- Esta área natural protegida alberga relictos boscosos, resultado de un período de la historia geológica con severos cambios climáticos y que provocó una muy alta diversidad biológica.
- Desde 1986, el Parque Nacional Yanachaga-Chemillén protege el importante hábitat de especies emblemáticas como el oso de anteojos (Tremarctos ornatus) y el gallito de las rocas (Rupicola peruvianus).
El Parque Nacional Yanachaga-Chemillén, en Perú, es considerado un refugio del Pleistoceno. Sus relictos boscosos son producto de un aislamiento geográfico que duró varios cientos de miles de años, en una época en la que se dieron severos cambios climáticos. Este es el motivo de su alta diversidad biológica.
El área se extiende sobre la cordillera del Yanachaga y su paisaje dominante son las montañas cubiertas por bosques, surcadas por profundos cañones. Este parque que busca la conservación de los ecosistemas de selva baja, selva alta y puna húmeda o pajonal, se estableció en agosto de 1986 y tiene una superficie de 122 000 hectáreas, ubicadas en los distritos de Oxapampa, Villa Rica, Huancabamba y Pozuzo, en la provincia de Oxapampa del departamento de Pasco.
“La teoría del refugio del Pleistoceno se basa en el supuesto de que los cambios climáticos pasados provocaron la distribución actual de muchas especies que se comprimieron y expandieron, por ello el área cuenta con toda esa gran riqueza en biodiversidad”, explica Salomé Antezano, ingeniera forestal y jefa del parque.
El sitio también representa la zona núcleo de la Reserva de Biósfera Oxapampa-Asháninka-Yanesha (BIOAY), que une a este parque nacional con la Reserva Comunal Yánesha, el Bosque de Protección San Matías San Carlos y la Reserva Comunal El Sira, todos ubicados en varios distritos de la provincia de Oxapampa, región Pasco.
“Además, el parque es considerado como una de las áreas naturales irremplazables en el mundo. En Perú hay cuatro áreas consideradas de esta manera y una de ellas es Yanachaga-Chemillén, por su biodiversidad tanto de anfibios como de aves”, afirma Antezano.
Este es un recorrido por los asombrosos paisajes del Parque Nacional Yanachaga-Chemillén, “una puerta de entrada a la Amazonía” en Perú.
Primera parada: el paisaje
La belleza escénica del sitio está enmarcada por las montañas cubiertas de bosque. Su relieve es muy accidentado, con laderas rocosas y de pronunciadas pendientes, sobre todo en las zonas este y oeste del río Palcazu. Su variación altitudinal va desde los 460 hasta los 3643 metros sobre el nivel del mar.
De acuerdo con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), sus características geográficas, sumadas a su variedad climática, generan una alta variedad de formaciones ecológicas en un espacio geográfico relativamente pequeño, con una consecuente alta diversidad biológica.
“Este espacio es de gran importancia para la investigación y la educación, para que los niños y los jóvenes puedan visitar el área y, directamente, conocer especies de flora y fauna. Las áreas naturales protegidas son laboratorios vivos”, sostiene Antezano.
Además, el parque es proveedor de más de 1300 milímetros de agua al año, recurso que beneficia a alrededor de 30 000 habitantes de los distritos de Oxapampa, Huancabamba, Pozuzo y Palcazú.
El parque cuenta con cuatro zonas de uso turístico, con actividades de naturaleza ideadas con la colaboración de autoridades y población locales, así como empresas privadas que, en conjunto, contribuyen a la conservación del área.
“Cada sector tiene su propia particularidad y sus atractivos naturales. En el caso de San Alberto, por ejemplo, podemos observar ejemplares de árboles de grandes dimensiones y también una gran cantidad de aves registradas para ese ámbito”, describe Antezano.
Segunda parada: los animales
La diversidad faunística del parque está representada por el oso de anteojos (Tremarctos ornatus) y el gallito de las rocas (Rupicola peruvianus), sus especies emblemáticas. Además, la zona conserva importantes poblaciones de fauna nativa, especialmente de animales pequeños y medianos.
“En Huampal, en la ruta a Pozuzo, el atractivo es el gallito de las rocas, con un área de cortejo del macho a las hembras. Aquí se reúnen los gallitos para danzar y cortejar a la hembra; al final, ella elige al mejor macho para poder copular”, explica Antezano.
