El encuentro entre el bosque amazónico y una zona despejada para la creación de pastos para ganados. Una teoría metereológica radical afirma que la pérdida forestal, tanto en regiones templadas como tropicales, conllevará menos precipitación en tierra firme. Foto de Rhett A. Butler.
Las teorías científicas nuevas y radicales suelen tardar mucho tiempo en ser aceptadas, especialmente aquellas que cuestionan ideas sostenidas durante largo tiempo, así como políticas contemporáneas y determinadas prácticas culturales. La idea de que la Tierra gira alrededor del sol, y no al revés, tardó siglos en ser aceptada por la ciencia y el público general. La teoría de la evolución de Darwin fue asimilada rápidamente por la biología, pero hay segmentos de la opinión púbica, especialmente en lugares como los Estados Unidos, que aún son escépticos. En la actualidad, existe un consenso casi total entre los climatólogos de que las actividades humanas están calentando la Tierra, aunque hay quienes desafían esta noción. Aún no sabemos si la Teoría de la bomba biótica correrá algún día la misma suerte.
Publicada originalmente por dos físicos rusos, Victor Gorshkov y Anastassia Makarieva, la aún poco conocida Teoría de la bomba biótica postula que los bosques son la fuerza motora detrás de las precipitaciones sobre masas terrestres. Ya que la bomba biótica cuestiona los fundamentos de la meteorología moderna, ha sido recibida con mucho escepticismo por parte de revistas científicas y meteorólogos. También ha recibido poca atención por parte del público general y de los gobiernos. Y sin embargo, si la teoría de Gorshkov y Makarieva fuera cierta, tendría enormes implicaciones en las políticas globales que se ocupan de proteger los bosques del mundo, tanto los templados como los tropicales.
“La bomba biótica es un mecanismo según el cual los bosques crean y controlan los vientos que fluctúan entre el océano y la tierra, atrayendo así la humedad a toda la vida terrestre”. Así lo explicaron Gorshkov y Makarieva a mongabay.com en una entrevista reciente. De acuerdo con los dos científicos rusos, es la condensación de vapor de agua por encima de la cubierta forestal, y no la diferencia de temperatura, lo que causa la precipitación sobre tierra firme.
Bosque de Big Sur, California. Foto de Rhett A. Butler. |
“El concepto de ‘bomba biótica’ ofrece una explicación física razonable sobre cómo debemos interpretar las lluvias. En lugar de centrarnos en las gradaciones de temperatura, que son siempre la consecuencia en lugar de la causa de la circulación, deberíamos investigar las condiciones que hacen la condensación posible, con el fin de predecir los cambios en la circulación atmosférica”. Así lo afirman los científicos rusos, a lo cual añaden que estudios recientes han usado la bomba biótica para explicar cuantitativamente los tornados y los huracanes.
Pero no es fácil que una teoría tan radical sea aceptada o incluso reconocida.
“La Teoría de la bomba biótica hace una llamada a la comunidad meteorológica para que admita la posibilidad de que un motor de la circulación atmosférica significante haya sido pasado por alto. Mientras sigamos ignorando el papel de la condensación en los vientos, continuaremos ignorando el verdadero papel que juegan los boques en los ciclos del agua y climático”, afirman Gorshkov y Makarieva. Según los dos responsables de la teoría, las opiniones al uso en la meteorología moderna no explican adecuadamente las sequías y las inundaciones alrededor del mundo. Además, la Teoría de la bomba biótica arroja luz sobre el auge y la caída de las civilizaciones pasadas, tales como Nazca y la civilización Maya.
Gorshkov y Makarieva argumentan que a pesar del escepticismo, la Teoría de la bomba biótica merece ser reconocida por la comunidad científica. Y este reconocimiento ha de llegar pronto.
“Dada la amenaza de la deforestación, no hay tiempo que perder”, afirman, a lo cual añaden que solo los bosques naturales, y no las plantaciones de árboles y monocultivos, pueden actuar como bomba, debido a los cambios ecológicos que ocurren cuando los bosques son transformados en plantaciones.
“La Teoría de la bomba biótica muestra que los bosques naturales son indispensables si queremos que haya lluvias, y, consecuentenmente, agricultura en los lugares en que vivimos. Este mensaje científico tiene implicaciones económicas importantes”, dicen Gorshkov y Makarieva. “Primero de todo, la gente y los gobiernos del mundo deberían darse cuenta de que el crecimiento económico no puede ocurrir a expensas de la tala de bosques, ya sea en sus propios países o en otros. Esta práctica está destruyendo los cimientos de la existencia de nuestra civilización. Cuando el agua y la seguridad alimentaria están en juego, no es posible que las industrias forestales se centren en el crecimiento, con el solo propósito de incrementar la producción mundial de papel de envolver e higiénico. Este debería ser el asunto principal de las campañas en defensa del medio ambiente”.
