- El pasado 3 de abril de 2024, Jane Goodall, cumplió 90 años. Para conmemorar la ocasión, Goodall se sentó con Rhett Ayers Butler, fundador y CEO de Mongabay, en su casa en California.
- En la conversación, Goodall profundiza sobre la toma de conciencia sobre la degradación ambiental y la pérdida de biodiversidad, al tiempo que resalta la importancia de fomentar la esperanza en medio de la fatalidad y el pesimismo que a menudo se asocia con estos temas.
- “He llegado a pensar en que la humanidad está en la boca de un túnel muy largo y oscuro, y justo al final hay una pequeña estrella brillando. Y eso es la esperanza”, dice. “Sin embargo, es inútil simplemente sentarse y preguntarse cuándo esa estrella vendrá a nosotros. Debemos prepararnos para el reto, alistarnos para trabajar duro en sociedad y sortear todos los obstáculos que se interponen entre nosotros y ella”.
- La conversación también aborda el poder transformador de la participación de los jóvenes en el activismo ambiental. Goodall destaca la influencia que los jóvenes pueden tener en las generaciones mayores, enfatizando la importancia de votar en las elecciones como un camino para apoyar a los candidatos que priorizan los temas ambientales.
Jane Goodall cumplió 90 años el pasado 3 de abril de 2024. Durante las últimas semanas, el mundo ha estado celebrando su cumpleaños de varias maneras, desde una conmemoración con 90 perros en una playa de Carmel, California en los Estados Unidos, que simboliza su compromiso de toda la vida con el bienestar animal, hasta galas en elegantes salones de baile de las ciudades más grandes del mundo con líderes empresariales y políticos globales.
El 27 de marzo, Goodall se sentó amablemente para una extensa conversación en mi casa en el área metropolitana de la Bahía de San Francisco. Cubrimos una variedad de temas, desde la empatía por las plantas y los animales hasta la necesidad de tener esperanza.
Antes de sumergirnos en la entrevista, es útil comenzar dando algo de contexto sobre Goodall, cuyo viaje ha redefinido nuestra comprensión del reino animal. Conocer su trayectoria nos ayudará a apreciar las reflexiones que realizó en nuestra conversación y entender por qué Goodall se ha convertido en una figura destacada en el entorno de la conservación y el estudio de los primates.
También un breve aviso: Goodall hace parte del Consejo asesor de Mongabay desde 2014.
El camino de Jane Goodall
Con poco más que un cuaderno, binoculares y un espíritu indomable, Goodall puso un pie en el Parque Nacional Gombe Stream, Tanzania, en 1960. Bajo la mentoría del antropólogo Louis Leakey, su misión inicial era observar y registrar el comportamiento de los chimpancés. Lo que siguió fue una vida de investigación pionera, que la transformó en una de las primatólogas y defensoras ambientales más influyentes del siglo XX. Sus primeras observaciones sentaron las bases para futuros esfuerzos de conservación, impactando significativamente en el campo.
Las contribuciones de Goodall a la ciencia y nuestra percepción de los animales han sido sustanciales. Antes de su trabajo, la línea que separaba a los humanos de los animales estaba claramente trazada y fuertemente custodiada por la comunidad científica. Las meticulosas observaciones de Goodall difuminaron estas líneas, revelando las profundas complejidades de las sociedades de chimpancés. Ella fue la primera en documentar chimpancés que fabrican y usaban herramientas, un comportamiento que se pensaba exclusivamente humano. Este descubrimiento desafió la visión antropocéntrica de la inteligencia y envió ondas a través del mundo científico, lo que llevó a una reevaluación de lo que significa ser humano.
Más allá de sus logros científicos, la defensa de Goodall por los animales y el medio ambiente ha sido incansable. Ha argumentado consistentemente por el reconocimiento de los animales como seres sintientes, capaces de sentir emociones como la alegría, el dolor y la frustración. Su fundación, el Instituto Jane Goodall, está a la vanguardia de los esfuerzos para proteger a los chimpancés y sus hábitats, combinando la conservación con programas de desarrollo comunitarios. A través de su programa Roots & Shoots (Raíces y Brotes), Goodall ha movilizado a una generación más joven hacia la gestión ambiental, subrayando la interconexión de todos los seres vivos. Su trabajo ha influido en la opinión pública, así como los cambios de políticas públicas con respecto a la conservación de la vida silvestre, destacando el impacto más amplio de sus esfuerzos.
