítez
Toda la zona, en esa parte del departamento de Caaguazú que visitamos, está dominada por los menonitas. Coordinamos muy bien con nuestro contacto para poder llegar hasta la comunidad indígena Pindo’i del pueblo Mbya, levantar el dron, hacer las imágenes y hablar con las personas necesarias. Tuvimos que tener cuidado especial para no levantar sospechas y hacer las cosas lo más rápido posible con los indígenas que estaban dispuestos a hacer la denuncia por invasión.
Lo más difícil, en principio, fue encontrar gente que se animara a ayudarme a ir hasta la zona de deforestación. Hurgando, buscando información y pidiendo muchos contactos, pude dar con un colega y trabajador social que conocía el problema y que ya había denunciado a los colonos menonitas de esa zona del país. Fue, de hecho, el único que se animó a hacer una denuncia pública. Por otro lado, llegar a las zonas donde se detectaban las alertas (de deforestación) en el Chaco paraguayo fue un reto gigante porque las distancias son enormes, pero pudimos llegar a la zona crítica, a los mismos puntos donde el sistema satelital había detectado las alertas y en terreno las comprobamos. Fue impactante ver el miedo que genera en los indígenas —y en mucha gente— lo que se pueda decir de los menonitas, dado el poder económico y político que tienen en Paraguay.
Lea aquí el reportaje Paraguay: colonias menonitas avanzan con sus cultivos sobre bosques y territorios indígenas de Aldo Benítez.
6. El sufrimiento de comunidades indígenas ahogadas en petróleo en Perú: una historia de Enrique Vera
Contamana, el distrito donde están las comunidades afectadas por la empresa petrolera, está en la región Loreto, pero la mejor forma de llegar es desde Pucallpa, capital de la región Ucayali. Hay que viajar una hora en avión de Lima a Pucallpa, y desde allí siete horas por el río Ucayali hasta Contamana. La travesía continúa porque las comunidades de Nuevo Sucre y Canaán de Cachiyacu están a unos 40 minutos en deslizador por el mismo río desde Contamana. Además, hay que hacer unas caminatas largas y otros trayectos en bote para llegar a los sectores de contaminación en cada pueblo. Es decir, solo acceder a los lugares de cobertura fue un trabajo bastante arduo.
Pudimos recoger en la zona testimonios muy valiosos y registros gráficos de la grave situación en la que han quedado estos pueblos. Lo de estas comunidades es solo la realidad, a pequeña escala, de muchas poblaciones de la selva peruana que sobreviven ante la continua desatención del Estado.
La anécdota más interesante de mi viaje ocurrió de forma involuntaria. Había llegado a Canaán de Cachiyacu y los dirigentes shipibos del pueblo me invitaron a almorzar antes de iniciar la cobertura en las zonas contaminadas. Hablábamos precisamente de cómo los comuneros aún sienten el petróleo en el agua que utilizan o los alimentos que consumen. Yo había dado mis primeros mordiscos al pescado que amablemente me invitaron. “Ya no es como antes, pero a veces todavía se siente como si probaras metal”, me comentaron en medio de la comida. Y tenían razón.
Lea aquí el reportaje Sombras del petróleo en Perú: pueblos shipibo enfrentan los daños y contaminación que dejó empresa de Enrique Vera.
7. Comunidades afectadas por el petróleo que viven en resignación en Ecuador: una historia de Ana Cristina Alvarado
Para llegar a Sinchiurco desde Quito, primero hice un viaje de siete horas en transporte terrestre hasta Lago Agrio, la capital de Sucumbíos y también conocida como la capital petrolera de Ecuador. En esta ciudad me encontré con Donald Moncayo, coordinador de la Unión de Afectados por Texaco, con quien viajé por aproximadamente una hora hasta la comunidad indígena kichwa de Sinchiurco. Sus habitantes se mostraron decididos a denunciar los daños que han sufrido por derrames constantes, quema de mecheros y falta de seguridad al ejecutar la extracción de petróleo.
El viaje desde Quito hasta esta zona de la Amazonía es cada vez más complicado por la desaparición de la carretera Quito-Lago Agrio, debido a la erosión regresiva del río Coca en la zona de influencia de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair. Hay que tomar la carretera a Coca, que tampoco está en un estado óptimo, y desde esta ciudad dirigirse a Lago Agrio. Sin embargo, lo más difícil en cada cobertura similar que hago es obtener respuesta de los ministerios e instituciones de control o que tienen responsabilidad sobre las problemáticas ambientales y sociales. En el caso de Ecuador, no recibimos la información completa sobre los derrames de petróleo, lo que invisibiliza la gravedad del problema.