Se sabe desde hace mucho tiempo que los bosques del mundo dan refugio a la mayoría de las especies terrestres. Se sabe también que guardan enormes cantidades de carbono, protegen muchas de las fuentes de agua del mundo y son el hogar de tribus indígenas. Y sin embargo los bosques continúan desapareciendo a un ritmo increíble. Si se demuestra que la Teoría de la bomba biótica es cierta, su labor al servicio del ecosistema sería nueva y fundamental: los bosques serían, de hecho, los “creadores” de la lluvia.
En una entrevista de enero de 2012, Victor Grshkov y Anastassia Makarieva describen los mecanismos de la Teoría de la bomba biótica, las dificutades para conseguir que sea aceptada por la comunidad meteorológica, la relación entre la bomba biótica y el cambio climático, y por qué la deforestación en lugares como el Amazonas e Indonesia supone una amenaza a las precipitaciones.
A NEW METEOROLOGY: AN INTERVIEW WITH VICTOR GORSHKOV AND ANASTASSIA MAKARIEVA
Victor Gorshkov y Anastassia Makarieva
Mongabay: ¿Podrían explicar cómo funciona la Teoría de la bomba biótica?
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: La bomba biótica es un mecanismo según el cual los bosques naturales crean y controlan los vientos entre los océanos y la tierra, atrayendo así humedad a la vida terrestre. Los vientos tienden a soplar desde las altas presiones hacia las bajas. ¿Pero cómo se crea un sistema de bajas presiones sobre tierra firme? La presión del aire depende el número de moléculas de gas. Cuando el vapor de agua se condensa, termina su fase gaseosa, el número de moléculas de gas disminuye, y la presión del aire cae. Por lo tanto, si conseguimos mantener el proceso de condensación sobre la tierra, esta se conviertirá en una zona persistente de bajas presiones.
El vapor de agua en la atmósfera terrestre posee una propiedad física destacable: es inestable bajo condiciones de condensación. Esto significa que si el volumen del aire que contiene mucho vapor es desplazado de forma ocasional hacia arriba, el aire se enfriará de manera tan significativa que el vapor se condensará. Debido a esta inestabilidad, si hay una cantidad suficiente de vapor de agua en la parte cálida y baja de la atmósfera, tendrá lugar la condensación.
El follaje verde y las ramas de los árboles tienen un área acumulativa mucho mayor que la de la proyección de un árbol sobre la tierra. Por lo tanto, la evaporación de los bosques enriquece la atmósfera con vapor de agua de manera más eficiente que la evaporación sobre una superficie de agua de igual tamaño. Así pues, la condensación ocurre más fácilmente en los bosques que en los océanos. Los bosques, y no los océanos, se convierten la zona de presiones bajas donde los vientos húmedos se encuentran. Para completar el ciclo, la humedad se precipita sobre la tierra y retorna al océano en forma de ríos.
Mongabay: ¿Por qué asocian la bomba biótica con los bosques naturales en lugar de con los árboles en general? ¿Podría el monocultivo de un tipo de árbol servir como bomba biótica?
Una plantación de palma de aceite en la isla de Sumatra (Indonesia). Estas plantaciones pueden parecer “bosques”, pero Gorshkov y Makarieva argumentan que la bomba biótica no funciona sobre monocultivos tan bien como sobre bosques naturales. Foto de Rhett A. Butler. |
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: Como todos los procesos vitales, la bomba biótica es un complejo altamente organizado. Para conseguir la condensación que mantiene la presión baja sobre tierra ―de tal forma que los vientos húmedos soplan a tierra firme desde los océanos― debe existir una evaporación intensa desde la cubierta forestal. Pero la evaporación disminuye la cantidad de humedad en el suelo. La humedad, además, se pierde en el suelo debido a la gravedad. Si toda la humedad del suelo desapareciera, la evaporación se detendría, y también lo haría el transporte de humedad atmosférica. Esto significa que debe mantenerse un equilibrio: la evaporación forestal tiene que ser la justa para no vaciar el suelo de humedad, pero al mismo tiempo debe ser lo suficientemente intensa como para asegurarse que la cantidad de humedad que mueven los vientos desde los océanos hacia la tierra, compensa la humedad que pierde el suelo.
