- La pobreza y la violencia política impulsan a los hondureños a mudarse a la Reserva de la biosfera de Río Plátano, patrimonio cultural y natural de la humanidad de la UNESCO que alberga algunas de las zonas selváticas más antiguas.
- Las organizaciones de conservación y agroforestería dicen que los ocupantes están contribuyendo a la deforestación de la reserva. Sin embargo, una investigación indica que la ganadería ilegal es la mayor causa de la deforestación de la zona.
Muchas personas de Atlántida, Honduras, viajan unos 4800 km hacia la frontera de EE. UU. para escapar de la pobreza y la violencia política. Sin embargo, hace unos años, Julia* se fue con su familia a 160 km hacia el este de Atlántida, a las montañas boscosas de la Reserva de la biosfera de Río Plátano.
“Vinimos por necesidad”, dijo Julia, sentada en el porche delantero de su casa con vista al valle de un río lleno de troncos cortados y quemados, vestigios de un gran bosque que solía estar aquí. Julia, que vive con su esposo y sus dos hijas, dijo que talaron los árboles a fin de crear pastizales para el ganado de la familia.
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“Antes (en Atlántida) pasábamos hambre y estábamos siempre enfermos”, dijo Julia. “Mi padre trabajaba en un vivero y los químicos que utilizaba en el trabajo deterioraban su salud. Por lo general, solo podíamos comer una comida por día”.
Antes de que la familia de Julia tomara la tierra, el bosque proporcionaba un ingreso suplementario a las comunidades que habitaban a cinco horas a caballo del valle Sico Paulaya que se muestra más abajo. Estas comunidades tenían una cooperativa del bosque llamada MIRAVESA cuyo fin era proteger una sección para recolectar madera de caoba y brindar agua para beber y un proyecto microhidroeléctrico llevado a cabo por la comunidad. Al comienzo lo financiaban grupos internacionales como GreenWood, una organización de Estados Unidos que se dedica al desarrollo sostenible de las economías madereras.
Las secciones del bosque que protegen los recursos hídricos prevalecen, pero las áreas productivas en las que se recolectaba la caoba han desaparecido. La asociada de la cooperativa MIRAVESA, María*, dijo que el proyecto agroforestal “se está desmoronando” debido a la invasión y tala de los bosques que han hecho las familias para convertir la tierra en pastura para ganado.
“Hoy en día apenas subsistimos, porque el bosque en el que solíamos recolectar caoba está habitado por pobladores”, dijo María. “Lo que una vez fue bosque prístino está deteriorado y destruido”.
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Honduras es hogar de maderas nobles muy valiosas que se buscan para la tala (legal e ilegal). Los asociados de la cooperativa explicaron que sus operaciones de recolección legales son distintas de las ilegales, ya que ellos no se llevan más madera de la que el bosque puede regenerar de forma natural por año. Solo la madera documentada y aprobada por el Instituto de Conservación Forestal (ICF) tiene permiso de exportación a países como EE.UU., que es el destino principal de la exportación de maderas del país.
Los representantes de la cooperativa MIRAVESA expresan que los impuestos altos y los procesos burocráticos extensos hacen que sea imposible competir con la tala ilegal. La recolección legal de caoba genera trabajo durante algunos meses al año, esto implica que la mayoría de las familias, incluso las asociadas a las cooperativas, deben operar pequeñas granjas de ganado y lácteos para proveer a sus familias de comida y un ingreso.
La plaga de ganado
La Reserva de la biosfera de Río Plátano se encuentra cerca de la frontera este entre Honduras y Nicaragua en La Mosquitia y es la mayor región de selva contigua en el norte de la cuenca del Amazonas. La reserva alberga un complejo ecosistema de montañas boscosas, excavadas con arroyos y ríos caudalosos que bajan a pantanos, una sabana y una selva tropical rica en especies en la parte inferior. En 1982, la reserva fue la primera área protegida en América Central que se incluyó en el programa Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la UNESCO.
Algunas de las partes de la zona de amortiguamiento de la reserva las colonizaron por primera vez pobladores campesinos sin tierras en el siglo XX, que establecieron plantaciones bananeras comerciales a orillas de grandes ríos para la empresa United Fruit Company con sede en EE. UU. Luego de que se suspendiera la plantación de bananas debido a una enfermedad, los pobladores se quedaron. En general, aprovechaban las tierras a través de la agricultura de subsistencia. Sin embargo, la migración a gran escala hacia la reserva comenzó en 1950, cuando los pobladores comenzaron a crear caminos para extraer madera. La actividad ganadera se instauró en la región en 1980, esto incrementó en gran medida la deforestación.
