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Turismo sostenible: ¿cómo pueden los jaguares salvar los amenazados bosques de Bolivia? | VIDEOS

por Rhett A. Butler en 12 abril 2019 | Translated by Romina Castagnino
  • La pérdida de hábitat y la lucrativa caza de jaguares en Santa Cruz ha reducido la población del felino más grande de Latinoamérica en Bolivia.
  • Duston Larsen, el propietario de San Miguelito Ranch, está trabajando para revertir esa tendencia al cambiar la percepción de que los jaguares deben ser enemigos de los ganaderos.

En Bolivia, casi dos tercios de la pérdida de bosque se produjeron en un solo estado, Santa Cruz, ya que la actividad de agroindustria, principalmente la ganadería y el cultivo de soya, aumentaron. Como sucede en Brasil, la soya y la ganadería son ahora un gran negocio en Bolivia. Y de hecho, los brasileños, así como las personas de ascendencia europea y norteamericana, son grandes actores en las industrias de soya y ganado del país altiplánico.

La pérdida de bosque ha reducido también, en gran medida, la extensión del hábitat para algunas de las especies más conocidas de Bolivia, incluido el depredador terrestre más grande de América, el jaguar (Panthera onca). Además de la pérdida de hábitat, los jaguares en Santa Cruz son perseguidos por los terratenientes que los ven como un peligro para el ganado. Por otro lado, los jaguares  son objeto de un nuevo y lucrativo comercio que incluye sus dientes y huesos. Si bien el tráfico de partes de jaguar es ilegal en Bolivia, las leyes rara vez se hacen cumplir.



La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.

 

Un terrateniente está trabajando para revertir esa tendencia al cambiar la percepción de que los jaguares son el enemigo de facto de los ganaderos.

Duston Larsen administra San Miguelito, un rancho que los conservacionistas dicen que sirve como modelo para un enfoque diferente del conflicto entre ganaderos y jaguares en Bolivia y en otras partes.

Pérdida de la cubierta arbórea en el este de Bolivia, cerca del Rancho San Miguelito, Santa Cruz, entre 2001 y 2017. Santa Cruz perdió 2.92 millones de hectáreas de cobertura arbórea entre 2001 y 2017, según datos de la Universidad de Maryland y Global Forest Watch.
Una madre jaguar con su cría fotografiados por una cámara trampa. Según una estimación, Bolivia alberga más del 10 % de los jaguares restantes del mundo. Cortesía de la página de Facebook de San Miguelito

Larsen tiene tanto la ciudadanía boliviana como la estadounidense. Se mudó a Nebraska después de que él y su hermano fueron víctimas de un intento de secuestro a principios de la década de 1980 (su padre mató a tres de los cinco secuestradores armados en su casa durante el incidente). Después de graduarse de la Universidad Estatal de Montana en Bozeman, Larsen, en la veintena, finalmente regresó a Bolivia para trabajar con su padre, Ronald, cuyos terrenos incluían una zona ganadera de 15 000 hectáreas que unos años más tarde fue incautada por el gobierno boliviano en una disputa contenciosa.

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A raíz de la incautación, Ronald huyó de Bolivia y Duston comenzó a administrar otro terreno más pequeño, llamado San Miguelito, en el camino a Brasil. San Miguelito, que tiene un área de 2800 hectáreas en el cruce de tres regiones ecológicas (las llanuras aluviales del Chaco, inundadas estacionalmente, el bosque subtropical del Chaco y los bosques secos del Cerrado del escudo Chiquitano) ya era conocido por su vida silvestre gracias al monitoreo de cámaras trampa realizado por la Wildlife Conservation Society (WCS) y el Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado, que reveló un diverso conjunto de seis especies de felinos y otros animales. Esos estudios fueron publicados y realizados en ese momento por Damian Rumiz, quien ahora trabaja para la Fundación Simón I. Patiño, y todavía ayuda a San Miguelito con la identificación de jaguares.

