La historia de la lideresa indígena María Elena Paredes es de admirar. La especialista en conservación comunitaria y promotora ambiental trabaja para impulsar el desarrollo sostenible y mejorar la calidad de vida de las 37 familias ashéninka de la comunidad Sawawo Hito 40, en la frontera entre Perú y Brasil. Esta zona ha sido deforestada para la construcción de una carretera ilegal. ¿De qué se trata su proyecto para proteger el territorio y las comunidades? Los detalles en #HistoriasEn1Minuto
Un plan de vida
María Elena Paredes respira profundo y describe su territorio. Todo lo que rodea a su comunidad es naturaleza pura, enmarcada por el río. “En medio del bosque tenemos nuestra medicina, en las cochas tenemos nuestros peces y, como comunidad, hemos hecho nuestro mapa de manejo: dónde cazamos, dónde cuidamos, dónde hacemos nuestra chacra (sitio de cultivo) con frutas o plantas maderables”.
Así enumera lo que han logrado: la reforestación con árboles de caoba y cedro ya tiene unos 20 años; también cuentan con un vivero para sembrar todo tipo de árboles frutales para que, en el futuro, los niños se alimenten de naranjas, guanábanas y mandarinas; también trabajan en la mejora de su bosque de aprovechamiento con plantas nativas como el aguaje y el huasaí.
Por eso, insiste, entre las actividades que propone y prioriza dentro del proyecto de plan de vida y desarrollo sostenible para Sawawo Hito 40, se encuentra la vigilancia y protección del territorio para combatir los delitos ambientales que los afectan. Un territorio íntegro, dice, es la base de todo.
De igual manera, trabaja con niños y jóvenes sobre la cultura ashéninka, para lograr la mejora de la educación bilingüe; con los adultos y ancianos elabora el mapa de su territorio con base en su visión e historia. También organiza talleres prácticos sobre desarrollo sostenible y con información referente a cómo el desarrollo extractivo, la deforestación y el cambio climático pueden amenazar el futuro de su comunidad.
Su proyecto busca mejorar la vida de su pueblo a través de la protección ambiental y de los recursos naturales existentes en el territorio, lo que se traducirá además en una mejor salud para todos.
“Actualmente no hay profesionales de la salud del Estado que estén permanentemente y esa es una gran deficiencia”, asevera Paredes. “No están al pendiente de la comunidad, por eso en nuestro plan de vida también hemos agregado a dos jóvenes para que se capaciten, porque son los que viven ahí y ven la realidad. Queremos darles la oportunidad de que estudien, sobresalgan y trabajen en su misma comunidad. También estamos planificando fortalecer a los sabios que conocen la medicina natural que hay dentro de nuestro bosque y formar un grupo de sabios que platiquen con los niños”.
En la educación también hay debilidades, pues los maestros que llegan a las comunidades ashéninkas son bilingües “solamente de nombre”, pues no dominan la lengua. Pero María Elena Paredes también tiene un orgullo y una esperanza especial. “Ahora tengo un hijo que está estudiando educación bilingüe primaria en la universidad; esperamos que terminé sus estudios y también pueda apoyar a la misma comunidad”.
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