Las especies nativas que forman las comunidades de bosque natural han creado un complejo grupo de características biofísicas y morfológicas, genéticamente codificadas, que hacen la bomba biótica posible. Estas características tardaron cien millones de años en evolucionar. Por ejemplo, el sistema de raíces de los árboles del bosque facilita el almacenamiento y la extracción de humedad del suelo; los aerosoles biogenéticos producidos por los árboles controlan la intensidad de la condensación del vapor de agua sobre el bosque; la altura de los árboles determina la gradación de temperatura vertical bajo la cubierta y mantiene la evaporación del suelo bajo control biótico; los árboles altos también son esenciales para la fricción de superficie que no permite que se desarrollen vientos de gran velocidad. Así pues, los bosques naturales no sólo crean un flujo de aire húmedo entre el océano y la tierra, sino que también estabilizan este flujo ―lo mantienen a un nivel óptimo― y previenen sus fluctuaciones extremas, tales como huracanes, tornados, sequías extremas e inundaciones. Aparte de las plantas, otras especies (bacterias, hongos, animales) son esenciales para la estabilidad del ecosistema forestal.
Los monocultivos o las plantaciones de varias especies vegetales no poseen las características necesarias. Por dar dos ejemplos extremadamente simples: si uno planta cactus, estos evaporarán muy poco y no serán capaces de mantener la atmósfera permanentemente húmeda. Si uno planta eucaliptus, evaporarán mucho pero no podrán impedir que el suelo se seque. La bomba biótica no funcionará en ninguno de estos dos casos. Por lo común, los flujos de información procesados por la biota natural son veinte veces superiores a la magnitud de la capacidad de procesar información en la civilización moderna. No es posible crear una analogía tecnológica de la bomba biótica.
LA CIENCIA DETRÁS DE LA TEORÍA DE LA BOMBA BIÓTICA
Esta tabla muestra el “conflicto” que existe entre el bosque y el océano por el derecho a ser la zona de condensación predominante. En la Fig. a) Por lo común los bosques del Amazonas y el Congo ganan esta guerra: la precipitación anual sobre los bosques es dos o tres veces mayor a la precipitación sobre el Océano Atlántico en la misma latitud. Nótese la escala logarítmica en el eje vertical: “1” significa que el cociente la precipitación en la tierra y el océano es igual a e=2,718; “2” es igual a e² ≈ 7,4; “0” significa que este cociente es la unidad (la misma precipitación en tierra y el océano); “-1” significa que este cociente es 1/e≈ 0,4; etcétera. En la Fig. b) la bomba biótica de Eurasia. En el invierno el bosque duerme, así que el océano vence, y toda la humedad permanece sobre el océano y se precipita allí. En el verano, cuando los árboles están activos, la humedad se extrae del océano y se distribuye regularmente por miles de kilómetros. ¡El bosque vence! (compárense las líneas rojas y negras). Como resultado, la precipitación sobre el océano durante el verano es menor que en invierno, a pesar de que la temperatura es más alta en verano. Finalmente, en la Figura c) una Australia sin bosques. Uno escucha con frecuencia que Australia es tan seca porque está situada en la rama descenciente de la Celda de Hadley. Pero aquí se demuestra que dicha interpretación no es cierta. Tanto en la estación seca como en la húmeda, la precipitación sobre Australia es entre cuatro y seis veces menor que sobre el océano. Allí no hay bomba biótica: ya que no tiene bosques, la humedad oceánica no puede penetrar el continente australiano, independientemente de cuánta humedad haya sobre el océano; durante la estación húmeda, se precipita en las zonas costeras, causando inundaciones. La restauración gradual de los bosques naturales en Australia, desde la costa al interior, recobraría el ciclo hidrológico en el continente. Haz click para agrandar.
Mongabay: ¿Ha habido algún cambio significativo en su teoría de la bomba biótica, en los últimos dos o tres años?
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: La base física de la bomba biótica consiste en la afirmación de que el mayor impulsor de los vientos es la capacidad de los bosques para condensar la humedad y no la temperatura, como se cree convencionalmente. Tal y como juzgamos a raíz de las primeras reacciones a nuestro trabajo, esa es la afirmación que la comunidad meteorológica se muestra más reacia a aceptar. Recientemente hemos concentrado nuestros esfuerzos en demostrar la validez cuantitativa del mecanismo de dinámicas atmosfércias causadas por la condensación. Hemos demostrado que, cuantitativamente, nuestra hipótesis explica huracanes y tornados, tras haber obtenido una serie de datos sobre presión y velocidad que concuerdan con nuestras observaciones. Por otro lado, hemos criticado algunas de las explicaciones existentes de los mismos fenómenos, argumentando que estas contienen errores físicos. Una lista completa de nuestras publicaciones sobre la bomba biótica pude ser consultada aquí.