El trabajo de Goodall se extiende más allá de los confines de la investigación académica para abarcar la defensa ambiental global. Su postura sobre la vida sostenible y el consumo ético desafía tanto a individuos como a corporaciones a reconsiderar su impacto en el planeta. En un mundo que se tambalea al borde del colapso ecológico, la voz de Goodall sigue siendo un llamado a la acción. Ella aboga por un enfoque holístico de la conservación, uno que aborde las causas fundamentales de la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.
El legado de Goodall es un testimonio del poder de la perseverancia, la empatía y la curiosidad científica. A través de su investigación precursora y su ferviente actividad de incidencia ambientalista, no solo ha ampliado nuestra comprensión de los chimpancés, sino que también ha resaltado la necesidad urgente de estrategias integrales para proteger nuestro planeta. Además, su papel como mentora y fuente de inspiración para la próxima generación de científicos y conservacionistas subraya su influencia duradera en los futuros líderes del mundo ambiental. El trabajo de toda la vida de Goodall sirve como un recordatorio de que comprender nuestro lugar en el mundo natural es el primer paso para preservarlo para las generaciones futuras.
Nota: este texto es un resumen de los comentarios de Goodall y ha sido editado para mayor claridad y fluidez.
Una entrevista con Jane Goodall
—Rhett Ayers Butler para Mongabay: Bueno, Jane, siempre es maravilloso verte. Gracias por venir y visitarme. Acabas de llegar de Carmel, California, donde tuviste una celebración de cumpleaños muy especial. ¿Puedes contarme un poco al respecto?
—Jane Goodall: Sí, este fue mi cumpleaños número 90. Las celebraciones en todo el mundo generalmente tienen colores y temas, que realmente no me gustan. Pero esta en Carmel fue diferente: hubo 90 perros para mi cumpleaños número 90. Se suponía que sería un saludo en la playa. Y, por supuesto, se desarrolló de manera única. Fue simplemente mágico: todos los perros, yo diría que más de la mitad estaban sin correa, corriendo en el mar, saludando a todos. Fue mágico.
—Mongabay: Has estado trabajando en el campo (de la conservación) durante bastantes años. ¿Cuál dirías que es el cambio más grande en el sector desde que comenzaste?
—Jane Goodall: Bueno, hay dos cambios significativos.
Uno es que más personas están tomando conciencia, y han surgido muchas pequeñas ONG para abordar diferentes problemas.
El otro es el daño que hemos hecho al mundo natural: los bosques que desaparecen, la pérdida de biodiversidad.
Entonces, sí, las personas ahora son más conscientes, pero el gran problema es que cuando las personas leen demasiado sobre la fatalidad y la tristeza, que necesitamos conocer, porque es real, pueden sentirse abrumadas. Podrían pensar: “¿Para qué?”, o “No hay esperanza”.
Por lo tanto, dar esperanza a las personas es un mensaje muy importante.
—Mongabay: La ecoansiedad es un gran problema en estos días, especialmente entre los jóvenes. Entonces, ¿cómo mantienes la esperanza? ¿Y qué mensaje te gustaría dar, especialmente, a las audiencias más jóvenes?
—Jane Goodall: ¿Cómo mantengo la esperanza? Viajando 300 días alrededor del mundo, lo cual, por supuesto, no es ecológico en términos de emisiones de aviones, etc., y como nadie me ha dado una alfombra mágica, siento que necesito estar allí para hablar realmente con la gente. Nuestros grupos en la organización Roots & Shoots están plantando cientos de miles de árboles, y JGI (el Instituto Jane Goodall, por sus siglas en inglés) está protegiendo bosques.
Mientras viajo, me encuentro con personas increíbles que hacen cosas asombrosas. Veo bosques siendo protegidos y bosques restaurados. Me encuentro con personas que abordan lo que parece imposible y no se rinden.
Esto incluye rescatar especies casi al borde de la extinción, como el cóndor de California. Recuerdo vívidamente cuando solo quedaban 12, uno en cautiverio y 11 en la naturaleza. Capturaron a los 11 salvajes, hicieron cría en cautiverio y ahora hay más de 200.
—Mongabay: Parte de superar la ecoansiedad es sentir que tienes la capacidad de hacer una diferencia en el mundo. ¿Qué puede hacer alguien en su vida diaria para tener un impacto positivo?
—Jane Goodall: Bueno, creo que comienza con que las personas se den cuenta de que cada día que viven, dejan algún tipo de impacto. Deben comenzar a pensar en su propia huella ambiental.
