- Informes de inteligencia y fuentes en terreno apuntan a que la minería ilegal en el departamento de Guainía, en Colombia, y en el Parque Nacional Yapacana, en Venezuela, funciona gracias a una alianza criminal entre la guerrilla del ELN, las disidencias de las FARC y la Guardia venezolana.
- La explotación de oro en Yapacana ha alcanzado una dimensión de 2035 hectáreas, algo así como 1884 canchas de fútbol, según imágenes satelitales analizadas por SOS Orinoco. Aproximadamente más de 7000 personas habitan el complejo minero ilegal.
- Las comunidades indígenas han denunciado los daños en su salud y los ecosistemas a causa de la contaminación provocada por la actividad minera.
En medio de la selva amazónica venezolana existe una ciudadela que para muchos es desconocida y en la que habitan más de 7000 personas. Se trata de una aldea formada alrededor de la minería ilegal de oro y ubicada en el Parque Nacional Yapacana, de acuerdo con testigos que conversaron bajo protección de su identidad con Mongabay Latam y Vorágine.
Por necesidades económicas y la esperanza de mejorar sus condiciones de vida, migrantes venezolanos, pobladores indígenas colombianos de distintas etnias del sur del país y forasteros se van a las minas en Yapacana a conseguir plata como mineros ilegales o en actividades que se han generado alrededor de esa actividad.
En los alrededores del cerro Yapacana hay billares improvisados, restaurantes, heladerías, prostíbulos, tiendas de abarrotes y hasta clínicas o lugares donde se cuidan bebés, como relataron testigos. Todo ocurre bajo la vigilancia de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con la complicidad de la Guardia venezolana.
Quizás por esto impera una especie de ley del silencio, que se extiende a la frontera con Colombia. “Ningún área se atreve a hablar del caso, todos saben que la minería ilegal se da así en Venezuela”, dijeron desde la oficina de comunicaciones de la Alcaldía de Inírida, en el departamento de Guainía, población de Colombia ubicada a 200 kilómetros de Yapacana.
El flujo constante de personas y recursos entre Yapacana y Guainía es constante. Los mineros van a Inírida a gastarse el dinero, a conseguir insumos, maquinaria y las materias primas que necesitan para el trabajo en las explotaciones. A su vez, el oro extraído en Yapacana se transporta a Inírida y de allí parte a otras ciudades colombianas en donde es legalizado.
A continuación, te explicamos en cuatro claves la problemática de la minería ilegal de oro en la frontera que comparten Colombia y Venezuela.
Alianza entre criminales y autoridades
La investigación periodística de Mongabay Latam y Vorágine publicada en noviembre de 2022 logró determinar que en áreas del Parque Nacional Yapacana en Venezuela, a 200 kilómetros de la frontera con Colombia, se desarrolla una operación de minería ilegal de oro en la que trabajan de la mano el ELN, las disidencias de las FARC y la Guardia venezolana, según un informe del Ejército colombiano al que esta alianza periodística tuvo acceso.
La minería ilegal que está degradando el bosque protegido en Venezuela se practica bajo el control del ELN y las disidencias de las FARC. En particular, según el informe oficial, la frontera es controlada por Gener García Molina —alias “John 40”, un “vieja guardia” de las FARC— y parte del negocio del narcotráfico que hoy lidera el frente Acacio Medina de las disidencias de las FARC. A su vez, el ELN tiene presencia con el frente José Daniel Pérez.
La explotación ilegal no sería posible sin el actuar cómplice de las autoridades venezolanas. Esto según el documento de inteligencia que menciona que existe un acuerdo entre las disidencias de las FARC y “las Fuerzas Militares de Venezuela para coordinar actividades delictivas en el sector La 40 de la mina Yapacana”. A cambio, según múltiples testigos, miembros de la Guardia venezolana van a cobrar semanalmente un soborno.