Mongabay: ¿Ha aumentado la aceptación a su teoría por parte de la comunidad científica?
Bosque “Redwood” de Russian Gulch State Park en California. Foto de Rhett A. Butler. |
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: Por lo general, a juzgar por el incremento en las citas de nuestros primeros artículos sobre la bomba biótica, nuestro trabajo parece ir ganando mayor atención. La Teoría de la bomba biótica hace un llamamiento a la comunidad meteorológica para que admita la posibilidad de que uno de los motores de la circulación atmosférica haya sido ignorado. Mientras sigamos ignorando el papel de la condensación en la circulación eólica, continuaremos ignorando la verdadero papel de los bosques en el ciclo del agua y el clima. Dada la amenaza de la deforestación, no hay tiempo que perder. Así pues, estamos haciendo todos los esfuerzos posibles por estimular una discusión constructiva de las dinámicas de condensación por parte de los miembros de la comunidad meteorológica.
Sea como fuere, el progreso es lento. En 2010 entregamos un resumen de la teoría a la revista ACPD (Atmospheric Chemistry and Physics Discussions) que permite una discusión abierta de los artículos publicados con anterioridad: Makarieva A.M., Gorshkov V.G., Sheil D., Nobre A.D., Li B.-L. (2010) Where do winds
come from? A new theory on how water vapor condensation influences atmospheric
pressure and dynamics. Atmospheric Chemistry and Physics Discussions, 10, 24015-
24052.
Durante seis meses los editores no pudieron encontrar a científicos que evaluaran el trabajo de manera pública. Tras haber informado a la comunidad científica acerca de nuestra situación, un hidrólogo de NOAA hizo circular nuestro trabajo entre muchos meteorólogos conocidos. Sólo uno de ellos consideró la posibilidad de evaluar la teoría, y al hacerlo se opuso a nuestros argumentos. Ya que siempre hemos estado abiertos a la crítica, sugerimos al editor que invitara a este meteorólogo, aunque sabíamos por adelantado que su opinión sería muy negativa. Cuando esta opinión fue publicada, nosotros respondimos a todas las críticas. Desde entonces el artículo quedó en suspenso. Lleva quince meses abierto a las opiniones de lo expertos y han pasado veinte meses desde que lo enviáramos para ser publicado. Como todo científico le dirá, estos obstáculos y extraordinarios retrasos desanimarían a cualquier investigador: están interrumpiendo el proceso científico normal. Aun así, no hemos perdido la esperanza de que nuestros esfuerzos no hayan sido en vano.
Mongabay: ¿Podrían ofrecer un ejemplo de por qué la noción actual de la condensación y las precipitaciones es erróneo?
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: Nuestro trabajo ha sido ampliamente discutivo en Internet, a veces con la participación directa o indirecta de meteorólogos. Las discusiones han revelado que la física de la condensación no ha recibido la suficiente atención por parte de la comunidad meteorológica; el resultado ha sido que incluso algunas de las cuestiones más básicas no han sido resueltas y para muchos continúan siendo turbias. Por ejemplo, una cuestión que causó mucha confusión es: si la condensación ocurre en la atmósfera y una parte del vapor se convierte en líquido, ¿será afectada la presión del aire en la superficie de manera instantánea o sólo cuando hayan caído algunas gotas? Esta última posibilidad es una idea equivocada, y se debe a una confusión fundamental sobre el concepto de equilibro hidrostático.
Tormenta sobre el Amazonas. Foto de Rhett A. Butler. |
Cuando existe equilibrio hidrostático, la presión del aire a cualquier altura es igual al peso del aire en la columna atmosférica sobre esa altura. Muchos meteorólogos creen que la presión hidrostática del aire en la superficie es igual al peso del aire y de los cuerpos líquidos y sólidos, incluyendo las gotas de lluvia en las capas superiores de la atmósfera. Si esto fuera verdad, la condensación en el equilibrio hidrostático nunca podría modificar la presión de la superficie antes de que se produzca la precipitación, ya que la transformación de gas (vapor) en líquido no modifica la cantidad total de materia. El número de gotas de líquido es muchas veces menor que el número de moléculas de gas que se han condensado para formar esas gotas. Por lo tanto, la condensación hace que la presión del aire disminuya, y altera el equilibrio hidrostático. Recientemente, se publicó un artículo dedicado a esta cuestión en una importante revista de meteorología en el cual se desarrollaba esta misma conclusión. Que un artículo que contiene una conclusión tan simple haya tardado tanto en ser publicado ―estamos en la segunda década del siglo XXI― demuestra que los esfuerzos para estudiar los efectos dinámicos de la condensación por parte de la comunidad metereológica están dando sus primeros pasos.
