En Bolivia, los asentamientos ilegales en tierras fiscales, privadas y áreas protegidas crecen sin control. Los bosques de las reservas San Rafael y El Curichi Las Garzas, así como los del Parque Nacional Amboró, son víctimas de este grave problema. Detrás de los avasallamientos, encontramos también deforestación. Viajamos a la zona para contarles lo que está pasando. Los hallazgos aquí
1 Avasallamientos en Bolivia: las invasiones ilegales que lastiman las áreas protegidas
En Bolivia, los asentamientos ilegales en tierras fiscales, privadas y áreas protegidas crecen sin control. El problema viene acompañado de deforestación, narcotráfico, violencia e impunidad. Este año investigamos qué hay detrás de los avasallamientos. Lee más aquí
2 Bolivia: invasores llegan hasta el corazón de la Reserva Municipal de San Rafael y tumban el bosque
En la Reserva San Rafael, en la Chiquitanía boliviana, encontramos zonas recién deforestadas por colonos que llegaron desde el occidente del país para sembrar granos y comercializar maderas preciosas. Además, se pudo confirmar que los avasallamientos, que hasta hace algunos años se mantenían en los bordes de la reserva, ya penetraron el área protegida. Lee más aquí
3 Bolivia: deforestación y narcotráfico arrasan bosque del parque Amboró
En el Parque Nacional Amboró, pobladores, expertos y guardaparques aseguran que el principal fin de la deforestación es acondicionar áreas para el cultivo ilegal de hoja de coca. Algunas de las nuevas zonas abiertas son expansiones de parches de deforestación que en 2020 Mongabay Latam y El Deber confirmaron que se trataba de cultivos de coca. “Nosotros no podemos enfrentarnos solos con los cocaleros o narcos, porque simplemente nos matan”, dice un guardaparques que pidió reserva de su identidad por razones de seguridad. Lee más aquí
4 Bolivia: área protegida El Curichi Las Garzas se convierte en botín de invasores
Los asentamientos ilegales también arrasan con el bosque de la reserva El Curichi Las Garzas, un refugio natural donde arriban miles de cigüeñas para reproducirse. Los avasalladores han devastado 300 hectáreas para cultivar arroz y soya. “Vemos ahora que son 300 hectáreas nuevas que se están destinando para la agricultura y es preocupante porque, por lo que hemos visto en esta inspección, están quemando y quieren habilitar nuevas hectáreas más”, dice Blanca Nieves Suárez, de Fundación Natura. Lee más aquí
Lee la investigacion completa aquí
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