Duston Larsen en el río que cruza su propiedad
Duston Larsen en San Miguelito. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay

A Larsen le encantaban los animales, así que cuando se hizo cargo de San Miguelito, siguió los pasos de su padre para proteger la vida silvestre de sus residentes salvajes, mediante el mantenimiento del hábitat y la prohibición de la caza. Pero también tenía que considerar las leyes bolivianas que exigían a los propietarios demostrar un “uso productivo” de sus propiedades, lo que en estas partes generalmente se traduce en la tala de árboles para ganado o soya, a fin de no enfrentar una situación que podría llevar al gobierno a incautar el rancho.

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“En Bolivia, el propietario debe completar la FES [Función Económica Social] de la tierra, lo que significa que necesita al menos una cabeza de ganado, búfalo o caballo por cada 5 hectáreas de tierra”, dijo Larsen a Mongabay mientras colectaba tarjetas de memoria de las cámaras trampa a lo largo de un sendero donde a menudo se ven huellas de jaguar. “Esto pone mucha presión sobre los propietarios de tierras para talar sus bosques”.

“Hemos talado áreas pequeñas de San Miguelito para alimentar a nuestro ganado, pero siempre he enfatizado a los operadores la importancia de mantener árboles medianos y grandes”, agregó.



Video: San Miguelito.

 

Anteriormente, Larsen dirigía un albergue en el otro rancho antes de que el gobierno lo incautara, pero no había hecho mucho para desarrollar el ecoturismo en San Miguelito hasta que conoció a un empresario australiano de ecoturismo llamado Nick McPhee, que dirige Nick’s Adventure Bolivia, que opera en todo el país. McPhee había oído hablar de San Miguelito gracias al trabajo de captura de cámaras trampa de la WCS que había documentado la presencia de felinos salvajes, incluidos varios jaguares, en la propiedad y le había dado cierta fama en los círculos de conservación.

“Me enteré de San Miguelito leyendo un estudio de cámaras trampa sobre jaguares”, le dijo McPhee a Mongabay mientras avanzábamos por un camino de tierra lleno de baches hacia Lomas de Arena, un área donde las dunas de arena contrastan con el bosque y los humedales adyacentes. “Conocí a Duston por casualidad a través de un amigo. En ese momento no había turismo en absoluto y él me dijo que perdían muchas vacas y que los jaguares y pumas estaban siendo asesinados en el área”.

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Cuando Larsen lo invitó a San Miguelito, McPhee aprovechó la oportunidad. McPhee trajo un par de cámaras con él, lo que fue el factor decisivo para persuadir a Larsen para que desarrollara el ecoturismo en el rancho.

“Las imágenes y los videos tomados por las cámaras en nuestra propiedad me engancharon de inmediato”, dijo.

Una selección de fotos de vida silvestre e imágenes de cámaras trampas de San Miguelito, cortesía de la página de Facebook de San Miguelito
Una selección de fotos de vida silvestre e imágenes de cámaras trampas de San Miguelito, cortesía de la página de Facebook de San Miguelito
Una selección de fotos de vida silvestre e imágenes de cámaras trampas de San Miguelito, cortesía de la página de Facebook de San Miguelito

Una de las principales preocupaciones de los rancheros en la región fronteriza es la pérdida de ganado debido a los depredadores. Si bien hay medidas que se pueden tomar para reducir la probabilidad de pérdida, para la mayoría de los ganaderos es simplemente más fácil exterminar cualquier cosa que pueda ser una amenaza para sus rebaños. En Bolivia, esto a menudo incluye depredadores capaces de matar terneros: jaguares y pumas.

Larsen quería proteger a estos animales en su tierra y en otras partes. McPhee le dijo que el ecoturismo podría ayudar.

“Mientras Nick y yo caminábamos por el rancho, él dijo que traer turistas al rancho ayudaría a cubrir la pérdida de ganado y sería otra fuente de ingresos para el rancho”, dijo Larsen.