Mientras tanto, prácticamente todos los fenómenos climáticos en los que la condensación y la precipitación están involucrados suponen un desafío a la meteorología moderna. Por ejemplo, los modelos existentes de circulación global no describen adecuadamente el ciclo del agua en el Amazonas, ya que la convergencia de humedad de los modelos al uso es la mitad de lo que se estima que existe en realidad. Es algo reconocido universalmente que a pesar de la mejora continua de las instalaciones y a pesar de los ordenadores, no ha habido ningún progreso en la predicción de la intensidad de ciclones tropicales.
Cuando se analizan los cambios de las precipitaciones en el tiempo (por ejemplo, en el Amazonas o el Congo) es común explorar la correlación con las anomalías de temperatura oceánica. La lógica convencional es que mientras el océano es cada ez más cálido, el aire caliente se eleva sobre el océano y la humedad se precipita sobre este en lugar de hacerlo sobre la tierra; por eso ocurren las sequías. Sin embargo, esta lógica no toma en consideración que mientras la tierra se seca, también se calienta significativamente. Según el paradigma convencional, es inexplicable que el aire cálido no se eleve sobre la tierra caliente y seca. Todas las olas de calor y las sequías, como la de Rusia en 2010 y la de Tejas en 2011, está asociadas con un persistente descenso en el movimiento de aire.
El paradigma convencional tampoco explica las inundaciones. Sirvan como ejemplo las dos inundaciones extremas que golpearon Tailandia en 2011. La primera ocurrió a principios de año, durante la época de secas, cuando la tierra estaba más fría, el mar más cálido y los vientos iban de la tierra al océano, de tal manera que el continente permanece seco. A principios de 2011 la región fue sacudida por una inesperada ola de frío, que causó que la gradación de temperatura fuera aún más pronunciada. Según el paradigma convencional, esto sólo debería haber creado condiciones más secas. En realidad, sin embargo, inundaciones considerables tuvieron lugar.
La evidencia controvertida con respecto al paradigma convencional no hace sino aumentar, y el concepto de bomba biótica ofrece una explicación física razonable. En lugar de centrarse en los cambios de temperatura, que suelen ser una consecuencia y no una causa de la circulación, deberíamos investigar las condiciones en las que la condenación podría ocurrir, para así predecir cambios en la circulación atmosférica.
Ejemplos regionales de la bomba biótica
La ciudad maya de Tulum. Hay cada vez más argumentos que indican que la deforestación puede haber sido un factor decisivo en la caída de la civilización maya. Foto de Rhett A. Butler.
Mongabay: Datos obtenidos recientemente han vinculado la decadencia y caída de la civilización maya con la deforestación, la cual habría sido la causa de una menor precipitación. ¿Cómo explicaría esto la teoría de la bomba biótica?
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: Estos datos, así como aquellos acerca de la civilización Nazca en Perú, corroboran el concepto de la bomba biótica. Es importante recalcar que la península de Yucatán es una región relativamente pequeña, con una distancia de la costa que nunca supera los mil kilómetros. Esto significa que incluso estando tan cerca del océano, la deforestación masiva puede causar un descenso significativo de la precipitación.
La explicación propuesta últimamente (ver el artículo:” Evidence mounts that Maya did themselves in through deforestation)”) se basa en un pequeño cambio en el albedo tras la deforestación y en un descenso correspondiente de la energía solar disponible para la convección; y no tiene sentido para nosotros (aunque, según tenemos entendido, este trabajo aún no ha sido publicado así que no hemos podido conocer los detalles). El poder de la circulación atmosférica no supera el 1 por ciento de la energía solar. No está limitado por la radiación solar, sino por el flujo de energía potencial disponible para la conversión de la energía quinética. El paradigma convencional asocia esta energía potencial con la evaporación relacionada con la temperatura. Es decir, por hablar de manera sencilla, si no hay una diferencia de temperatura, no hay circulación, siempre y cuando todos los otros factores (incluyendo la energía solar) sean los mismos. Nosotros proponemos una fuente diferente de energía potencial asociada con la retirada del vapor de agua de la fase gaseosa: después de que los bosques mayas fueran destruidos, la evaporación y la condensación dejaron de ocurrir sobre la Península de Yucatán (independientemente de los cambios sucedidos en el albedo). El resultado fue que la zona de bajas presiones ya no estaba en su lugar, y el aire húmedo dejó de llegar a los mayas por el océano. En general, la Teoría de la bomba biótica nos empuja a volver a analizar la evidencia histórica asociada con el cambio en la cubierta forestal y con los cambios en el régimen de precipitaciones.