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Una investigación de la empresa estadounidense Wildlife Conservation Society indica que la ganadería ilegal causó el 90 % de la deforestación en el área de La Mosquitia que tiene 20 980 km2 y perdió el 30 % de sus bosques en los últimos 15 años.
Honduras es uno de los países más pobres, con menor igualdad y más deudas en el mundo. La región remota de La Mosquitia tiene muy pocas leyes. Durante muchos años, los narcotraficantes la usaron como punto de tránsito para enviar cocaína a EE. UU.
Jorge, un habitante del valle Sico Paulaya, dijo que las autoridades apenas están presentes en las regiones remotas de Río Plátano donde, en gran parte, el transporte terrestre solo es posible a pie o a caballo.
“Esto es como el lejano oeste, todos deben tener su propia arma”, dijo Jorge. “La milicia solo interviene si los invitan. La policía no se baja de los autos o motocicletas, por lo que nunca los vemos por aquí. No hay más leyes que las que creamos nosotros mismos”.
La reserva, que se extiende por más de 5200 km2, se divide en tres zonas: la de amortiguamiento, la cultural y la principal. Si bien en la zona de amortiguamiento se permite la actividad comercial y la población humana, en la zona principal no se permite la actividad extractiva. Allí se encuentra la mayor biodiversidad, que incluye: jaguares, osos hormigueros gigantes, guacamayas rojas y el tapir de Baird que se encuentra en peligro de extinción. Río Plátano también es el hogar de los misquitos que constituyen casi la mitad de la población humana de la reserva, así como poblaciones pequeñas de los pueblos indígenas Pech y Garífuna.
Al parecer, la deforestación está en aumento en la Reserva de la biosfera de Río Plátano. Según los datos satelitales de la universidad de Maryland, la reserva perdió más del 10 % de sus árboles entre 2001 y 2017. Más de un tercio de la pérdida ocurrió tan solo en los últimos tres años. Los datos iniciales de 2018 muestran grandes puntos de deforestación en algunas de las zonas más profundas de la reserva que hasta hace unos años estaban cubiertas de vegetación intacta.
Emilio* es un nativo de La Mosquitia que viajó mucho por la región, incluida la zona principal de la reserva. Dijo que la ganadería ilegal es la causa de la mayor parte de la deforestación, aunque la explotación forestal, la caza y la extracción de oro también contribuyeron al problema.
“Los pobres están acostumbrados a despejar las tierras para los ganaderos”, dijo Emilio. “Cuando se agota el bosque, los ganaderos trasladan al ganado por senderos hacia los pastizales despejados. Alquilan tierras a la gente pobre mientras rotan los rebaños de ganado a las tierras nuevas de forma continua”.
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Emilio presenció en persona la disminución de la vida salvaje en la reserva, incluida el área principal, con el paso de los años los pobladores y los rebaños de ganado se han adentrado en el parque, sobre todo en las tierras bajas que son un área con mucha biodiversidad. Dijo que las mismas especies siguen estando allí, pero su abundancia descendió en gran medida en los últimos 10 a 20 años.
“En el pasado, los ríos corrían llenos de peces y había más animales en el bosque. Solía ver a los tapires todo el tiempo y ahora muy rara vez veo alguno”, dijo Emilio. “Los indígenas solían pescar peces Cuyamela (Juturus Puchardi) con facilidad, apenas tiraban el anzuelo al agua picaba alguno. Ahora tienen que bucear para atraparlos, uno por uno”.
Además, Emilio dijo que a un área protegida lindante conocida como Tawahka Asagni, hogar del grupo indígena Tawahka, le afectó mucho la colonización de tierras y la deforestación.
“Los pobladores tienen hijos con los Tawahka”, dijo. “Eso es un problema porque la próxima generación de niños crecerá y reclamará sus derechos legales de vivir y llevar a cabo actividades en la reserva. Los colonos no ven a las plantas y los animales de la misma forma que los indígenas”.
Los Tawahka calculan que su población está constituida por alrededor de 2000 personas, lo que los hace uno de los pueblos indígenas más pequeños de Honduras. Este grupo está en peligro a causa de la colonización continua de sus tierras ancestrales y de la construcción de una presa de 104 MW llamada “Patuca III”. La construye la empresa china Sinohydro y ya casi está terminada. Mongabay se comunicó con ellos pero hasta el día de la publicación de este artículo no respondieron.