Lo que más me impactó fue que, hasta hace pocos años, las comunidades indígenas y mestizas no reclamaban ante los abusos de las petroleras porque las empresas transnacionales que operaban los campos y los gobiernos de turno eran vistos como poderes a los que no se les podía rebatir. La familia Alvarado Grefa perdió a uno de sus hijos pequeños debido a que los campos no contaban con medidas de seguridad, por lo que los habitantes de la comunidad, principalmente los niños, estaban expuestos a accidentes. Sus padres no reclamaron, pero han sufrido en silencio por décadas.
Lea aquí el reportaje “Sinchiurco está cubierta de petróleo”: la historia de la comunidad kichwa que enfrenta a PetroEcuador de Ana Cristina Alvarado.
8. En medio de la selva peruana están gobernando los menonitas: un reportaje de Yvette Sierra
Cinco horas por una carretera sin asfaltar y en mal estado desde la ciudad de Pucallpa —en la región Ucayali— tardó el viaje para ingresar a los bosques ocupados por la colonia menonita en Tiruntán, una localidad en la región Loreto. En el camino, además, hay un puesto de control instalado por una ronda campesina en coordinación con la colonia menonita que, según informa un letrero instalado en el camino, está facultada para autorizar o negar el ingreso a la zona.
Un desvío en la vía principal es la ruta de ingreso al territorio menonita, donde los integrantes de este grupo religioso también pueden impedir su recorrido. Eso nos sucedió mientras estábamos dentro de la zona ocupada por la colonia de Tiruntán: primero un grupo de cinco integrantes de la colonia menonita detuvo la entrevista que estábamos realizando, quien nos estaba respondiendo se quedó callado y solo atinó a decir que “el jefe” había llegado. Luego de esta interrupción nos cerraron el paso con una camioneta dentro de una vía abierta dentro del bosque deforestado y nos “escoltaron” hasta que dejamos el territorio.
La investigación sobre la colonia menonita que se estableció en Tiruntán expone las irregularidades y la corrupción detrás de la deforestación de bosques primarios en la Amazonía peruana. En primer lugar, el reportaje muestra, a través de imágenes satelitales, la rapidez en la pérdida de los bosques en esta localidad amazónica y, en segundo lugar, se expone el esquema de tráfico de tierras que sirvió para la titulación irregular y posterior venta de bosques, mecanismos en los que están involucradas autoridades regionales y locales.
Lea aquí el reportaje Tiruntán: un pueblo en la Amazonía peruana que perdió sus bosques tras la llegada de una colonia menonita de Yvette Sierra.
9. Los desastres del río Coca que siguen sin ser atendidos en Ecuador: un reportaje de Diego Cazar
Llegar desde Quito hasta el lugar donde el derrame abrió aún más el socavón en el río Coca es posible por carretera, sin embargo, para recorrer la zona del desastre es necesario descender por los arenales del mismo socavón hasta su fondo y volver a subir hasta llegar al otro extremo. Este trayecto puede tomar dos horas, cuando con la vía previa solo tomaba entre tres y cinco minutos. Las autoridades usaron esta circunstancia para evadir nuestros pedidos de entrevistas.
Las comunidades constantemente se quejan de la negligencia y la desidia por parte del Estado ecuatoriano y de la empresa OCP, ante una tragedia que hasta la fecha mantiene incomunicadas a miles de personas que perdieron su conexión vial entre Quito y sus poblaciones, así como sus cultivos, sus fuentes de agua y sus negocios. La prioridad estatal ha sido mantener la continuidad de la producción petrolera.
Me impactó que muchos trabajadores de OCP y habitantes del sector donde se encuentra el socavón contaron que los directivos de la empresa obligaron a sus trabajadores y a los familiares de ellos a borrar fotos y videos que habían captado con sus teléfonos celulares en el momento en el cual se produjo el derrame. Contaron que recibieron amenazas de despido si difundían ese material. Por otro lado, durante una visita a la obra de captación de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, junto a otros colegas periodistas, el guardia privado contratado por la empresa pública Celec intentó confiscar nuestros teléfonos celulares y cámaras fotográficas y retuvo el camión de un poblador de la ribera del río que estaba transportándonos. El guardia amenazó con mantenernos encerrados en las instalaciones y, aunque luego nos liberó, el vehículo permaneció retenido durante unos días.