Pueden comenzar cuestionando sus compras: ¿Dónde se hizo? ¿Fue dañino para el medio ambiente? ¿Fue cruel con los animales, como los de las granjas industriales? ¿Su bajo costo se debe a expensas de salarios justos o implica trabajo esclavo? Si es así, no deberían comprarlo.
Optar por artículos que se produzcan de manera ética puede costar un poco más, pero esto significa que probablemente las personas los valorarán más y los desecharán menos. Como todos sabemos, la basura humana es un problema masivo.
Entonces, el mensaje es simple: recuerda, cada día que vives tienes un impacto. Elige sabiamente.
—Mongabay: A veces, necesitamos influir en personas que están más arriba en la cadena alimenticia, por así decirlo: líderes políticos y empresariales. ¿Cómo puede la persona promedio transmitir su mensaje a estas personas en su vida diaria?
—Jane Goodall: Bueno, varía. No estoy segura de quién es la “persona promedio” en estos días, pero todos tienen diferentes formas de tener un impacto. Por ejemplo, hay campañas y peticiones para firmar.
También siempre espero que a través de nuestro programa juvenil, muchos de los padres de los participantes ocupen puestos de toma de decisiones. Sé que los jóvenes pueden influir en las generaciones mayores; ha sucedido una y otra vez.
—Mongabay: Estás a punto de embarcarte en una nueva campaña que involucra el poder del voto. ¿Podrías hablar un poco del tema?
—Jane Goodall: Sí, hay 50 países en todo el mundo que actualmente se están preparando para las elecciones, no todas presidenciales, pero elecciones de todos modos. Y sé a ciencia cierta que muchos jóvenes dudan en votar porque son indiferentes a los candidatos. No ven el sentido de votar.
Entonces, el mensaje principal es: “Tu voto importa”. Por favor, sal y vota. Elige al candidato que se preocupa por el futuro. Ese es el mensaje clave.
—Mongabay: Ese es un mensaje importante, especialmente aquí en los Estados Unidos con una elección presidencial que se avecina.
Pero si tuvieras el poder de establecer una nueva tradición global o evento anual para fomentar una conexión más profunda con la naturaleza y la vida silvestre, ¿cuál y cómo sería?
—Jane Goodall: La clave es comprender y experimentar la naturaleza. La gente no se movilizará para proteger lo que no conoce. Es por eso que es crucial involucrar a los niños con la naturaleza lo antes posible. Hay innumerables historias de jóvenes que nunca han tenido la oportunidad de sumergirse en la naturaleza, tocar la tierra, explorar un río o un arroyo.
Encontrar formas para que experimenten la naturaleza de primera mano es vital. Cada vez más estudios muestran que el tiempo pasado en la naturaleza es beneficioso, tanto psicológica como físicamente. En algunos países, como Canadá y Japón, los médicos incluso pueden prescribir pasar tiempo en la naturaleza. Es alarmante que en la era actual de la inteligencia artificial (IA), los teléfonos celulares y las redes sociales, los niños pasen por hermosos lugares pegados a las pantallas. Nuestro programa Roots & Shoots tiene como objetivo sacarlos a la naturaleza, lejos de sus teléfonos celulares.
—Mongabay: Sí, realmente es un mundo diferente hoy en día. La razón por la que comencé Mongabay fue debido a esas experiencias que tuve en la naturaleza.
¿Qué crees que atrae a las personas a ti y a tu trabajo?
—Jane Goodall: Bueno, inicialmente, se trataba de una joven que se aventuraba en el bosque, algo que ninguna estaba haciendo en ese momento y estudiaba chimpancés. National Geographic lo describió como “la bella y la bestia”: criaturas misteriosas en la selva y una joven de cabello claro. Esa imagen captó la atención de la gente y fue un comienzo fantástico para mí.
Pero hay dos Janes, Rhett. Está la que te está hablando ahora, solo yo, Jane. Y luego está el ícono que ha sido construido por Geographic, Discovery, los medios y demás. Esta Jane tiene que mantener la imagen del ícono. Y es por esto que no puedo simplemente caminar por un aeropuerto desapercibida. Entonces, ¿qué es exactamente? No estoy del todo segura. Tal vez puedas decírmelo. ¿Puedes?