Así que Larsen y su pareja, Anai Holzmann, comenzaron a arreglar la casa del rancho para acomodar a los invitados. Situada en lo alto de una montaña que ofrece vistas panorámicas en tres direcciones y captura una brisa refrescante, la casa de campo está perfectamente situada para relajarse después de un día de actividades, que van desde el senderismo hasta la observación de la vida silvestre en canoa en el río que corre a través de la propiedad, hasta la visita a una comunidad indígena local. La casa del rancho tiene una chimenea y una torre de vigilancia, que ofrecen una vista aún más grandiosa del paisaje, incluidos los campos de soya en expansión que están acabando con el bosque desde el oeste.

San Miguelito ahora tiene más de 25 kilómetros de senderos para caminatas, así como varias plataformas de observación de vida silvestre. Algunos invitados se quedan en estos escondites durante la noche, lo que mejora sus posibilidades de ver animales más grandes. Algunos huéspedes buscan aves y pequeños animales a caballo.

Un capibara a lo largo del río San Pablo en San Miguelito. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay

Esta fuente de ingresos complementaria ahora está subsidiando otras medidas para proteger la vida silvestre y las pérdidas causadas por los depredadores, aunque esas pérdidas se han reducido considerablemente gracias a un programa implementado con la ayuda de Panthera, un grupo de conservación de felinos salvajes con sede en los Estados Unidos pero con presencia en varios países latinoamericanos.

“Duston está recibiendo ingresos adicionales del turismo, el cual es una fuente diversificada de ingresos”, dijo a Mongabay Rafael Hoogesteijn, director de manejo de conflictos entre humanos y felinos salvajes en Panthera. “Este es un rancho muy importante para Bolivia porque demuestra a otros ganaderos que el ganado puede coexistir con los jaguares y el ganado puede coexistir con el ecoturismo”.

“En ese sentido, es un ejemplo pionero para el resto de los ganaderos bolivianos”, continuó. “En un país que es muy tradicional, sin un alto nivel de capacitación técnica, es muy importante ver estos ejemplos en la práctica”.

Vista aérea del río San Pablo y del bosque de tierras bajas en San Miguelito, Bolivia. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay

El turismo está comenzando a pagar dividendos en San Miguelito, pero para la mayoría de los terratenientes que se enfocan en los desafíos diarios de administrar un rancho, el ecoturismo es una opción de lujo que podría realizarse en algún momento en el futuro. Es por eso que las otras medidas que se implementan en San Miguelito con la ayuda de Panthera son tan importantes.

“En San Miguelito, trabajamos con una de las causas directas de muerte para esta especie emblemática: la caza por parte de los ganaderos y las comunidades rurales en represalia por el aumento de los conflictos de depredación de ganado”, dijo Holzmann, bioquímica y defensora del jaguar que ha ayudado a Larsen a desarrollar el ecoturismo e implementar estrategias de lucha contra la depredación en el rancho, así como combatir el comercio ilegal de especies en la ciudad de Santa Cruz y a su alrededor. “La principal importancia de San Miguelito es que representa una ganadería modelo en Bolivia que apoya la conservación a través de una estrategia de desarrollo sostenible”.

Imagen de una cámara trampa que muestra un jaguar en una carretera en San Miguelito. Cortesía de Duston Larsen

Holzmann dice que San Miguelito adopta un enfoque doble: evita las represalias contra los jaguares por la pérdida de ganado adoptando las estrategias de lucha contra la depredación de Panthera y protege la presa y el hábitat natural del jaguar.

Estas estrategias de lucha contra la depredación se centran en no poner al ganado más vulnerable (aquellos que pesan menos de 100 kilogramos) en los caminos que utilizan los jaguares.