En enero de 2023, el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus siglas en inglés), de la la ONG Amazon Conservation, determinó que los campamentos mineros están intactos en la cima del cerro Yapacana, pese a operativos militares realizados el 17 de diciembre de 2022. También reportaron una deforestación de 750 hectáreas asociadas a la actividad extractiva de 2021 a 2022. Esto corresponde al 49 % del acumulado deforestado de 1537 hectáreas.
La fiebre del oro
Las minas en las áreas de Yapacana han impulsado la formación de una especie de ciudadela construida con tablas cubiertas con lonas. En este lugar habitan los mineros ilegales y las personas que trabajan en restaurantes o comercios frecuentados por ellos. En Yapacana podrían trabajar unas 7000 personas, según cálculos de los testigos consultados por Mongabay Latam y Vorágine.
Asimismo, las minas han llegado a explotar aproximadamente 2035 hectáreas del parque nacional, de acuerdo con imágenes satelitales analizadas por la ONG SOS Orinoco.
Según una testigo que conoce la zona, hay mineros que se pueden ganar hasta 6300 dólares en un mes. Un documento citado por el diario El Tiempo señala que, entre 2021 y junio de 2022, las organizaciones ilegales realizaron transacciones por 13 millones de dólares en el departamento fronterizo de Guainía, en Colombia.
La ruta de la legalización del oro pasa por Colombia
El oro extraído de las minas saldría de Venezuela hacia Colombia. En el informe de la Fuerza Pública colombiana se afirma que integrantes de las organizaciones ilegales comercializan el oro en Inírida, capital de Guainía, para luego enviarlo a las ciudades colombianas de Villavicencio y Bogotá para “legalizarlo”.
Los actores armados no solo hacen presencia en Yapacana, en zona fronteriza, sino también en la Reserva Nacional Natural Puinawai, un territorio de selvas y sábanas amazónicas que se ubica al suroccidente del departamento del Guainía, en la frontera de Colombia y Brasil.
En Puinawai, no hay funcionarios de Parques Nacional Naturales de Colombia desde 2014, por no haber condiciones de seguridad para su presencia, según documentos de la entidad. “En el área mantienen presencia el Frente XVI y la Tercera Comisión del Frente Acacio Medina de las Farc, las cuales controlan las actividades mineras ilegales”, dice el documento. Se trata del mismo Frente Acacio Medina liderado por alias John 40 que protege las minas de Yapacana y que podría ser uno de los grupos armados que se encargan de la legalización del oro en Inírida, antes de enviarlo a Bogotá y Villavicencio.
Afectación a comunidades indígenas
Grupos indígenas, como la Organización Regional de Pueblos Indígenas de Amazonas (ORPIA), han llamado la atención del gobierno de Venezuela sobre la contaminación por mercurio, así como la degradación de bosques y ríos que genera la minería ilegal de oro.
“Queremos destacar que, desde el año 2015, las organizaciones indígenas venimos alertando al presidente Nicolás Maduro sobre los impactos de la minería en el estado, especialmente en el Parque Nacional Yapacana. La minería en todo el estado de Amazonas ha propiciado la deforestación de grandes extensiones de bosques, el desvío de cauces de ríos como el Atabapo, la contaminación de las aguas a causa del mercurio y otras sustancias tóxicas, la pérdida de biodiversidad, el cambio en los ciclos naturales de los ecosistemas, la degradación de los suelos (…)”, dice la ORPIA.
Del lado colombiano, se han observado niveles que superan el límite normal de mercurio en plantas y peces.
Al respecto, en el marco de la 27 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022 realizada en Egipto, los presidentes Gustavo Petro y Nicolás Maduro firmaron un acuerdo para salvar la Amazonía. Su anuncio contrasta con la dramática situación de Yapacana.
*Lee toda la investigación de Mongabay Latam y Vorágine aquí.
*Imagen principal: Quien vaya para el cerro Yapacana desde Colombia debe atravesar la Estrella Fluvial de Inírida, un lugar donde convergen los ríos Guaviare, Atabapo e Inírida. Allí se forma una especie de cruz de agua que termina desembocando en las aguas del Orinoco, un río que kilómetros más adelante abraza al cerro Yapacana. Crédito: Jose Guarnizo.
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