Las aves del parque constituyen el grupo más numeroso de especies, con 668 distintas. Además del gallito de las rocas, aquí también destacan el tucán (Ramphastos ambiguus) y las pavas de monte (Aburria aburri), así como el guacamayo de cabeza azul (Primolius couloni), la águila monera (Spizaetus isidori) y especies endémicas del Perú como el hormiguerito (Herpsilochmus motacilloides), el colibrí (Phlogophilus harterti) y el mosquerito (Zimmerius viridiflavus).
Además, el área ha registrado 150 especies de mamíferos y 95 especies de anuros, grupo de anfibios representado por ranas y sapos. Entre los mamíferos, destacan el jaguar (Panthera onca), el puma (Puma concolor), la sachacabra (Pudu mephistophiles), el mono choro (Lagothrix cana), el tapir o sachavaca (Tapirus terrestris) y el majaz de altura (Cuniculus taczanowskii). Tanto el oso de anteojos como la sachacabra están categorizadas como especies Vulnerables, el mono choro En Peligro y el majaz de altura se encuentra en situación de Casi Amenazada.
Tercera parada: su vegetación
La mayor parte de los espacios que hoy son los relictos boscosos del parque, hace varios cientos de miles de años fueron ocupados por ecosistemas herbáceos.
De acuerdo con el Sernanp, los tipos de vegetación corresponden a la puna húmeda, yungas peruanas y bosques amazónicos, en donde las comunidades vegetales son de características únicas. Hay gramíneas, orquídeas, bromelias, helechos arbóreos y palmeras, entre otras especies. Incluso, muchas de ellas tienen un importante potencial para el uso medicinal, alimenticio, ornamental, artesanal y forestal.
Según los registros del parque, se han identificado alrededor de 6000 especies de plantas vasculares, lo que representa cerca de la tercera parte de las especies registradas en el Perú. Las orquídeas son el grupo que presenta el mayor número de especies, con unas 700.
En el parque se encuentran árboles como el ulcumano (Retrophyllum rospigliosii), el diablo fuerte (Prumnopitys harmsiana), el cedro de altura (Cedrela sp.), el nogal (Juglans neotropica) y especies de orquídea como el zapatito de la reina (Phragmipedium caudatum).
“Algunas de las especies son identificadas como recurso turístico, como los árboles de diablo fuerte, cedro, tornillo y nogal, entre otros que con el boom de la madera que hubo hace muchos años atrás, se han extraído fuera del área natural protegida”, detalla Salomé Antezano.
Los bosques en la Cordillera Yanachaga brindan protección a la parte alta de las subcuencas hidrográficas de Huancabamba-Chorobamba y Palcazú. Estos ecosistemas suministran agua a la población asentada en los distritos de Oxapampa, Huancabamba, Pozuzo, Palcazú y Villa Rica, mientras que evitan la erosión de suelos y previenen inundaciones en las partes bajas.
Su zona de selva alta o ecorregión de yungas peruanas, representa la mayor parte del parque, con el 85.99 % del área. Cuenta con zonas de montañas y colinas altas que oscilan entre los 900 y hasta 3400 metros sobre el nivel del mar, con bosques de transición y bosques de neblina.
El ecosistema de selva baja o ecorregión de bosques húmedos del Ucayali en el parque comprende el 11.93 % de su superficie. Destacan los bosques a las orillas de los ríos.
El pajonal o puna húmeda de los Andes centrales representa el 2.08 % del parque. De todo este espacio, solo una pequeña fracción corresponde a bosques relictos, mientras que la mayor parte está cubierta por pastos naturales intervenidos.
“Visitar el parque es algo emocionante, para mí, es como un paraíso. Cuando empiezas a subir, ves paisajes con gran cobertura vegetal que, en la ciudad o en las zonas, por la deforestación no se pueden ver. Es un paraíso muy cercano a Lima. Con cada visita, en sus hermosos paisajes, se encuentran cosas nuevas”, concluye Salomé Antezano.
* Imagen principal: Cañon de Huancabamba, en el Parque Nacional Yanachaga-Chemillén. Foto: Sernanp
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