Mongabay: ¿Cómo creen que la deforestación en el Amazonas impacta las precipitaciones regionales?
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: Según análisis recientes, entre 1973 y 2003 las precipitaciones en la cuenca del río Amazonas se redujeron a un ritmo anual de 0,3 por ciento, lo cual significa un cambio aproximado del 10 por ciento en este periodo. Esto no incluye los datos ofrecidos por las sequías devastadoras de 2005 y 2010. Mientras tanto, la deforestación en la cuenca ha aumentado en aproximadamente un 30 por ciento durante el mismo periodo. La deforestación sucedió sobre todo en el sur y sudeste de la cuenca, donde la precipitación/evaporación es menor que en el centro. Suponiendo que la intensidad total de la bomba biótica sea una función integral de la precipitación local sobre el área total cubierta de bosque, podríamos concluir que el descenso de la intensidad de la precipitación es correspondiente al grado de deterioro de la bomba biótica. Según avanza la deforestación hacia el interior de la cuenca y afecta a bosques cada vez más productivos donde suceden la mayor parte de las precipitaciones, la alteración del ciclo del agua en la cuenca incrementará de manera desproporcionada.
Mongabay: ¿Cómo creen que la deforestación afectará el ciclo hidrológico en lugares como las islas indonesias? Dado su tamaño relativamente pequeño, ¿necesitan la bomba biótica?
Paisaje forestal devastado en Borneo. Indonesia tiene una de las tasas de deforestación más altas del mundo. Foto de Rhett A. Butler. |
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: El área total ocupada por el archiélago indonesio, incluyendo el espacio entre islas, es bastante significativo. El espacio acuático entre las islas cubiertas de bosque apenas debilita la bomba biótica de los bosques indonesios; estos seguramente determinan el régimen de precipitación en las regiones oceánicas adyacentes. Hay, de hecho, una zona de presiones bajas relativamente estable sobre Indonesia, que causa la llamada Circulación Walker: el aire de la superficie se mueve de la región de altas presiones en el Océano Pacífico oriental hacia la zona de bajas presiones sobre Indonesia. Cuando esta zona de bajas presiones disminuye o se erosiona, la Circulación Walker se debilita, lo cual resulta en el fenómeno de El Niño. Cuando la Circulación Walker es fuerte, lo que resulta es el fenómeno de La Niña. Estos fenómenos son bien conocidos por su considerable impacto sobre el clima de las Américas.
La teoría de la bomba biótica nos ayuda a entender por qué hay un sistema de bajas presiones en Indonesia (debido a la condensación intensa asociada al funcionamiento del bosque). Así pues, la deforestación en la región debería conducir a un debilitamiento de la Circulación Walker. Este patrón todavía necesita ser estudiado. Merece la pena mencionar que, mientras que el periodo 1950-1975 estuvo fundamentalmente dominado por La Niña (una considerable Circulación Walker), a partir de los años 70 la frecuencia de La Niña disminuyó. Lo cual coincide con la idea de que la deforestación indonesia en los últimos 30 años podría haber modificado el flujo del aire a gran escala.
Mongabay: ¿La teoría de la bomba biótica es también aplicable a los bosques boreales, por ejemplo en Rusia?
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: La bomba biótica de la zona de bosque boreal es totalmente responsable del transporte de humedad atmosférica desde el océano (el Océano Atlántico) por varios miles de kilómetros. La deforestación reciente en la Rusia europea parece estar perturbando este mecanismo, y causando calentamientos y sequías anormales.
Mongabay: ¿La teoría de la bomba biótica modifica nuestra comprensión del cambio climático global?
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: La visión más extendida es que el cambio climático global se debe sobre todo a la polución antropogénica del medio global. El principal agente de polución antropogénica es el dióxido de carbono, que se emite mediante la quema de combustibles fósiles. El CO2 es la segunda sustancia más relevante en la creación del efecto invernadero en la atmósfera de la Tierra. Por lo tanto, se cree que su acumulación es la principal causa de los cambios climáticos (y de otra clase) observados. La principal estrategia para combatir el cambio climático es la reducción de las emisiones de carbono.