—Mongabay: Creo que es una combinación de tu historia de origen y el hecho de que pasaste de ser investigadora a defensora de la vida silvestre y los animales, especialmente transmitiendo la idea de que los animales son muy parecidos a nosotros: tienen emociones, sienten dolor. Esta no era una idea convencional cuando comenzaste a abogar por ella, y quizás fuiste ridiculizada o criticada por estas creencias. Pero ahora, gran parte del mundo ha llegado a tu forma de pensar. Creo que la gente reconoce y aprecia eso.
Además, el hecho de que estés ahí todos los días, reuniéndote con personas y dándoles esperanza en lo que fácilmente podría percibirse como una situación lúgubre, es significativo. Esa sería mi opinión.
—Jane Goodall: No puedo entender realmente lo que ha pasado. Honestamente, no lo comprendo del todo, pero busco aprovecharlo al máximo.
Es beneficioso para el esfuerzo de salvar nuestro planeta si la gente se preocupa por lo que digo porque les importo.
Creo que mi mensaje es importante, y no estarías hablando conmigo ahora si no lo creyeras también.
Es bastante asombroso para mí que pueda llegar a niños de tan solo seis años, así como a adultos, muchos de los cuales no esperarías que estuvieran interesados, pero escuchan.
Es mágico, Rhett, y es un regalo. Me han dado dos regalos que me han permitido hacer este trabajo.
Uno son los buenos genes que me mantienen lo suficientemente saludable para continuar a los 90 años.
El otro es un don para la comunicación: la escritura, por la que siempre he sentido pasión, y el habla, de la que tenía mucho miedo al principio pero descubrí que podía hacerlo.
Desde el principio, me hice la promesa a mí misma y a mi familia: “En cada charla que dé, me esforzaré por nunca decir ‘hum’ o ‘uh’ porque me resulta difícil escuchar a las personas que lo hacen”. Parece que la gente le teme al silencio.
—Mongabay: Para continuar sobre lo que comentas, ¿qué te gustaría que se recuerde de ti?
—Jane Goodall: Dos cosas.
Primero, por iniciar Roots & Shoots y dar esperanza a las personas, especialmente a los jóvenes, e involucrarlos en el mundo natural.
Segundo, por darnos cuenta de que no somos los únicos seres sensibles y conscientes.
Hemos recorrido un largo camino desde que comencé. Louis Leakey, mi mentor, me dijo que tenía que obtener un título. Dijo: “Jane, te elegí a ti”, y esto fue en 1957. Me eligió para estudiar a los chimpancés porque yo no había ido a la universidad y mi mente no había sido “contaminada” por la opinión muy reduccionista que la ciencia tenía sobre los animales en ese momento. Pero ahora, dijo, “los científicos deben tomarte en serio, así que tienes que obtener un doctorado. Y no tenemos tiempo para un título de pregrado”. Me consiguió un lugar en la Universidad de Cambridge para estudiar etología (la división de la biología que estudia el comportamiento de los animales).
Bueno, ni siquiera sabía lo que era la etología porque no había ido a la universidad. Así que estaba nerviosa. E imaginen cómo me sentí cuando todos esos profesores eruditos me dijeron que lo había hecho todo mal.
“A los chimpancés no debes ponerles nombres, debes asignarles números”.
“No puedes hablar de sus personalidades, no puedes hablar de que tienen una mente capaz de tomar decisiones, de resolver problemas. En absoluto puedes decir que tienen emociones como la felicidad, la tristeza, miedo o desesperación. Todo eso es único de los humanos”.
Eso es lo que pensaban.
Pero tuve una maravillosa maestra cuando era niña, mi perro. No puedes compartir tu vida con un perro, un gato, un pájaro o cualquier animal y no saber que no somos los únicos seres sensibles y conscientes en el planeta.
Porque los chimpancés son biológicamente tan parecidos a nosotros —compartimos el 98,7 % de nuestro ADN con ellos—; su comportamiento es tan parecido al nuestro, como besarse, abrazarse, tomarse de las manos, darse palmadas en la espalda, los machos compitiendo por el dominio de maneras muy humanas, incluso parándose erguidos, pavoneándose y agitando el puño con los labios fruncidos en un ceño furioso. Te recuerda a algunos políticos masculinos, ¿verdad? Y tienen una larga infancia, que les permite aprender mediante la observación así como mediante la experiencia directa. Así que, gradualmente, la ciencia tuvo que cambiar de actitud.
