- Un mes ha pasado desde que la empresa Hemco Mineros Nicaragua derramó accidentalmente pulpa cianurada sobre la vía y en una zanja que conecta con el río Tungkih, en la Reserva de la Biósfera Bosawas.
- Los resultados de las muestras de agua que fueron enviadas al Centro para la Investigación en Recursos Acuáticos de Nicaragua aún no han sido dados a conocer.
Los habitantes del municipio de Bonanza, en la región Autónoma de la Costa Caribe Norte de Nicaragua, continúan esperando los resultados de las pruebas de agua que recogió la empresa minera Hemco Mineros Nicaragua luego de derramar cianuro accidentalmente el pasado 13 de mayo.
La compañía, que extrae oro de la mina de Bonanza y que es parte del grupo colombiano Mineros S.A., se refirió al accidente, mediante un breve comunicado, informando sobre derrame de residuos industriales pero sin precisar el contenido de los mismos. Fue por medio de un informe de inspección del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena) —que no fue dado a conocer por las autoridades, sino que fue filtrado a organizaciones ambientales— que se confirmó el vertimiento de pulpa cianurada.
Según precisa el mismo informe del Marena, el accidente ocurrió cuando el acople en la tubería de descarga de una bomba se desprendió. Luego de eso, el derrame llegó, por medio del drenaje pluvial, hasta una zanja conocida como “Caño Bonancita” que conecta con el río Tungkih. Al menos 4000 personas en nueve comunidades indígenas Mayangna viven a orillas de ese río, ubicado al interior de la Reserva de la Biósfera Bosawas, y lo utilizan para pescar, lavar y bañarse.
Aunque el documento del Marena asegura que “la inmediata respuesta de la brigada de emergencia de la empresa” evitó una mayor afectación y contaminación en el suelo y el agua, ambientalistas, defensores de derechos humanos y comuneros están preocupados. A un mes de ocurrido el accidente, los resultados de las pruebas de agua aún no se han dado a conocer.
“La empresa ha guardado mucho silencio. Se supone que se comprometió en el comunicado a brindar los resultados de su análisis y de su gestión, pero eso no lo ha hecho hasta ahora”, dice Amaru Ruiz, presidente de la Fundación del Río, una organización ambientalista con más de 30 años de trabajo en el país. “Hay que seguir presionando para tener esa información y analizar qué es lo que miraron y cuáles son las acciones de remediación”, agregó.
La falta de información
Según el informe del Marena, el equipo técnico de la empresa se dio cuenta del derramamiento 15 minutos después e inició inmediatamente el protocolo de contención. Sacaron con palas la pulpa de cianuro para arrojarla a un sumidero, colocaron cada 30 minutos cal e hipoclorito sobre lo derramado para bajar la concentración de cianuro, tomaron muestras de agua y mediante un medidor Dragger —dispositivo que mide gases y vapores— constataron que el área estaba de libre de contaminación.
Lo que preocupa a ambientalistas y defensores de derechos humanos en Nicaragua, sin embargo, es la falta de información.
Un experto en minas nicaragüense, que solicitó el resguardo de su identidad por razones de seguridad, sostuvo que Hemco Mineros Nicaragua tiene más de 100 puntos de muestreo para realizar monitoreos cada seis meses, pero no ha sido revelado si ejecutaron un monitoreo de emergencia para comparar con los niveles conocidos en su base de datos. “Las autoridades de la Mina no han comunicado la información pertinente sobre la amplitud del derrame. Se sabe muy poco cómo fue y por eso hay mucha especulación”, dice.
El trabajo realizado por la autoridad es un informe de inspección y no de impacto. “Con solo ir a ver uno puede dimensionar qué cosa ha generado el derrame, pero no puede cuantificar el impacto”, sostiene Ruiz. “Además, no estaban las pruebas de agua que se supone llevaron al Centro para la Investigación en Recursos Acuáticos de Nicaragua (CIRA), entonces no tenemos acceso a los resultados, no sabemos qué resultados obtuvieron”, agrega.
Tampoco “ha habido un proceso de judicialización o administrativo para deslindar responsabilidades”, asegura Ruiz, quien considera que “el Estado debió de acusar formalmente de oficio a la empresa y establecer medidas de reparación y de compensación. Pero eso tampoco lo tenemos. No sabemos si existe y no sabemos si va a existir”.
Para el ambientalista esto es particularmente importante dado que la empresa no dio aviso a las comunidades para que tomaran acciones de prevención, sino que fue el Gobierno Territorial Indígena Mayangna Sauni Arungka-Matumbak el que llamó a la población a no pescar ni usar agua del río. Esto último, sin embargo, es algo difícil de llevar a cabo porque “para nosotros no hay otro río. Tenemos que bañarnos y lavar. Es el único río que da para la gente que vivimos ahí”, explica un comunitario que pidió el anonimato por seguridad.