Bosque templado de Alaska. De acuerdo con la teoría de la bomba biótica, los bosques templados y los tropicales juegan un papel similar en los patrones de precipitación. Foto de Rhett A. Butler. |
Sin embargo, el efecto invernadero en la Tierra está determinado, sobre todo, por el vapor de agua y las nubes; es decir, por la humedad atmosférica, que es la principal sustancia del efecto invernadero. La absorción de moléculas de CO2 cubre menos del 20 por ciento del espectro de radiación térmica en la superficie de la Tierra, mientras que la humedad atmosférica obsorbe la radiación térmica de manera bastante uniforme. Por lo tanto, el impacto del aumento de CO2 en el efecto invernadero puede ser completamente compensado con un cambio relativamente menor en el ciclo hidrológico sobre la tierra. Tal estabilización climática puede ser conseguida por los bosques naturales que controlan el ciclo hidrológico sobre la tierra y el océano adyacente, siempre y cuando cubran un área significante. Al mismo tiempo, la destrucción de bosques conduce a una alteración del ciclo hidrológico, lo cual causa fluctuaciones significantes en la magnitud del efecto invernadero global, hasta completar la pérdida de estabilidad climática y la transición del clima de la Tierra hacia un estado incompatible con la vida.
La mayoría de los investigadores del clima se han educado estudiando modelos producidos por ordenador, y están acostumbrados a creer en lo que dicen esos modelos. Como ilustra la discusión sobre nuestro trabajo, no suele ser algo aceptado que mediante el cambio artificial de los parámetros numéricos sea posible estimular una amplia gama de escenarios climáticos, incluyendo aquellos que concuerdan con las observaciones del pasado. La existencia de simulacros que imitan el pasado y la realidad presente no significa que la física incluida en los modelos sea correcta o que los modelos puedan generar predicciones certeras.
Lo que es más, la creación de modelos climáticos ha sido una labor tradicionalmente llevada a cabo por especialistas en temas tecnológicos, que en general saben muy poco sobre el funcionamiento del ecosistema. Así pues, los sistemas ecológicos son “insertados” en los modelos como un conjunto de parámetros geofísicos: por ejemplo, el albedo, la tasa de evaporación, la cantidad de carbono almacenado etcétera. Mientras que los valores numéricos de estos parámetros son extraídos de la realidad, no representan el funcionamiento del ecosistema de la misma manera que una foto digital en alta resolución de un cadáver no representa a un ser human vivo. Sin estudiar los principios del funcionamiento altamente organizado de las comunidades ecológicas, incluyendo su capacidad genética de responder a perturbaciones ambientales para compensar de manera no aleatoria, las perspectivas extraídas de los modelos de circulación global con respecto a los efectos climáticos sobre el cambio en la cubiera terrestre (por ejemplo, afirmaciones como que la tala de todos los bosques boreales reduciría el calentamiento global) continuará sin tener ningún reflejo en la realidad.
El análisis cuantitativo de las variables ecológicas y biológicas es una tarea muy complicada debido a la complejidad de los objetos vivientes. Imaginemos una bala de cañón en el aire y un pájaro volando, ambos sujetos a las leyes de la gravedad. Una descripción cuantitativa de la bola de cañón es muy fácil, mientras que predecir cuándo y cómo el pájaro volará según unas condiciones determinadas no es posible. Esta complejidad de los sistemas vivientes y el número de sorpresas que implica para la investigación del medio global, sólo comienza a apreciarse ahora en varias disciplinas, desde la energética de organismos hasta la bioquímica de suelos y la climatología.
El concepto de la bomba biótica (y en general la teoría de la regulación del medio, de la que forma parte dicho concepto) por primera vez contabiliza la función estabilizadora de los ecosistemas naturales con respecto al ciclo hidrológico, e identifica el mecanismo físico responsable de esta función. Debemos elevar el estatus de la conservación del ecosistema desde su posición marginal actual en las conversaciones y tratados sobre el medio global (que sólo prestan atención al carbono) hasta la categoría de prioridad absoluta. También debemos poner en marcha los programas de investigación previstos para estudiar el impacto estabilizaddor de los ecosistemas naturales, para estimular la discusión pública, y para concienciar al mundo del verdadero valor de los bosques.
LA BOMBA BIÓTICA Y LAS POLÍTICAS GUBERNAMENTALES
Mongabay: ¿Qué cambios sugiere la teoría de la boba biótica en las políticas ambientales de los gobiernos?