Y una vez que los chimpancés abrieron la puerta a la idea de que no somos los únicos seres sensibles y conscientes, eso abrió la puerta a la comprensión de todos los demás. Así que ahora estamos estudiando y descubriendo la inteligencia no solo de elefantes, ballenas y delfines, sino también de ratas, cerdos y pulpos.
Creo que es el momento más emocionante para los jóvenes que quieren aprender más sobre el comportamiento animal que nunca antes.
—Mongabay: Pasando a la conservación, ¿hay algún área subestimada o ignorada que, si se le prestara más atención, podría tener un impacto importante en el mundo?
—Jane Goodall: De hecho, cada vez más de estos temas están entrando en las conversaciones convencionales. Por ejemplo, la importancia de los corredores de vida silvestre. Esto incluye incluso los pequeños, como permitir que crezca vegetación natural a los lados de las carreteras y promover las áreas verdes urbanas. Estos temas se están discutiendo cada vez más.
Luego está la permacultura (la adaptación de las actividades humanas a los procesos de la naturaleza) y la agricultura regenerativa (la que busca restaurar los suelos), con una creciente comprensión de que la agricultura industrial está degradando el suelo y dañando la biodiversidad.
Cuando se trata de criar animales, existe una toma de consciencia creciente de la crueldad de la ganadería industrial, así como su papel en la producción de cantidades significativas de CO2 y metano. La gente está empezando a reconocer estos problemas.
Sin embargo, la degradación del suelo es algo que creo que muchas personas aún no han comprendido del todo.
Pero, ¿qué piensas tú? Me interesa saber qué aspectos crees que están pasando desapercibidos.
—Mongabay: Creo que vincular la conservación y la protección de la naturaleza con los beneficios tangibles que brindan a los humanos es esencial, ya que, lamentablemente, muchas decisiones se toman sobre esa base. Ha habido un progreso significativo en esta área en la última década, particularmente en el reconocimiento de servicios como el suministro de agua. Un bosque saludable y productivo, por ejemplo, suministra el agua esencial para la agricultura. Este enfoque en un solo valor del ecosistema puede ser reduccionista pero efectivo para resaltar la importancia de la conservación. Es particularmente convincente cuando se trata con líderes empresariales y políticos, quienes a menudo responden a tales consideraciones prácticas. A medida que avanza la ciencia, demostrando los claros vínculos y el valor que ofrecen los ecosistemas saludables y productivos, los incentivos para protegerlos aumentan. Este enfoque también ayuda a ampliar la base de apoyo para la conservación de la naturaleza.
—Mongabay: ¿Crees que una mayor empatía por los animales o las plantas representa una oportunidad desatendida en la conservación?
—Jane Goodall: Sí, creo que es crucial. Ahora entendemos que los árboles en los bosques pueden comunicarse bajo tierra a través de redes de micorriza (la unión entre raíces y hongos), enviando feromonas para prepararse mejor para un ataque inminente de depredadores. Este conocimiento es fascinante y cada vez más reconocido.
La empatía también juega un papel vital. Por ejemplo, siento una profunda tristeza cuando se talan bosques antiguos. Y, por supuesto, tengo empatía por los animales. Esto contrasta con lo que me dijeron en Cambridge: que un científico no puede darse el lujo de tener empatía por sus sujetos de estudio sin comprometer su objetividad. He descubierto que esto es absolutamente falso. La empatía y la objetividad pueden coexistir. ¿No estás de acuerdo?
Otro punto que a menudo se malinterpreta es nuestra dependencia del mundo natural para elementos esenciales como los alimentos, el aire y el agua. Dependemos de un ecosistema saludable, una compleja red de plantas y animales, cada uno desempeñando un papel único. Lo comparo con un tapiz: cada especie es un hilo, y su interdependencia es crucial. A medida que las especies desaparecen, el ecosistema se deshilacha, lo que lleva al colapso. Esa es la trayectoria actual, y subraya nuestra necesidad de ecosistemas saludables.
—Mongabay: Siento que los niños generalmente son más receptivos a ser empáticos hacia los animales, las plantas y otros organismos.
—Jane Goodall: Pero muchos adultos también lo son. Después de mis conferencias, adultos se me han acercado o me han escrito diciendo: “me has hecho pensar diferente”, “cambiaste mi vida” o “alteraste la forma en que pienso sobre los animales o la naturaleza”.
—Mongabay: ¿Tienes un principio rector que hayas llevado a través de tu vida y trabajo?
—Jane Goodall: El respeto. El respeto por las personas, otros animales y el medio ambiente. Es muy importante.