Drogas y corrupción
Emilio, al igual que otras fuentes que prefieren permanecer en el anonimato por razones de seguridad, dijo que los ganaderos ilegales, causantes de la mayor parte de la deforestación, están relacionados con el negocio de la droga.
Emilio, al igual que otras fuentes que prefieren permanecer en el anonimato por razones de seguridad, dijo que los ganaderos ilegales, causantes de la mayor parte de la deforestación, están relacionados con el negocio de la droga.
Según un informe de Mongabay Latam, las familias de dos expresidentes hondureños, Manuel Zelaya y Porfirio Lobo Sosa, que representan a los partidos liberal y conservativo del país respectivamente, poseen grandes terrenos y granjas de actividad ganadera en el departamento de Olancho, que rodea la reserva.
En las áreas inferiores del valle lindante Sico Paulaya, las plantaciones de aceite de palma han invadido muchas áreas que solían ser pastizales para ganado, según el informe del plan de desarrollo del gobierno municipal local. La industria de la agricultura en Honduras se vincula con la corrupción política, el abuso militar y paramilitar y el tráfico de drogas.
El partido nacional del presidente Juan Orlando Hernández tomó el poder del partido liberal en 2009 con un golpe militar. Según un informe del International Crisis Group, un narcotraficante que fue extraditado a EE. UU. testificó que Hernández, el expresidente Porfirio Lobo y grupos de narcotráfico estaban relacionados. Los dos políticos rechazaron las acusaciones y ninguno ha sido imputado. El hermano del presidente Juan Orlando Hernández fue arrestado en noviembre en Miami por narcotráfico.
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Una investigación de InSight Crime, “Élites y crimen organizado en Honduras”, argumenta que los grandes grupos criminales actúan con impunidad en Honduras gracias a un sistema judicial ineficaz y a unas fuerzas de seguridad corruptas. El informe sugiere que la élite de Honduras considera al estado un “habilitador de empresas comerciales” en el que la corrupción sistémica es “endémica y está extendida e infundida”.
¿Es posible que esto cambie?
El presidente Hernández visitó la Reserva de la biosfera de Río Plátano y el 8 de noviembre anunció el programa “SOS Honduras” como medida de emergencia para detener la deforestación ilegal y restaurar las áreas deterioradas. De la mano de un comité de expertos, funcionarios del gobierno y la milicia, Hernández acusó al crimen organizado de la tala de bosques acelerada.
“Nuestra respuesta es un plan de emergencia que incluye vigilancia, operaciones, desahucios y capturas”, expresó el narrador de un video promocional de SOS Honduras aprobado por el presidente. “Pero sobre todo, nuestra mayor preocupación es recuperar las tierras afectadas”.
Osman Euclio Alvarado, presidente de la junta local de Producción y medioambiente, trabaja con las cooperativas de agrosilvicultura para promover proyectos de preservación del medioambiente y de desarrollo social en el valle del río Sico Paulaya. Expresó que, si bien las cooperativas tuvieron algo de éxito con la construcción de proyectos microhidroeléctricos que crean un incentivo para proteger los bosques, ha sido un gran desafío lograr que las autoridades de la capital, Tegucigalpa, hicieran algo para detener la deforestación.
“Aquí es difícil lograr que los ministros del gobierno oigan nuestras voces”, dijo Euclio Alvarado. “Ellos no vienen, por lo que nosotros tenemos que ir hasta ellos, y hacerlo es costoso. Sentimos su desinterés cuando les contamos nuestros problemas”.
Además de los problemas con el gobierno central, Euclio Alvarado dijo que a las poblaciones locales les falta conciencia ambiental. “Debemos ser más conscientes”, expresó. “Darnos cuenta de que sin la naturaleza no sobreviviremos”.
*Se cambiaron los nombres de los entrevistados con el fin de protegerlos.
Imagen de la portada: En la región de la Mosquitia no hay leyes, lo que significa que los residentes en general van con armas de fuego para protegerse. Imagen tomada por Taran Volckhausen para Mongabay.
Nota de la editora: Esta historia fue impulsada por Places to Watch, una iniciativa de Global Forest Watch (GFW) que fue diseñada para poder identificar con facilidad la pérdida de bosques en todo el mundo y catalizar más investigación en esas áreas. Places to Watch recurre a una combinación de datos satelitales casi a tiempo real, algoritmos automatizados e información de campo para identificar áreas nuevas todos los meses. En colaboración con Mongabay, GFW apoya el periodismo basado en los datos con la información y los mapas generados por Places to Watch. Mongabay tiene independencia editorial completa sobre las historias que publica con estos datos.
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