“El manejo o la falta de este es la razón por la cual la mayoría de los jaguares y pumas terminan matando ganado”, dijo Larsen. “Perdimos 52 animales en el 2013, y en el 2018 perdimos cuatro animales. ¿Qué cambió? Estamos utilizando estrategias antipredadoras de Panthera [para] disminuir los ataques de jaguares en nuestro ganado”.

“Hay pasos simples y [prácticos] que un ganadero puede tomar para proteger a sus animales de los depredadores”.

Imagen de una cámara trampa que muestra a un jaguar cargando una tortuga en San Miguelito. Cortesía de Duston Larsen

El biólogo colombiano Esteban Payán, director regional sudamericano de la Iniciativa del Corredor del Jaguar de Panthera, señala los principales inventos que han reducido las pérdidas de becerros en San Miguelito. Por ejemplo, el rancho de Larsen protege a los más vulnerables, los terneros, al reunirlos y ofrecerles alimentos suplementarios cuando sus madres lactantes salen a pastar en áreas que grandes felinos usan durante el día. También introducen búfalos de agua e individuos de una raza de ganado conocida como criollo en el rebaño durante la noche, cuando es más probable la depredación. A diferencia de la mayoría de las otras razas de ganado, el Criollo y el búfalo de agua se mantienen firmes e incluso atacan a los grandes felinos, actuando como un fuerte elemento disuasorio.

“San Miguelito constituye una extensión de nuestros ranchos modelo antidepredadores [donde] implementamos estrategias de manejo [para] resolver o limitar la depredación de jaguares y pumas, y [que] están destinados a ser copiados por otros ganaderos vecinos con problemas similares. Bolivia es una extensión de nuestros 40 ranchos modelo de Colombia”, dijo Payán. “Esa es la cuestión, poder exportar y ampliar la escalabilidad de estas estrategias de resolución de conflictos”.

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Larsen dijo que su objetivo era proporcionar caminos viables hacia adelante para que los ganaderos vivan en paz con los depredadores.

“Si podemos poner la idea en la mente de los propietarios de que el bosque y todos los que viven en él valen más en vida que muertos, entonces hemos alcanzado nuestra meta”, dijo.

Payán está de acuerdo.

Los jaguares bolivianos están en peligro. “San Miguelito está ubicado relativamente cerca de Santa Cruz, el centro de expansión agrícola y ganadera en el país, y probablemente en lo que lamentablemente se convertirá en la frontera de la extinción local de jaguares en un futuro cercano”, dijo. “San Miguelito es un testimonio de que puedes tener jaguares en tu tierra coexistiendo con el ganado, si se maneja adecuadamente, e incluso si se agrega el turismo basado en la observación de la vida silvestre”.

Vista de dron del bosque de Chiquitano recientemente deforestado en el borde de la Amazonía boliviana para la producción de soya. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay

Incluso con la implementación exitosa de estas estrategias contra la depredación a escala, la pérdida de hábitat sigue siendo un problema importante, especialmente con la alta rentabilidad de la soya a gran escala, que eleva los costos de la tierra hasta $3000 por hectárea en la zona. Incluso los propios hermanos de Larsen están talando bosques cerca de San Miguelito para producir soya.

Más allá de dejar las áreas inadecuadas para la soya y las zonas ribereñas intactas, existen algunas oportunidades para la conservación del hábitat, incluso dentro de los campos de soya. Por ejemplo, la ley boliviana requiere que los terratenientes mantengan cinturones de protección —parches estrechos de árboles dentro de sus propiedades. Larsen está tratando de convencer a sus hermanos y otros agricultores locales para que dejen cinturones de protección que sean más amplios que el requisito legal con la esperanza de que estas áreas puedan servir como corredores de vida silvestre. Tiene un argumento que va más allá de ofrecer hábitats para la vida silvestre: la investigación realizada por científicos brasileños ha demostrado que dejar grandes extensiones de bosques en pie en medio de campos de soya mantiene temperaturas más bajas y mayor humedad que las áreas donde los árboles son más delgados o están ausentes. Menos bosque significa menos evapotranspiración, lo que se traduce en menos humedad de la que la soya necesita para prosperar y, por consiguiente, reduce la producción. Los jaguares y otros felinos salvajes también pasan a través de los cinturones de protección, y ellos funcionan como los principales controladores de la infestación de roedores.