—Mongabay: El ámbito de la conservación, especialmente entre ciertas grandes ONG, tiene reputación de no ser muy colaborativo. ¿Por qué crees que existen esas barreras y qué se podría hacer para fomentar más cooperación?
—Jane Goodall: Creo que las ONG son competitivas y no quieren colaborar con otras por temor a ayudarlas a obtener más financiamiento.
Pero, Rhett, he llegado a pensar en que la humanidad está en la boca de un túnel muy largo y muy oscuro y justo al final hay una pequeña estrella brillando. Y esa es la esperanza.
Sin embargo, es inútil simplemente sentarse y preguntarse cuándo llegará esa estrella hasta nosotros. Debemos prepararnos para el reto, alistarnos para trabajar duro en sociedad y sortear todos los obstáculos que se interponen entre nosotros y ella. Estos incluyen el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la pobreza (ya que las personas en la pobreza pueden dañar el medio ambiente para sobrevivir), la degradación del suelo, la agricultura industrial y el consumo de combustibles fósiles, entre otros.
La buena noticia es que hay personas abordando cada uno de estos problemas. Tristemente, a menudo trabajan en solitario.
Un ejemplo simple es un grupo que celebra el cierre de una mina de carbón para reducir las emisiones de CO2 sin considerar a los mineros que pierden sus empleos, caen en la pobreza y pueden dañar el medio ambiente. Sin embargo, hay grupos que enseñan medios de vida alternativos cuando cierran industrias. Si el grupo (que hacía incidencia) sobre la minería de carbón hubiera colaborado con ellos, podría haber creado una situación de triple beneficio.
—Mongabay: Eres una narradora maravillosa. ¿Hay una historia que no hayas contado a menudo, o hace tiempo, que te gustaría compartir?
—Jane Goodall: Vaya, ¿qué historia?
Bueno, hay una historia que me encanta sobre Roots & Shoots en Goma, en el este de la República Democrática del Congo, donde el Instituto Jane Goodall tiene una oficina. Esta es una región rica en minerales y, por lo tanto, propensa a conflictos con varias milicias.
Un pequeño grupo de jóvenes, de entre 10 y 12 años, notó que una colina que alguna vez fue sagrada y estaba cubierta de árboles, ahora estaba en gran parte deforestada. Querían replantar los árboles.
Su mentor, Darío, consciente de la escala del proyecto, no quería desalentar su entusiasmo. Entonces, consiguió una donación de plántulas de un amigo guardabosques.
Luego, necesitaba la aprobación de la milicia local. El líder, al encontrar el proyecto inofensivo aunque tonto, aceptó, pero insistió en que los soldados acompañaran a los niños.
Imagínense a estos 15 niños, aferrándose a sus plántulas y herramientas, emprendiendo un largo y caluroso viaje a la colina, escoltados por cuatro grandes soldados congoleños con AK-47.
Aproximadamente, 10 a 15 minutos después, la más joven, una niña de nueve años, comenzó a llorar. Poco después, un soldado apoyó su arma contra un árbol para ayudarla. En el siguiente cuarto de hora, todos los soldados se habían unido a plantar árboles.
Para mí, esta historia simboliza nuestra misión más amplia. No podemos resolver los problemas ambientales mientras haya conflictos entre las personas.
Es crucial que todos entiendan que cada día que vivimos, dejamos una huella, y que elijamos sabiamente el impacto que dejamos.
Todos pueden contribuir. Algunos pueden tener una plataforma más grande, pero cada esfuerzo cuenta.
—Mongabay: Muchas gracias nuevamente por visitarnos y darme esta entrevista. Feliz cumpleaños.
—Jane Goodall: Y enormes felicitaciones por el éxito de Mongabay. Honestamente, siempre es mi fuente de cabecera.
Mongabay es verdaderamente una organización excepcional, y todos deberían acudir a ella para obtener información veraz.
*Imagen principal: Jane Goodall cumplió 90 años y contó sus perspectivas sobre la fama, la esperanza y la empatía en medio de una entrevista realizada por Rhett Butler, fundador de Mongabay. Foto: Rhett Butler.
———
Lo más leído | Revisa nuestra colección de artículos aquí
Podcast Ambiental | Esperanza en tiempo de crisis climática: cuatro iniciativas que luchan contra la inminente escasez de agua dulce
Síguenos en nuestro canal de Spotify y encuentra más podcast sobre actualidad ambiental