Lea aquí el reportaje Nuevo derrame de petróleo en Ecuador se suma a la cadena de desastres provocados por la erosión del río Coca de Diego Cazar Baquero
10. La esperanza de rescatar tortugas marinas en México: una historia de Astrid Arellano
Bahía de Kino es una comunidad pesquera que, aunque pertenece al municipio de Hermosillo —la capital del estado de Sonora, al noroeste de México—, se encuentra a casi una hora y media de distancia de la ciudad. Como el transporte rural hacia la zona no es muy seguro, hay que viajar en auto rumbo a la costa. Ya en la comunidad, Cosme Becerra —el líder del Grupo Tortuguero de Bahía de Kino— me invitó a subir a La Tortuguera, la lancha de su familia, para recorrer la Laguna La Cruz en busca de tortugas marinas. Con su equipo y un grupo de jóvenes indígenas comcaac, a quienes entrenaban para formar su propio grupo tortuguero, iniciamos la jornada a las 7 de la mañana y terminamos a la 1 de la tarde. Aunque la travesía fue de siete horas –la mayoría dentro del mar– y bajo el sol intenso de mayo en el desierto, para mí fue sencillo entenderme con ellos porque el equipo tiene mucha experiencia y trabaja con bastante agilidad.
La historia de la familia Becerra, por sí misma, es inspiradora e impresionante. Este equipo no solo monitorea y rescata tortugas marinas, sino que genera ciencia comunitaria con información muy valiosa sobre su estado de conservación. Al mismo tiempo, comparte sus datos y experiencias en las escuelas y con los pescadores de la zona a través de la educación ambiental, así como en una comunidad indígena a la que están capacitando para lograr estrategias en favor de las especies de su territorio.
En el monitoreo de tortugas hay dos posibilidades: recapturar un reptil que ya había sido visto y marcado con anterioridad, o capturar una tortuga nueva. Cuando se trata del segundo caso, hay que nombrar al ejemplar. Para bautizar a una tortuga e ingresar su información a la base de datos se puede tomar alguna característica peculiar que esta tenga, tomar como inspiración la forma en la que fue capturada o elegir un nombre al azar o el que más le guste a alguien del equipo. También puede ser el nombre de alguna de las personas presentes. Esa fue mi suerte: ahora hay una “Astrid” de 23 kilos nadando en algún lugar del océano. Creo que es una de las cosas más lindas que me han pasado en mis años como reportera.
Lea aquí el reportaje Los Becerra, expescadores que hoy monitorean y rescatan tortugas marinas en el noroeste de México de Astrid Arellano.
11. Ciencia y saber ancestral unidos para salvar al bufeo boliviano: una historia de Rocío Lloret
Bolivia vivía una convulsión político-social debido al reclamo ciudadano por un censo. Pese a que esperamos algunas semanas para ver si se solucionaba el tema, este parecía empeorar así que con la editora decidimos hacer el viaje. Tuve que atravesar la ciudad donde vivo en motocicleta, sorteando bloqueos para llegar al aeropuerto. Lo mismo nos pasó, ya con la fotógrafa, para llegar al punto de inicio del reportaje, en la zona tropical de Cochabamba, y luego en Beni, en la Amazonía. Debido al conflicto social había escasez de combustible así que tuvimos que viajar en moto porque se trata de sitios alejados, accesibles únicamente en época seca.
Lo más difícil fue lograr que los pescadores accedieran a salir en sus embarcaciones para mostrar su trabajo y el monitoreo que realizan del bufeo. Era época de veda, así que varios habían buscado otros oficios para sobrevivir mientras se volvía a autorizar la pesca. En temas netamente narrativos, lograr que se entienda el funcionamiento de la pesca en esta zona de Bolivia es complejo, teniendo en cuenta que al ser un país sin acceso al mar, la actividad tiene una lógica distinta a la pesca marina.
En este reportaje destaco que, así como una investigación denuncia hechos relevantes, puede también ayudar a mostrar soluciones. El hecho que la ciencia sume como aliados a los pescadores, cuya actividad es una de las principales amenazas para el bufeo, ayuda a concienciar sobre la importancia de no solo quedarse en el problema, sino en mostrar que la sostenibilidad es posible. Lo que más me impactó fue el proceso y la paciencia de los científicos —alrededor de 20 años— para capacitar y contagiar su deseo de conservación a los pescadores: ahora ellos entienden perfectamente que si hay bufeo, hay peces para su subsistencia y que no pueden destruirlo porque terminarían con su modo de vida.