Tormenta sobre un parche de bosque en medio de un mar de campos de soya en Bolivia. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay
Río San Pablo y bosque inundable en San Miguelito. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay
Camino por campos de soya y bosque en bolivia. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay
Chiquitano, bosque subtropical recientemente despejado en el borde de la Amazonía boliviana para la producción de soya. Foto por Rhett A. Butler para Mongabay
Campos de soya y bosques en Bolivia. Foto por Rhett A. Butler para Mongabay
Campos de soya y cinturones de refugio forestal en Bolivia. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay

Los agricultores pueden relacionarse con este concepto simplemente observando algunos de los campos de soya en las colonias menonitas cercanas. Los campos de soya rodeados por densos bosques naturales se ven mucho más robustos que los campos con cinturones delgados de árboles no nativos.

Larsen dice que espera que este beneficio del ecosistema, además de su modelo de rancho diversificado, convenza a algunos propietarios a retener más cobertura forestal y así evitar la persecución de su vida silvestre residente. Holzmann está trabajando formalmente para crear incentivos más amplios para alentar ese resultado.

Vista aérea del bosque subtropical en el Amazonía boliviana. Foto de Rhett A. Butler para Mongabay

Holzmann tiene una gran visión para ampliar el modelo de ecoturismo en toda la región utilizando San Miguelito como proyecto de demostración.

“Esta área es conocida como el cinturón de cereales de Bolivia, lo que significa que la mayoría de los vecinos han talado sus bosques para la agricultura, lo que hace que esta pequeña área protegida con un paisaje agrícola fragmentado sea un refugio para la gran mayoría de la vida silvestre en Santa Cruz. Estamos tratando de transformar un problema existente en la región en una oportunidad, a través de un nuevo enfoque de ecoturismo”.

Una tapir madre con su hijo fotografiados por una cámara trampa. Cortesía de la página de Facebook de San Miguelito



Video: San Miguelito.

 

Holzmann dice que espera que los propietarios de tierras cambien su perspectiva de un “problema del jaguar” a una “oportunidad del jaguar” en el futuro . Para ello, ha firmado acuerdos con los gobiernos provinciales y locales para crear “La Ruta del Jaguar”, una iniciativa ecoetnoturística que utiliza el jaguar como un símbolo tradicional para promover el turismo y otras oportunidades de ingresos para las comunidades locales.

“Este proyecto tiene como objetivo desarrollar la comprensión y la apreciación del valor de esta especie desde el punto de vista cultural, social, político y económico. Se enfoca, por un lado, en educar e informar a las personas afectadas por jaguares sobre las estrategias existentes de mitigación y prevención de conflictos entre humanos y carnívoros”, Holzmann continua. “‘El camino del jaguar’ utiliza la imagen y la presencia de las especies emblemáticas para crear oportunidades visibles, nuevas y rentables que generan una compensación por la pérdida de ganado”.

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Una forma de compensación viene a través de ingresos adicionales para las comunidades indígenas a través de artesanías tradicionales y mostrando su cultura tradicional. Holzmann dice que estos esfuerzos están inculcando el orgullo local al saber que todavía hay jaguares.

“El proyecto también proporciona un ejemplo real y práctico de que la coexistencia entre personas y jaguares puede generar más beneficios para ellos que matándolos ilegalmente”, dijo. “También trato de rescatar la cultura ancestral donde las personas solían tener admiración por el jaguar”.

El operador de ecoturismo McPhee dice que la oportunidad en Bolivia es incluso mayor que la de San Miguelito o Santa Cruz.

