Sin embargo, a diferencia de los parques Tinigua y La Macarena, donde se asocia la reciente ola de deforestación con una colonización de centenares de nuevas familias que ingresaron a los parques, la tala en Picachos pareciera no responder a este fenómeno. “Se ha hablado mucho de que eran nuevas colonizaciones. En Picachos eso no sucedió. Lo que sucedió es que los finqueros que ya estaban allí establecidos aumentaron sus áreas en pastos. Tal vez llegaron algunos colonos nuevos, pero no fueron más de 12 familias en 2018”, argumenta Luz Adriana Malaver, jefe del Parque.
El petróleo rodea Picachos
El sector de los hidrocarburos se ha acercado sigilosamente a la región del Área de Manejo Especial de la Macarena (AMEM) —que incluye los parques Sumapaz, Tinigua, La Macarena y Picachos— y aunque recibió una fuerte respuesta de las comunidades que se oponen a la extracción petrolera en la zona, queda mucho por esclarecer sobre cuáles son las proyecciones a futuro.
La defensora de derechos humanos y ambientales, Verushka Nieto, afirma que “para 2017 ya había 35 bloques petroleros en la AMEM que afectaban directamente, al menos, a 12 de sus municipios”. Entre ellos están Puerto Lleras, Puerto Rico y La Uribe, en cercanías al parque Picachos.
Dos bloques muy cercanos al parque son el bloque ‘Serranía’, que era operado por la empresa Hupecol y el bloque ‘Tinigua’, operado por la empresa Petrominerales, a solo 6 km del límite norte de Picachos.
El caso de bloque ‘Serranía’ alcanzó niveles de visibilidad importantes. El 14 de abril de 2016, el entonces presidente Juan Manuel Santos, anunció por su cuenta de Twitter que a la empresa estadounidense Hupecol le sería revocada su licencia ambiental hasta tanto no se garantizara la protección del medioambiente, específicamente de Caño Cristales, considerado “el río más hermoso del mundo”.

El vaivén de argumentos continuó. la decisión presidencial se dio después de que, en noviembre de 2016, el diario El Espectador divulgara cómo el Gobierno Nacional le había dado licencia a la petrolera para explotar cerca de 150 pozos en el bloque Serranía.
La empresa demandó al Estado por una millonaria suma, debido a la presuntas pérdidas que le provocó la revocatoria y las inversiones que ya se habían ejecutado. La cifra estaría por encima de los 83 000 millones de pesos (cerca de 25 millones de dólares). A la fecha, aún no hay un fallo en firme.
En agosto de 2017, la Fiscalía General de la Nación llamó al representante legal de Hupecol y a otros funcionarios a imputación de cargos por daño en los recursos naturales e invasión de áreas de especial importancia ecológica.
La mañana del 14 de agosto de 2019, los periodistas de Rutas del Conflicto y Mongabay Latam asistieron al Foro de Defensores Ambientales Ariari – AMEM, en el municipio de Mesetas. Decenas de líderes y lideresas ambientales se congregaron para compartir sus preocupaciones ambientales. Señalaron una desproporción en el accionar de las instituciones porque, por un lado las leyes son cada vez más estrictas con el uso particular de motosierras o guadañas, pero por el otro, siguen vigentes permisos para que la extracción ingrese a la región.
“Sorpresa para uno como campesino es que le digan que la guadaña tiene que ser de menos de medio caballo de fuerza y que la motosierra igual. O sea que la motosierra va a ser para tumbar palitos de escoba, para nada más. Pero cuando llega un taladro de perforación de 3000 caballos de fuerza, a ese no le podemos decir nada porque tiene permiso y licencia”, señala Raúl Ordóñez*, líder de la Mesa Hídrica de Vistahermosa.
Con un tono pausado y punzante, los oradores del evento explicaron que la industria de hidrocarburos no solo pretende extraer petróleo en zonas aledañas al Parque Picachos, también quiere transportarlo. Desde 2014 se habla del proyecto de Oleoducto del Pacífico (OPA), una infraestructura pensada para llevar el crudo pesado desde San Martín, en el Meta, hasta Buenaventura, en el Valle del Cauca y a orillas del océano Pacífico. Este tubo de aproximadamente 780 km pasaría cerca a Picachos, por el costado norte.
La construcción de la infraestructura debía arrancar en 2016, pero hasta la fecha no hay información que indique que la obra haya comenzado. Sin embargo, la angustia persiste ante la posibilidad de la construcción del oleoducto ‘Tapir’, un pequeño brazo del OPA que presuntamente atravesaría directamente el territorio de Picachos.

Esta imagen publicada por La Silla Vacía ilustra las distintas opciones que la empresa Oleoducto al Pacífico S.A.S. le propuso a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) para la construcción de Tapir. Las opciones 1 y 4 rayan en lo inconstitucional, puesto que el territorio de un Parque Nacional Natural en Colombia, por ley, es inembargable, inalienable e imprescriptible. El 25 de agosto de 2014, Parques Nacionales Naturales emitió un concepto técnico en el que califica como No Viable la opción 1 propuesta por la empresa.
Aunque la jefe del PNN Cordillera de los Picachos, Adriana Malaver, afirma que con dicho concepto se cerró el expediente ‘Tapir’, la defensora de derechos humanos y ambientales, Verushka Nieto, sostiene que existe un documento público en el que la Anla seleccionó la opción 1, es decir, la opción en la que la infraestructura atraviesa Picachos.
En una denuncia con fecha marzo de 2019 dirigida a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Nieto demanda al Estado colombiano por múltiples situaciones que según la defensora, configuran una crisis ambiental en todo el AMEM, entre las cuales está ‘Tapir’.
Rutas del Conflicto y Mongabay Latam se comunicaron con la Anla para solicitar información sobre el estado actual del proyecto Tapir pero hasta el momento de publicación de este reportaje no se ha recibido una respuesta.
Biodiversidad y clima en peligro
La deforestación en Picachos podría traer consecuencias para todo el sur del continente. El director de FCDS, Rodrigo Botero, explica que los ciclos de las lluvias de la Amazonía continental tienen una estrecha relación con la cordillera oriental colombiana, donde se sitúa el parque Picachos.
Argumenta que las aguas de la lluvia se alzan en el suroriente de Sudamérica desde el Atlántico y periódicamente van bajando y volviendo a evaporarse, a la vez que se van desplazando hacia el noroccidente del continente, hasta encontrarse con la cordillera oriental colombiana. Toda esa agua que viene recogiéndose viene a parar en Picachos, para continuar con un proceso conocido como recarga hídrica.