Para el experto que pidió también el resguardo de su identidad, lo que ha ocurrido da cuenta de que “no hay control de las minas, que no tienen la obligación de reportar los daños a la población y al ambiente”.
Mongabay Latam envió, vía correo electrónico, preguntas a Hemco Mineros Nicaragua. Hasta la publicación de esta nota, la empresa no entregó respuestas.
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Los posibles impactos de la contaminación
El comunitario que conversó con Mongabay Latam señaló que “hasta el momento no hay ningún efecto para este incidente”, sin embargo, advierte que están preocupados por lo que pueda ocurrir con la llegada de las lluvias. “Cuando entremos en las estaciones de invierno es posible que haya un efecto más adelante”, dice. Temen que con la crecida del río la contaminación llegue con mayor fuerza a las comunidades.
El toxicólogo ambiental de la Universidad de Cartagena, en Colombia, Jesús Olivero, explica que “el cianuro mata todo lo que pueda respirar en el agua”. Sin embargo, también precisa que “se degrada rápidamente”. Por lo mismo, “un derrame puede producir una mortandad rápida de peces, pero al poco tiempo el efecto del cianuro ya habrá disminuido porque se metaboliza a sustancias que son menos tóxicas”. Además, “si el río lleva bastante agua, la dilución será mayor y, por lo tanto, el impacto va a ser mucho menor”, explica el experto.
No obstante, asegura, “cuando hay una creciente puede haber arrastre de material que puede tener muchos elementos tóxicos”.
El experto nicaragüense que pidió no revelar su identidad, explica que, además del cianuro, hay otros posibles contaminantes que pueden ser emitidos a los cuerpos de agua receptores aledaños de la mina. Entre ellos están los metales que salen como subproductos de la lixiviación con cianuros y también el amonio, “un subproducto de la hidrólisis de los cianatos que es tóxico para la biota acuática en concentraciones relativamente bajas y que ha sido observado como el compuesto responsable de la toxicidad de efluentes de las minas de oro”.
Por todo ello, insiste, “es esencial saber los niveles de concentraciones de los tres grupos de elementos para evaluar la situación en los ríos aledaños”. Conocer los resultados de las muestras de agua, por lo tanto, es fundamental para conocer cuáles son los riesgos que enfrenta el ecosistema, incluidas las comunidades que habitan a orillas del Tungkih. “Nada de lo que sale de una mina es inocuo y las poblaciones que están aguas abajo siempre van a estar impactadas por los residuos que esta genera”, asegura Olivero.
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Este no es el primer derrame
Según la organización internacional de conservación de bosques tropicales, World Rainforest Movement (WRM), el Centro Humboldt —una ONG ambiental en Nicaragua que monitoreó las situación de los bosques y la actividad minera en el país hasta que fue cerrada por el régimen de Daniel Ortega—, recurrió en 1999 a la Procuraduría Ambiental para denunciar formalmente a la empresa HEMCO por la contaminación de los mantos acuíferos y ríos aledaños aledaños a su proyecto minero ubicado en el municipio de Bonanza. Cabe precisar que en ese año la compañía no pertenecía a Mineros S.A.
“El Centro de Investigación en Recursos Acuáticos de Nicaragua realizó una inspección y muestreo de la laguna cianurada de la mina y concluyó que el proceso de tratamiento era inadecuado para reducir las concentraciones de cianuro previo a su descarga”, cuenta WRM.
Un año después, asegura WRM, el Centro Humboldt presentó ante la primera sesión del Honorable Tribunal del Agua, desarrollada en la ciudad de San José, Costa Rica, una denuncia formal en contra del Estado nicaragüense y la empresa minera por la no supervisión estatal en las tareas de monitoreo y por el descargue de cianuro en los ríos Tunky, Concha Urrutia y Bambana. El veredicto del Tribunal fue a favor de la demanda.
El 14 de enero de 2003, cuando la empresa era propiedad de una compañía canadiense, se produjo un nuevo derrame de solución cianurada equivalente a 30 433 galones. “Según técnicos de la empresa, el agua cianurada vertida en el río Bambana tenía un porcentaje de 0.9 partes por millón, lo que no representa peligro para los seres humanos”, cuenta el reporte de WRM. La organización Centro Humboldt, no obstante, conformó un equipo técnico con el fin de constatar la magnitud del evento. Lo que encontró fue que cuatro de las cinco muestras analizadas presentaban resultados por encima de la norma.
Hoy la empresa tiene otros dueños, pero de igual manera “es como pelear contra un dragón”, dice el comunitario que conversó con Mongabay Latam. “Siempre terminas en nada”.
* Imagen Principal: Zona de amortiguamiento de Bosawas. Foto: Michelle Carrere.
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