Victor Gorshkov and Anastassia Makarieva: 1. La teoría de la bomba biótica indica que los bosques naturales son indispensables si queremos que llueva y, consecuentemente, si queremos que la agricultura en la tierra en que vivimos sea posible. El mensaje científico tiene importantes implicaciones económicas. Primero, los ciudadanos y gobiernos del mundo deberían darse cuenta de que el crecimiento económico no puede suceder a expensas de talar los bosques, ni en el propio país ni en ningún otro lugar. Esta práctica está carcomiendo los pilares sobre los que descansa nuestra civilización. Cuando la seguridad alimenticia (y de acceso al agua) están en juego, no es posible que las industrias forestales se propongan crecer, con el solo propósito de aumentar la producción global de papel higiénico o papel de envolver. Este debería ser el principal objetivo de las campañas ambientales.
Por hacer una comparación, el caso de las industrias forestales no tiene tanto que ver con el de la sobrepesca como con el del tráfico de órganos humanos. La humanidad necesita un amplio territorio de bosques naturales intactos, para que el ciclo hidrológico funcione. Este estricto criterio ambiental no es compatible con el criterio de “sostenibilidad” aplicado a la industria forestal contemporánea, según el cual los árboles ―en el mejor de los casos― son talados al mismo ritmo que crecen, aunque la mayoría de los árboles son talados cuando tienen cincuenta años de edad.
Madera alineada en un puerto de Gabón. Foto de Rhett A. Butler. |
Desde un punto de vista conceptual, esto podría ser comparado con la cría de seres humanos para ser sacrificados cuando tienen, digamos, quince años para la recogida de sus órganos. Tal “actividad económica” podría ser “sostenible” y “beneficiosa” para algunos, pero no podríamos esperar que una civilización basada en una “economía” como esa sea estable y de a luz a gente de la talla de Shakespeare, Mozart o Einstein. Los seres humanos criados para la extracción de sus órganos no podrían vivir una vida normal, no podrían trabajar de manera creativa ni desarrollarse. De la misma forma, los árboles cultivados para la extracción de su madera no pueden efectuar sus funciones ambientales y estabilizar el clima: sólo un ecosistema natural con todas sus especies biológicas intactas puede hacer esto.
En otras palabras, la sociedad debe reducir de forma gradual, aunque de manera urgente, la industria forestal. La destrucción de los ecosistemas de bosque natural es un crimen en contra de la humanidad y será percibido cada vez más como tal según acumulemos más conocimientos, según descienda el “analfabetismo” ambiental, y según las expectativas éticas cambien de manera correspondiente. Cambios radicales de esta índole han sucedido en la historia humana: la esclavitud, antaño pecibida como económicamente positiva y “normal”, fue abolida después de todo.
Debemos enfatizar que la responsabilidad por la situación actual, en la que los bosques están siendo destruidos, depende de toda la gente de la Tierra y no sólo de la industria forestal. Todos nosotros consumimos productos de madera. Ya que mucha gente depende de la explotación forestal hoy en día, hacen falta esquemas a gran escala que cambien de forma gradual la ocupación profesional de toda esta gente, para aminorar la marcha de la industria forestal y para minimizar radicalmente su valor económico. Mientras tanto, los gobiernos deberían conceder ayudas para la investigación, dirigidas a encontrar nuevas formas de envolver cosas sin papel ni ningún otro producto derivado de los árboles.
2. Los gobiernos deberían recordar que la recuperación del bosque natural requiere muchas décadas e incluso cientos de años, antes de que la bomba biótica adquiera todo su poder. Es mucho más fácil proteger los bosques que volver a plantarlos. Por ejemplo, la repoblación de árboles en China no tiene nada que ver con la restauración del bosque, y está condenada al fracaso. Restaurar por completo comunidades ecológicas degradadas es tan difícil como clonar un mamut en una célula de huevo de elefante. La medicina y la salud del ecosistema aún no se han desarrollado como ciencias. Mientras tanto, debemos conservar todo lo que tenemos ahora, de manera urgente.
3. Deberían hacerse esfuerzos coordinados para proteger tanto los bosques tropicales como los boreales. En países con una sociedad altamente democrática se pueden alcanzar los fines de la conservación de la naturaleza de manera más eficiente. Es posible que la sociedad mitigue el impacto ambiental negativo de proyectos de desarrollo a gran escala destinados a la extracción de recursos en áreas salvajes. Por ejemplo, en Canadá la puesta en marcha del Plan Nord, destinado a la intensificación masiva de la extracción de recursos en Quebec, fue frenado por las protestas hasta incluir sólo un 50 por ciento del territorio virgen afectado originalmente, incluyendo una vasta región de bosques boreales. Esta experiencia positiva debería ser estudiada y compartida con otras naciones.
4. En un mundo con exceso de población, los bosques y el medio no podrán ser protegidos. La planificación familiar es la principal herramienta estratégica para conservar los bosques y recuperar la sostenibilidad ambiental.