“Bolivia es uno de los destinos de observación de vida silvestre más subestimados y sorprendentes del planeta. También tenemos algunos de los ecosistemas más intactos del planeta, como la selva amazónica del Parque Nacional Madidi, así como los últimos bosques vírgenes del Gran Chaco del Parque Nacional Kaa Iya, que sigue siendo uno de los mejores destinos para observar jaguares, tapires y pumas”, le dijo a Mongabay. “En el país se descuida especialmente la observación de aves, lo cual es una locura si se considera que se encuentra entre los 10 mejores países en términos de conteo de especies y alberga guacamayos barbazul endémicos y en peligro crítico”.

Un grupo de ñandús capturados en una cámara trampa. Cortesía de la página de Facebook de San Miguelito 
El pavón muitú (Crax fasciolata) capturado en una cámara trampa. Cortesía de la página de Facebook de San Miguelito
Un oso hormiguero gigante. Cortesía de la página de Facebook de San Miguelito

McPhee también dice que los pobladores deben beneficiarse de la conservación para que sea sostenible.

“Para convencer a los pobladores y gobiernos de proteger la vida silvestre, el ecoturismo debe prosperar”, dijo. “También tenemos que combatir las amenazas rampantes que enfrentan las áreas silvestres como la caza furtiva de especies silvestres para obtener partes de sus cuerpos y ciertos proyectos de carreteras y represas”.

La caza furtiva, la agricultura industrial y la infraestructura son un peligro para las áreas silvestres de Bolivia. Si bien el gobierno boliviano se ha presentado en los últimos años en el escenario internacional como protector de la biodiversidad, la naturaleza y los grupos sociales marginados a través de gestos como La Ley de la Madre Tierra, al mismo tiempo aprobó un gran número de proyectos de minería y carreteras, alentó la rápida expansión de la agroindustria y socavó los esfuerzos de conservación en algunas de las áreas protegidas y territorios indígenas más importantes del país.

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Eso hace que lugares como San Miguelito tengan un rol más importante en la conservación de la vida silvestre y las áreas naturales de Bolivia.

“Si miras las imágenes satelitales de esta área desde la década de 1980, está claro que San Miguelito se ha convertido en un ‘Arca de Noé’ para los jaguares y otros animales salvajes”, dijo Holzmann.

“Estamos haciendo todo lo que podemos para salvarlo”, agregó Larsen.

Imagen de una cámara trampa que muestra a un jaguar en una carretera en San Miguelito. Cortesía de Duston Larsen
Una selección de fotos de vida silvestre e imágenes de cámaras trampas de San Miguelito, cortesía de la página de Facebook de San Miguelito. Como señaló el biólogo Damian Rumiz, “la mayor parte de esta riqueza de vida silvestre se ha perdido en las tierras alrededor de San Miguelito debido a la conversión de los bosques en soya y otros cultivos industriales.
Como señaló el biólogo Damian Rumiz, “se registraron más de doscientas especies de aves en los diferentes hábitats del rancho, con garzas, cigüeñas, ibis, patos, rálidos, fochas, y chajás observados principalmente a lo largo del río”.
El biólogo Damian Rumiz: “mamíferos amenazados como el jaguar, el tapir, el armadillo gigante, el armadillo de tres bandas y la nutria de río todavía habitan en la zona, así como pecaríes barbiblancos y de collar, osos hormigueros gigantes, capibaras y muchos otros roedores. Seis especies de felinos fueron registrados mediante capturas de cámaras trampa, seis monos mediante censos de transectos y dos especies de venados que fueron parte de un estudio sobre sus patrones de uso del hábitat durante las estaciones húmedas y secas”.

Esta historia fue publicada por primera vez en la web en inglés el 7 de marzo de 2019.

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Artículo publicado por Romina Castagnino
Animales, Biodiversidad, Bosques, Conservación, Deforestación, Especies amenazadas, felinos, Ganadería, Jaguares, Medioambiente, Soluciones, Tala

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