Lea aquí el reportaje Científicos hacen aliados a pescadores en su misión de conservar al bufeo boliviano de Rocío Lloret.
12. Salvar de la extinción al cardenal amarillo en Argentina: un reportaje de Rodolfo Chisleanschi
Lo más difícil de sortear en este reportaje fueron los últimos coletazos de la pandemia. Si bien es amplio y en un espacio muy abierto, el Centro de Recuperación de Especies que la Fundación Temaikén posee a 50 kilómetros de Buenos Aires todavía obligaba a ciertas medidas de protección a finales de 2021, cuando lo visité para la realización de esta nota.
Sin duda, el trato diario, individualizado y puntilloso que tienen en la rehabilitación de cada uno de los ejemplares del cardenal amarillo en el Centro de Recuperación de Especies la Fundación Temaikén, a 50 kilómetros de Buenos Aires, es admirable. El macho es muy territorial y no acepta compartir espacio con otro macho, entonces hace falta colocar a cada ejemplar en una jaula individual y trabajar con ellos por separado. Las jaulas son grandes, espaciosas y permiten a las aves realizar vuelos más o menos prolongados. Me llamó la atención que, en apenas tres meses, un animal rescatado de cautiverio puede recuperar sus instintos naturales de conservación como para protegerse de los depredadores y ser liberado.
Lo más llamativo en la reportería fue el proceso de recuperación del temor del cardenal amarillo a las aves rapaces que depredan la especie. Cada jaula tiene una especie de alarma con sonidos diferentes que suenan para poner en alerta al cardenal. A continuación aparece el depredador. Al principio, era un gavilán que tienen en el Centro y al cual se le hacía volar por la zona de las jaulas, aunque esto dependía del humor que tuviera el gavilán para hacerlo. Después decidieron montarlo en la mano enguantada de alguna de las investigadoras y hacer que batiera las alas frente a la jaula del cardenal a monitorear. Finalmente, fabricaron una réplica de gavilán, una especie de momia que las investigadoras manejan copiando los movimientos de un ave rapaz de verdad. Lo que hacen es grabar con una cámara montada en el interior de la jaula la reacción del cardenal amarillo monitoreado. Los ejercicios se van repitiendo y modificando con el paso de los días hasta alcanzar el punto de reacción suficiente para que la pequeña ave pueda escapar de un depredador real. En ese momento ya estará listo para ser liberado en la naturaleza.
Lea aquí el reportaje Argentina: el cardenal amarillo le da batalla al tráfico de animales y comienza a recuperarse de Rodolfo Chisleanschi.
13. Pasar de un paisaje en llamas a un bosque que conserva cientos de especies: un reportaje de Flavia Morales
La historia del ejido Tonalaco en Xico es muy significativa porque muestra cómo una tragedia, como la devastación del bosque por un incendio, generó un cambio en los ejidatarios para llegar a la conservación y, cómo a lo largo de los años, además de la conservación del bosque original han logrado avanzar para reconvertir áreas de ganado en bosque. Ahora los ejidatarios desde su visión, y sin ayuda gubernamental, han logrado sostener su economía gracias a la conservación comunitaria. Aún así, me impactó el hecho de que llevan más de 20 años de manejo forestal pero la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) tenía un rezago en la aprobación de su permiso forestal, lo que, según el seguimiento que hicimos, tardó varios meses más.
Para llegar al ejido se debe seguir un camino de terracería de más de una hora entre la montaña. El lugar no es de fácil acceso y el asunto ya era complejo porque, previamente, tardamos algunas semanas para poder contactar a los ejidatarios, acordar la visita y que nos dieran un recorrido por su territorio.
Me llamó la atención que otra de sus actividades económicas principales es el cultivo de trucha arcoíris. Los ejidatarios rentan algunas hectáreas del bosque para la instalación de las albercas de trucha. El agua de la que se alimentan es de manantial y esta se conserva gracias al bosque recuperado.
Lea aquí el reportaje México: la apuesta comunitaria de revivir un bosque arrasado por el fuego de Flavia Morales.
*Imagen principal: Ana Cristina Alvarado, periodista de La Barra Espaciadora y colaboradora de Mongabay Latam, trabajando en una de las historias para el especial Manchados por el petróleo. Foto: José Fajardo.
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Videos | La huella menonita: comunidades denuncian desalojo, tráfico de tierras y destrucción de sus bosques
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